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Daguerrotipistas, fotógrafos y cineastas

En este trabajo me ocupo de algunos de los inmigrantes y exiliados llegados a la Argentina entre 1850 y 1950, que se destacaron en la daguerrotipia, la fotografía y la cinematografía. Tomo como fuente libros sobre historia de la fotografía y el cine, y artículos periodísticos publicados en diferentes medios.


Indice
1. Introducción
2. Alemanes
3. Austríacos
4. Belgas
5. Egipcios
6. Españoles
7. Estadounidenses
8. Franceses
9. Húngaros
10. Ingleses
11. Italianos
12. Polacos
13. Portugueses
14. Rumanos
15. Rusos
16. Ucranios
17. Uruguayos
18. Varios

Introducción

“Priamo y Cuarterolo coinciden en que la desaparición del daguerrotipo marca un punto importante en la historia de la fotografía –señala A. Cuch. La creación de Jacques Daguerre dejó de ser utilizada en 1865, aunque algunos fotógrafos llegaron a usarla hasta 1870, pero de manera excepcional. Aquellas imágenes sobre una chapa de cobre, enmarcadas en delicadas cajas de tafilete, de precio elevado, solamente accesibles para gente con pequeñas fortunas, fueron reemplazadas por la fotografía sobre papel”.
“El precursor porteño de este nuevo formato para la fotografía se llamaba Juan Camaña, quien realizó las primeras fotos sobre papel con imágenes positivas en 1853, en su local de la calle Chacabuco 60. Con el tiempo se crearon los negativos, lo que permitió que se pudieran obtener copias de una misma foto, aunque a un costo dos o tres veces superior al de los daguerrotipos. Para estar a la par de los avances de la época, los daguerrotipistas se perfeccionaron y dejaron de denominarse profesores. Ya eran, simplemente, fotógrafos”.
“Paralelamente a las fotografías sobre papel se comenzó a trabajar con ambrotipos y ferrotipos. Los primeros eran fotografías realizadas sobre placas, similares al daguerrotipo, pero con una imagen más nítida. Los ferrotipos tenían un mecanismo similar, aunque con la diferencia de poder obtener una foto al minuto, por lo que los fotógrafos que la comercializaban fueron denominados "minuteros". De cualquier manera, en ambos casos no podían obtenerse copias. Todas eran imágenes únicas. Situación que sorprende, porque primero se descubrió la fotografía sobre papel y luego el ambrotipo y ferrotipo, lo que equivale -en apariencia- a un retroceso. En Europa y en los Estados Unidos se conocieron en el orden inverso, haciendo caso a la lógica” (1).
Entre los daguerrotipistas y fotógrafos, hubo inmigrantes que trajeron su profesión de sus lugares de origen, o se formaron en la nueva tierra. “Al igual que en todos los países latinoamericanos –destaca Luis Príamo-, los primeros fotógrafos que actuaron en la Argentina fueron extranjeros, la mayor parte europeos y algunos norteamericanos. En 1843 el inglés John Elliot inauguró su estudio de daguerrotipia en los altos de la Recova Nueva 56, plaza de la Victoria, el primero de Buenos Aires y el país. En los meses y años subsiguientes numerosos apellidos de origen anglosajón, francés, italiano, alemán, y también español - aunque muy pocos pertenecientes a argentinos nativos -, siguieron encabezando los avisos publicitarios de casas fotográficas en Buenos Aires y el interior. (...)Según Abel Alexander, en los últimos años del siglo pasado, y coincidiendo con el aluvión inmigratorio, la cantidad de fotógrafos italianos que trabajaba en el país era ampliamente mayoritaria entre los extranjeros, e incluso respecto de los fotógrafos argentinos en actividad.” (2).

Notas
1. Cuch, A: “Testigos” (fragmento), en La Maga, Buenos Aires, 17 de junio de 1995.
2. Príamo, Luis: “La fotografía italiana en la Argentina. Siglos XVIII/XIX. Benito Panunzi” (fragmento). Fundación Proa.

Alemanes

El litógrafo, daguerrotipista y fotógrafo Rodolfo Kratzenstein nació en Alemania y falleció en Buenos Aires. “Se ignoran sus datos biográficos. Arribó a Buenos Aires en 1854 y, en San Martín 48 instaló un establecimiento que convocó a lo más granado de la sociedad porteña. Tuvo a su cargo la realización de las litografías que ilustraron la primera Memoria de la Municipalidad de Buenos Aires, correspondiente a 1856-7. Entre sus litografías con vistas de Buenos Aires sobresalen Palermo (1855 y Plaza del Parque (1857). Mudó su taller a Florida 80 y, en 1870, publicó el Gran mapa mercantil de la ciudad de Buenos Aires” (1).
El daguerrotipista y fotógrafo Adolfo Alexander nació en Hamburgo en 1822 y falleció en Buenos Aires en 1881. “Comenzó su carrera en Alemania. En 1851 se estableció en Valparaíso (Chile), donde se lo reconoce como uno de los introductores de la fotografía en ese país. Con su familia se trasladó a Buenos Aires, donde abrió uno de los más importantes estudios de su época. Hacia 1855 se estableció en Mendoza, para hacer un completo relevamiento de la ciudad. Dejó un valioso testimonio del terremoto ocurrido en 1861” (2).
“El alemán Adolfo Alexander se estableció en Chile, en 1850, donde hizo excelentes tomas de las minas de Capiapó y Valparaíso. Cinco años después se instaló en Mendoza, pero al poco tiempo su estudio fue destruido por el terremoto que asoló la ciudad. Se trasladó junto con su esposa y cinco hijos -todos dedicados a la fotografía - a Buenos Aires, donde levantaron otro estudio en la calle Artes 37. Alexander fue uno de los últimos en abandonar la técnica del daguerrotipo” (3).
El fotógrafo George Heinrich Alfeld nació en Hamburgo en 1834. “En 1862 se estableció en Rosario. Retrató a los personajes más importantes de esa ciudad. Hacia 1880 se trasladó a La Rioja, donde se pierden sus pasos” (4).
Afirma Roberto Ferrari: “Sabemos que Jorge Alfeld ( 1834 - ?), ciudadano alemán radicado en Rosario, se desempeñó como fotógrafo desde 1862 y aparentemente como el más destacado del período, según el legendario historiador de Rosario, don Vladimir Mikielievich. Por el estudio fotográfico de Alfeld desfiló la sociedad rosarina, así como militares en tránsito, por el conflicto bélico de la Guerra de la Triple Alianza. (Cuarterolo, 2000) En 1866 realizó el álbum "Recuerdos del Rosario de Santa Fe", del que se conocen dos ejemplares - uno incompleto -, que han sido tema de varios estudios. Ha sido investigado bajo diversos enfoques, por historiadores, ya sea de la ciudad, del urbanismo o de la fotografía. (Mikielievich, 1968; Makarius, 1992; Dócola, 1994)” (5)
“Existe una interesante referencia de época –señala Amado Bécquer Casaballe- en las memorias de una señora alemana que vivía en Rosario: ‘Un fotógrafo alemán llamado Rabe, venido hace poco al país y que buscaba alojamiento, le dimos una pequeña habitación y la comida a cambio de enseñarme el arte de la fotografía. El tomó instantáneas de todos los edificios y lugares importantes que nosotros vendíamos después. Así consiguió muchos clientes, siendo el primero que sacó fotografías de Rosario’ (A. P. de Kammerath, 1976)”.
“¿Estamos en presencia de un anécdota de Antonio Rave, el asociado de Goerres y discípulo de Terry? La coincidencia de la homofonía Rabe/Rave y de las fechas nos lleva a pensar que sí; la vivencia de la Sra. Alwina Philipp de Kammerath se refiere a los años 1863-1864, cuando Rave y Goerres anunciaban su llegada a Rosario y la realización de vistas de la ciudad” (6).
Hans Mann nació en 1902. En diciembre de 2004, en el diario La Nación aparecía este comentario, acerca de Hans Mann, miradas sobre el patrimonio cultural, de Patricia Mendez y Mariana Giordano, publicación de la Academia Nacional de Bellas Artes, Cedodal: “El catálogo de la exposición de fotografías de Hans Mann, Miradas sobre el patrimonio cultural, en el Museo y Archivo Histórico del Banco de la Provincia de Buenos Aires, Sarmiento 362, es una herramienta de alto valor para investigadores y curiosos. Realizado por la arquitecta Patricia Méndez y la doctora Mariana Giordano, el catálogo es exhaustivo en cuanto a la colección de negativos de Mann en poder de la Academia Nacional de Bellas Artes, que lo contrató en 1936 para el primer relevamiento fotográfico de los monumentos artísticos y arquitectónicos de la Argentina, que el fotógrafo completó en 1956. Mann, nacido en Alemania en 1902 y emigrado a América del Sur en los años 30, fotografió paisajes, monumentos, personajes y costumbres, que muestran con claridad la América latina tal como se encontraba a mediados del siglo XX” (7).
Grete Stern nació en 1904; falleció en Buenos Aires en 1999. “Estudió con Walter Peterhaus en la Bauhaus y con Wassily Kandinsky. Fue amiga de Paul Klee, Oskar Sclemmer, Johannes Itten y otros creadores. En 1935, ante la persecución nazi, se refugió en la Argentina. Fue fotógrafa del Museo Nacional de Bellas Artes y retratista de personalidades como Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo y María Elena Walsh, entre otras. Realizó, además, series sobre distintos lugares del país” (8).
Acerca de la retrospectiva “Retratos”, escribió Alberto Giudici:
“Es una invitación a la nostalgia, al reencuentro con entrañables figuras de las letras y el arte que alimentaron lo mejor de lo que llevamos dentro. Un Borges, un Spilimbergo, un Berni, una María Elena Walsh, un Badíi, una Grete Stern, autorretratándose, y autora de esta galería de rostros realizados a lo largo de medio siglo. La mágica luz de la fotógrafa, envolvente, plástica, alienta la ilusión de vida que tienen esos instantes congelados. La mirada que es pura ensoñación en los claros ojos de don Lino; la límpida y casi infantil sonrisa de Borges cuando todavía no había sido atacado por ese ligero rictus nacido, quizás, por la progresiva barrera de la ceguera; una niña apenas entrando en la adolescencia, recostada en el marco de una ventana como quien se asoma a la vida, lejos todavía de sus célebres canciones infantiles, "capturada" en 1947, en Ramos Mejía, donde vivía el matrimonio Grete Stern-Horacio Coppola (otro grande de la fotografía)”.
“El alma se devela a través del rostro, y la luz, como quería Harmenszoon Rembrandt van Rijn, es el medio de ese aflorar del espíritu a través del cuerpo. Una vibración, un aleteo misterioso, que asoma en cada una de las imágenes. La potencia constructiva de Emilio Petorutti, de cuerpo entero en un balcón mientras las verticales de la puerta caen a plomo como si fueran un lienzo del propio pintor”.
“El barroquismo del taller de Santiago Cogorno, como encerrando su desbordada y sensual producción; la límpída geometría del estudio de Noemí Gerstein; Berni, con su imagen duplicada en un espejo, como si la avidez inquieta del Picasso argentino se proyectara a infinitos desafíos crea tivos. Ningún detalle —un caballete, cuadros apilados, un muñeco gigante junto a Horacio Butler— es anecdótico. Hace al clima de intimidad del retratado, integra el hábitat que rodea su mundo interior. Son retratos psicológicos excepcionales. Por eso, conjetura Ricardo Coppa Oliver, director de la galería Principium, sus fotos no gustaban en los que buscaban tomas de estudio, escenografías ficticias y luces desmedidas, para mostrar no lo que se es sino lo que se quiere ser. Protesta feliz en última instancia, porque Grete se volcó a los que dieron su savia al país, incluyendo los curtidos rostros de los aborígenes del Norte, en lo que fue el primer relevamiento antropológico de nuestros ancestros, tan negados en Buenos Aires y mirados con una sensibilidad única por esta alemana que arribó a la Argentina en 1936 huyendo del nazismo” (9).
En Río Gallegos, Santa Cruz, Guillermo Gallardo escribe “Walter Roil: Una Historia de Vida (1904-1989)” (10).
“El objetivo de este trabajo –afirma el autor- es rescatar la memoria del señor Walter Roil, sin duda el más conocido de los fotógrafos de Santa Cruz, afincado en Río Gallegos al comenzar la década del ‘30”.
“Su obra ha sido conocida esporádicamente pero no tenemos conocimiento acerca de si parte de sus memorias han llegado al gran público”.
“En cuanto a su obra ella cobra cada vez mayor vigencia en nuestra provincia. Y decimos esto en la medida en que trabajos de relevamiento arquitectónico, etnográficos, históricos, de poblamiento, en suma de un amplio espectro de las Ciencias Sociales han debido recurrir al material de Walter Roil como testimonio de la transformación a través del tiempo del paisaje natural y cultural santacruceño”.
“Para este trabajo recurrimos a la técnica de Historia de vida, tipo de documentación personal que en esta oportunidad tiene la siguiente característica: dado que Walter Roil falleció el 28 de julio de 1989 a los ochenta y cinco años debimos basarnos en sus manuscritos, los que él realizó dos años antes de fallecer. Estos cuadernos -escritos en su lengua materna, el alemán- nos fueron leídos y traducidos por su hijo Juan Herbert Roil, que continúa con la tradición fotográfica emprendida por su padre”.
(...)
“Mi padre –relata Juan Herbert Roil- nació el 24 de enero en Freiburg (Alemania) Müllstrasse 7 2do. piso, si será detallado mi padre, en 1904, (...) Le compra su padre un pequeño equipo fotográfico. Tenía doce años cuando se lo obsequió. El dice que su padre le compró el equipo porque él sospecha que al papá también le entusiasmaba como los grandes compran un trencito... El hizo también la primera foto; el padre ¿no? El se acuerda perfectamente de esa foto. La escena era en invierno, había mucha nieve, y había un camino, el padre quería sacar una determinada montaña; sí pero supongo como los aficionados, uno ve una montaña pero en la foto sale un puntito. Esa fotografía fue procesada por él mismo en una cámara oscura; dice acá, del negocio donde adquirió el equipo. El resultado no fue muy óptimo. Esto es interesante, se especifica técnicamente el error que cometió: porque toda la imagen era nieve y no había un primer plano. Y no había sol. Así que salía una silueta nada más de las personas que había sacado; ah no; de la montaña; de ahí él aprendió; que en el primer plano hay que buscarlo, y que debe haber luz y sombra. (...)”.
Una sección del Archivo histórico de Santa Cruz lleva su nombre: “los documentos de imagen más antiguos, las fotografías son "memorias precarias" que aún no poseemos, aunque en un momento preciso de nuestra historia creamos la Sección "Walter Roil", en homenaje a un pionero de la fotografía santacruceña, y se empezó a crear fondos propios- especialmente vinculados al rescate de documentación en riesgo de pérdida-, y a difundir el valor testimonial de las imágenes a través de muestras fotográficas de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina” (11).
Annemarie Heinrich nació en Darmstadt en 1912. Es una de las fotógrafas “más destacadas del país. Cursó estudios en Berlín y en 1926 se trasladó a la Argentina con su familia, iniciando su formación fotográfica en la provincia de Entre Ríos. Ante la carencia de escuelas de esa especialidad, se formó de manera práctica trabajando en laboratorios y tomando fotos hasta que, en 1930, abrió su primer estudio en Buenos Aires. Dos años más tarde se trasladó a un estudio mayor, y empezó a trabajar para revistas y a fotografiar a las grandes figuras locales y extranjeras que actuaban en el Teatro Colón. Sus fotos fueron también tapa de las revistas Antena y Radiolandia durante cuarenta años”.
“En 1937 hizo los primeros envíos para Salones nacionales e internacionales y a partir de entonces fue requerida por el cine como fotógrafa permanente de publicidad y escenas con primeras figuras, trabajando así más de veinte años. Realizó la primera exposición individual en 1947 y sus fotos comenzaron a aparecer en revistas europeas y americanas. Recibió premios y fue designada miembro de las más importantes asociaciones extranjeras, de la Federación International d’Art Photographique y de la Academia Argentina de Artes y Ciencias Fotográficas. Viajó a Europa y presentó sus trabajos en Francia, Italia y Alemania”.
“En 1953 fue cofundadora del grupo de fotografía ‘La Carpeta de los Diez’, que funcionó varios años con trabajos de seminario y exposiciones, y fue miembro de ‘Amigos de la danza’. En 1960, y continuó cinco años consecutivos, ganó el primer puesto en el ranking mundial de Fotoclub Buenos Aires. Como resultado de su tarea de fotografiar durante veinticinco años a bailarines y ballets publicó en 1962 su libro El ballet en la Argentina, con 233 fotos seleccionadas entre miles, un testimonio de esa disciplina entre 1934 y 1960.. Fue contratada para las fotos del Pressbook del ‘American Ballet Theater’ de Nueva York. Recibió numerosas distinciones y premios e integra organismos de la especialidad”.
“En 1975 fue designada Académica de la Comisión Nacional de Cultura, en 1979 fue miembro fundador del Consejo Argentino de Fotografía, en 1980 invitada de honor al VII Salón Nacional de Fotografía, y en 1982 a la Exposición Colectiva de Fotografía Latinoamericana en Suiza y París. Recibió el diploma de la Fundación Konex como uno de los cinco mejores fotógrafos del país. Fue homenajeada al cumplir sus cincuenta años en la fotografía e invitada por el Centro Cultural General San Martín, donde expuso 350 obras. El Centro Editor de América Latina publicó un fascículo en la Serie Fotógrafos Argentinos en 1982. En 1983 expuso en Berlín. Se desempeñó como directivo de la Asociación de Fotógrafos Profesionales. Ha sido declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires” (12).
Entrevistada por Matilde Sánchez, Alicia Sanguinetti –hija de la alemana- se refiere a las fotos que su madre tomó a Eva Perón “durante su etapa artística”: “De las decenas de fotos que Heinrich hizo de Eva, sólo quedan ocho en el país. Las demás se dispersaron en el mundo. Desde el punto de vista fotográfico, de esas ocho fotos mi madre reconoce una sola como una obra perfecta. Me refiero a la foto del anillo de oro y el peinado con banana. Las demás son meramente documentales, lo que no quita que el público las haya cargado de
aura” (13).

Notas
1 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
2 ibídem
3 Cuch, A.: op. cit. (fragmento)
4 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
5 Ferrari; Roberto A.: “Tempranas imágenes de Rosario (Argentina, 1868)” (fragmento), en Biblioteca Histórico Científica.
6 ibídem
7 S/F: “Publicaciones”, en La Nación, 8 de diciembre de 2004.
8 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
9 Giúdici, Alberto: “Grete Stern, la fotógrafa que ponía el alma en cada retrato” (fragmento), en Clarín, Buenos Aires, 5 de abril de 2003.
10 Gallardo, Guillermo: “Walter Roil: Una Historia de Vida (1904-1989)” (fragmento), en Alexander, Abel (Presidente del Congreso) y otros:
11 S/F: “Archivo histórico”, en www.santacrucenio.com.ar.
12 Sosa de Newton, Lily: Diccionario biográfico de mujeres argentinas. Buenos Aires, Plus Ultra, 1986 / Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
13 Sánchez, Matilde: “El aura de la Historia” (fragmento), en Clarín, Buenos Aires, 6 de julio de 1997.

Foto
Austríacos

El empresario Max Glücksmann nació en Czenowitz en 1862; falleció en Buenos Aires en 1946. “Muy joven, emigró a la Argentina. Se inició trabajando en una casa de venta de cinematógrafos hasta que fundó su propia cadena y se hizo cargo de la representación de la firma Odeón. Fue el primero que instaló una fábrica de grabaciones en el país y en establecer el derecho de autor. Fue un gran impulsor de la actividad cinematográfica: importaba y distribuía filmes, abrió una cadena de cines de gran éxito y fundó un noticiero cinematográfico. También promovió a numerosos cantantes, como Carlos Gardel, entre otros. Durante las décadas del 20 y del 30 organizó concursos para autores y compositores. El primero se realizó en el Teatro Gran Splendid, con la participación de la orquesta de Rorberto Firpo y resultó ganador el tema Sentimiento gaucho, de Canaro y Caruso” (1).
Escribe Abel Alexander, acerca de Glücksmann: “Su instinto comercial advirtió él porvenir de la novedad ("vistas animadas por medio del cinematógrafo" según la expresión acuñada en Europa) e inició sin dilaciones la venta de aparatos y de vistas, pequeños rollos de actualidad o miscelánea del mismo origen de importación” (2).

Notas
1 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
2 Alexander, Abel: “De la importación al rodaje” (fragmento), en Historia del cine argentino.

Belgas

“En el año 1891, Enrique Lepage, un aristócrata hijo de un ministro belga, recientemente llegado a Buenos Ares desde Bruselas, instaló en la calle Bolívar 375 un comercio de fotografía que en poco tiempo se convertiría en el mayor y más importante de la Argentina”.
“El barón Lepage editó en el año 1893 el primer número de la Revista Fotográfica Ilustrada del Río de la Plata, pionera de la prensa especializada. (...)”
“El esfuerzo editorial de Lepage se continuó con la publicación en 1898 de la Pequeña Guía para los Aficionados a la Fotografía, de L. Edward, y de La Fotografía Moderna escrito por Francisco Pociello”.
“(...) Más tarde Lepage decidió producir grabaciones que lo convirtieron en el precursor de la industria fonográfica nacional. (...)”
“Pero la obra más importante de la Casa Lepage se circunscribe a la fotografía y al cine”.
“Inmediatamente después del éxito alcanzado en París por los hermanos Lumiere en el subsuelo del Grand Café, en diciembre de 1896, en Buenos Aires se repite la experiencia con filmes de los mismos creadores del cinematógrafo, junto a cintas de Pathé y Méliés. En el Teatro Odeón, Esmeralda 367, y con un público atento para satisfacer su expectativas, Francisco Pastor y Eustaquio Pellicer –más tarde uno de los fundadores de Caras y Caretas- realizaron el 28 de julio de 1896 la exhibición inaugural. En la platea del Odeón se encontraban Enrique Lepage, Max Glücksmann y Eugenio Py, los que se interesaron más allá que como espectadores de las revolucionarias vistas animadas, al importar poco después equipos de proyección y cámaras de toma” (1).

Notas
1 Becquer Casaballe, Amado y Cuarterolo, Miguel Angel: Crónica de la Fotografía Rioplatense 1840-1940. Editorial del Fotógrafo, Buenos Aires, 1985.

Egipcios

María Zorzon es la autora de “Sameer Makarius Retratos y Textos de Artistas”, nota acerca de una muestra del inmigrante. En ese artículo presenta “Una breve biografía”:
“Sameer Makarius nació en El Cairo, Egipto, en abril de 1924. Entre 1933 y 1940 estudió en Alemania. A causa de la guerra su padre decide regresar a Egipto, pero fallece tempranamente en ese mismo año en Hungría, donde Makarius habría de permanecer con su madre entre 1940 y 1945. Estudia en la Academia Gallé y luego con el maestro Ödön Mórinyi. Después de la liberación de Budapest tomó contacto con artistas plásticos húngaros de vanguardia. En 1946 expone en la "Primera exposición conjunta de arte abstracto húngaro" en la Academia de Bellas Artes de Budapest y es miembro fundador del Grupo húngaro de arte concreto luego de haber transitado un corto período expresionista-socialista. A partir de 1945 la fotografía había comenzado a interesarle con tanta fuerza que terminaría por conducirle a dedicarse a ella profesionalmente a partir de 1950. De Hungría emigró a Egipto donde trabajó como dibujante en una empresa de construcciones hasta llegar a ser maestro mayor de obras y realizar trabajos de arquitectura. En 1952 se casó con su actual esposa, con quien tuvo dos hijos. Luego viajó a París y finalmente, en abril de 1953 arribó a la Argentina donde se radicó de manera definitiva. Ha sido pintor y fotógrafo, además de trabajar como decorador, diseñador industrial y arquitecto. En 1954 en Galatea presenta "Arte Prehistórico" y en 1955 participa del movimiento Arte Nuevo fundado por Aldo Pellegrini y Arden Quin. En 1956 Makarius es también fundador de los grupos Artistas No Figurativos Argentinos y de Forum, un grupo de fotógrafos que trabaja sobre lo que podría denominarse documentalismo subjetivo, siendo uno de sus objetivos lograr el reconocimiento de la fotografía en los museos. En 1960 aparece su libro Buenos Aires y su gente (Editorial Fabril) y en 1963 Buenos Aires mi ciudad (Editorial Eudeba). Este último título se publicó en 67.000 ejemplares. Makarius tiene el mérito de haber sido el primer fotógrafo en exponer su obra en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, cuando presentó justamente su segundo libro. En 1981 organiza la gran exposición "Vida Argentina en Fotos", también en el Museo de Arte Moderno, que constituye un memorable recorrido por la historia de la fotografía argentina desde su llegada al Río de la Plata. Fue también fundador del Centro de Investigaciones sobre la Fotografía Argentina Antigua (CIFAA), además de un ensayista e investigador de notables virtudes” (1).

Notas
1. Zorzon, María: “Sameer Makarius Retratos y Textos de Artistas”, en www.fotomundo.com.

Españoles

Manuel García Ferré “llegó a nuestro país a los 17 años, dejando atrás los sinsabores de la Guerra Civil en su España natal. En Buenos Aires combinó sus estudios de arquitectura con la creación publicitaria, hasta que, en 1952, logró su primer éxito: Pi-pío, personaje adoptado por la revista Billiken. Desde entonces se dedicó de lleno a los dibujos animados. En 1959 formó su propia empresa de publicidad, con la que realizó más de 800 comerciales, entre ellos Los gatitos de lanas San Andrés, ganador del primer Martín Fierro otorgado a una animación”.
“En la década de 1960, los personajes infantiles de los principales medios gráficos y televisivos eran originarios de Estados Unidos y Japón. En 1963, García Ferré le dio vida a Hijitus, un niño humilde dotado de superpoderes que combatía a villanos como el Profesor Neurus, acompañado por personajes entrañables como Larguirucho, conquistó a los más pequeños desde las páginas de Anteojito y, entre 1967 y 1974, desde la televisión, apareciendo en breves tiras diarias y diversos programas didácticos”.
“En 1964, García Ferré creó uno de sus más relevantes éxitos: la revista Anteojito. Dirigida al público infantil, se pobló de personajes de singular genialidad, como Calculín y Petete. Fue el inicio de una labor editorial dedicada a los niños, que incluyó la publicación de clásicos de la literatura hispanoamericana y gran cantidad de material didáctico. Dejó de publicarse en enero de 2002” (1).
“En los 60 aparece el andaluz García Ferré con su estudio. De una serie publicitaria nacieron ‘Anteojito y Antifaz’ que dieron el puntapié inicial para la aparición de la revista homónima y para las ‘Aventuras de Hijitus’, primera serie exitosa animada de la televisión nacional, a la que luego siguieron los cinco largometrajes de la productora, donde ‘Manuelita’ (1999) batió record de taquilla” (2).
“La labor cinematográfica de García Ferré se inició en 1973 con dos filmes: Las aventuras de Hijitus y Mil intentos y un invento, una historia animada por el inefable dúo Anteojito y Antifaz. Petete “fue uno de los principales protagonistas de las producciones de García Ferré. En 1975 llegó al cine y hasta tuvo su propia enciclopedia escolar: El libro gordo de Petete. En 1983 se estrenó Ico, el caballo valiente, película que batió todos los récords de espectadores en el género infantil”. En 1999 se estrenó Manuelita, una recreación del personaje de María Elena Walsh. Pantriste es, hasta ahora, el último personaje de García Ferré y principal protagonista de su película Corazón, las aventuras de Pantriste (2000), donde reaparecen muchas de sus primeras creaciones” (3).

Notas
1. Varios autores: Enciclopedia visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
2. Da Col, César: Catálogo de la exposición “Dibujos animados hechos por argentinos”, Julio de 2001.
3. Varios autores: Enciclopedia visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.

Estadounidenses

El fotógrafo Harry Grant Olds nació en Ohio en 1869 y falleció en Buenos Aires en 1943. “Comenzó su trabajo en su tierra natal. En 1897 recibió una carta de un tío radicado en Buenos Aires, que conocía, también, Valparaíso y Santiago. En 1899 se embarcó hacia la Argentina con su cámara de 4 x 5 pulgadas y 200 placas secas. Luego se instaló en Valparaíso. Comenzó tomando fotos de estudio y realizó una serie sobre el puerto y la ciudad. En 1900 volvió a Buenos Aires. Fue reportero gráfico y proveedor de imágenes para Roberto Rosauer, primera casa editora de tarjetas postales” (1).
Varias de sus fotos pudieron verse en la muestra “Buenos Aires 1910. Memoria del porvenir”, que tuvo lugar en Buenos Aires y fue llevada luego al extranjero.

Notas
1 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.

Franceses

Amadeo Jacques nació en París en 1813 y falleció en Buenos Aires en 1865. “En Francia, estudió en el Liceo de Borbón y en la Escuela Normal de París; dictó clases en Amiens y Versalles y, a los 24 años, obtuvo el doctorado en Letras en La Sorbona. Poco después se graduó como Licenciado en Ciencias Naturales en la Universidad de París. Luego de ejercer la docencia en otras instituciones francesas, en 1852 se trasladó a Montevideo, Uruguay, y más tarde se estableció en Entre Ríos, donde se dedicó a la daguerrotipia y a la agrimensura. En 1858 fue nombrado director del Colegio de San Miguel de Tucumán, donde desarrolló una obra renovadora de los sistemas pedagógicos. En 1860 se dedicó al periodismo, publicando proyectos de reglamentos sobre instrucción pública en diarios de la provincia de Tucumán. Por ofrecimiento del vicepresidente de la República, Marcos Paz, fue director y, años más tarde, rector del Colegio Nacional de Buenos Aires. En esa función transformó la enseñanza, introduciendo las nuevas ideas cientificistas que provenían de Europa y planeó la educación primaria, secundaria y universitaria. Fue un renovador de la enseñanza en la Argentina” (1).
En el exilio, Jacques fue retratista. Lo refiere Miguel Cané, en Juvenilia: “Jacques no era uno de esos espìritus frìos, estèriles para la acciòn, que viven metidos en la especulaciòn pura, sin prestar oìdo a los ruidos del mundo, y sin apartar su pensamiento del problema, (...) El 2 de diciembre, como a Tocqueville, como a Quinet, como a Hugo, lo arrojò al extranjero, pobre, con el alma herida de muerte, y con la visiòn horrible de su porvenir abismado para siempre en aquella bacanal. Tomò el camino del destierro y llegò a Montevideo, desconocido y sin ningùn recurso mecànico de profesiòn; lo sabìa todo, pero le faltaba un diploma de abogado o de mèdico para poder subsistir. Abriò una clae libre de fìsica experimental, dàndole el atractivo del fenòmeno producido en el acto; aquello llamò un momento la atenciòn. Pero se necesitaba un gabinete de fìsica completo y los instrumentos son caros. Un momento Jacques fue retratista, (...) Pero ni la fotografìa, que màs tarde perfeccionaron, ni la daguerrotipia, que le cedìa el paso, como el telègrafo de señales a la electricidad, daban medios de vivir” (2).
Alfredo Cossón nació en París en 1820 y falleció en Buenos Aires en 1881. “Tras residir en Bolivia, llegó a la Argentina en 1854, con una máquina de daguerrotipo (primer proceso fotográfico de aplicación comercial). Vivió en Salta, Tucumán y Buenos Aires y dictó cursos de Historia y Geografía en el Colegio Nacional de Tucumán, que dirigía Amadeo Jacques. El 5 de octubre de 1871, el presidente Domingo F. Sarmiento lo designó miembro de la Comisión Nacional de Escuelas y participó activamente en el desarrollo de los planes de reforma educacional. Su Curso completo de Geografía fisica, politica e histórica de la República Argentina se convirtió en libro de texto obligatorio en los colegios. Precursor de la fotografía en el país, Cossón fue pionero del uso del daguerrotipo en Salta, técnica que había aprendido con Amadeo Jacques. Fue, además, rector del Colegio Nacional de Buenos Aires durante 16 años” (3).
El fotógrafo y cineasta Eugenio Py nació en Carcassone en 1859 y falleció en Buenos Aires en 1924. “En 1888 se radicó en Buenos Aires. En 1893 abrió un estudio fotográfico y, luego, se vinculó con Max Glücksmann, de quien fue operador artístico. En 1900 filmó Viaje del Dr. Campos Salles a Buenos Aires, que detalla la visita a nuestro país del presidente brasileño durante el gobierno de Julio A. Roca, considerado como el primer noticiero argentino. En 1910 estuvo a cargo de la filmación de los festejos del Centenario. En 1914 participó en la película Amalia” (4).
De la fotografía, Py pasó al cine. En “Instantáneas del mal”, escribe Abel Alexander:
“Desde los primeros daguerrotipos de 1839 hasta que la fotografía se echó a andar al ritmo de 16 fotogramas por segundo en una cinta de cine en 1895, sólo transcurrió medio siglo. Pero el mundo había cambiado para siempre. La novedad de los hermanos Lumière arribó pronto a estas tierras y casi de inmediato las cámaras empezaron a trabajar en la calle, documentando día a día el quehacer de la población. Nacieron de este modo los noticieros. Entre los precursores están Eugenio Cardini, la Casa Lepage, con su camarógrafo estrella, el francés Eugenio Py, compitiendo con los noticieros de la firma Gregorio Ortuño" (5).
“Las cámaras Elgé, francesas, fabricación de León Gaumont, el competidor primero de los Lumière, llegaron a Buenos Aires en el año 1897. Con una de ellas comenzó a filmar a manera de ensayo Eugenio Py, a la sazón solo fotógrafo. Fue una suerte de amateurismo que habría ganado circunstancialmente a unos poco aficionados a la fotografía fija. Por obra de Py, el primer producto habría sido un corto de diecisiete metros titulado "La bandera argentina", la insignia patria flameando en el mástil de la Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno. El entusiasta Py era un artesano, experto hombre de laboratorio” (6).

Notas
1 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
2 Cané, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL, 1980.
3 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
4 ibídem
5 Alexander, Abel: “Instantáneas del mal” (fragmento), en Clarín, Buenos Aires, 7 de julio de 2002.
6 Alexander, Abel: “De la importación al rodaje” (fragmento), en Historia del cine argentino.

Húngaros

Nicolás Schonfeld nació en 1901 y falleció en Buenos Aires en 1977. “Llegó a nuestro país en 1930 y dos años después instaló su estudio. De una fina sensibilidad, un estilo fotográfico muy personal y de alto valor en la composición técnica, era el fotógrafo predilecto de numerosas figuras del ámbito artístico. El estudio funcionó hasta 1975. Sus fotografías aparecieron, entre otras, en las revistas Caras y Caretas y El Hogar” (1).
Schonfeld “fue un fotógrafo con indudable personalidad y espíritu inquieto que revolucionó la hasta entonces rutinaria fotografía de estudio” (2).
El fotógrafo –afirma Sara Facio- “fue otro retratista de la alta sociedad argentina. Llegó a Buenos Aires y se dedicó a la fotografía –dijo- porque no sabía hablar castellano haciendo suyo el proverbial eslogan ‘la fotografía es un idioma sin fronteras’ “.
“Annemarie Heinrich en sus principios señaló con admiración que ‘Schonfeld es un maestro del ‘flou’, esa técnica para tomar a las damas de la sociedad destacando sólo ojos y boca sobre una bruma de plata”.
“Además de las damas y las fotos ‘sociales’, es decir las fiestas y reuniones donde se hacían sesiones de poses para inmortalizar a las bellezas del momento con destino a las páginas de diarios y revistas de moda, Schonfeld fotografió otras personalidades. En su archivo están Federico García Lorca (1936), Pablo Casals (1937), y figuras populares como Blackie (1936), Mecha Ortiz (1933) o Florencio Parravicini (1940). Una serie muy lograda fue la que realizó a Victoria Ocampo en la década del ’40. Una de esas tomas es una imagen paradigmática de la escritora. Ha sido publicada en varias tapas de sus libros y es una imagen-símbolo que afirma la maestría de Schonfeld en el arte del retrato” (3).
Pedro Roth “Es licenciado en Realización Cinematográfica, recibido en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata. También estudia fotografía con Esteban Sandor y se especializa en retratos con Nicolás Schonfeld. Realizador de numerosos audiovisuales de arte y escritor: publica los siguientes libros: El libro de Dios, La familia y la tribu. El pensamiento urbano y el pensamiento rural. Instala su estudio en 1958 y hace fotografías de arte, publicidad, industria, etc”. Realiza “fotos de los catálogos y libros de los artistas: Castagnino, Batlle Planas, Berni, Polesello, Benedit, Gerstein, Romberg, Heredia, Robirosa, Grippo, Szalay, etc. Es fotógrafo oficial de las galerías: CAYC, Zurbarán, Ruth Benzacar y Fundación Banco Patricios.
Fue “Jefe de fotografía: de la revista Stop Reportero Gráfico de las revistas: Confirmado, Panorama, Siete Días, Gente, Parabrisas, Para Tí, Corsa, Disney Club, Mucho Gusto, Rotograbado del diario El Mundo, etc. Actualmente hace notas de arte para la revista Dirigencia”.
Realizó exposiciones de fotografía: “1987: Retratos de habitués en el Café Florida Garden de Buenos Aires. 1986: Galería RuthBenzacar. 1985: Galería Ruth Benzacar. 1981: Teatros de San Telmo”.
Es autor de “Libros fotográficos sobre temas históricos: Los judíos en la Argentina (Ed. Manrique Zago), Cuatrocientos años de Pampa Argentina (Ed. Gaglianone), La Cocina Judía (Ed. Shalom). 1968: Fotos sobre el Hábitat de Buenos Aires para la Cátedra del Arq. Dante Schullman de la Facultad de Arquitectura de la UBA. 1963: Realiza 5000 diapositivas sobre la Flora y Fauna del Parque Nacional del Iguazú, encargadas por la Universidad de La Plata, como material didáctico. 1960: Trabajo fotográfico sobre el habitante de Bs.As., encargado por el Director de Cultura de la Municipalidad de Bs. As., como material turístico”.
Fue “fotógrafo de los libros siguientes: Léonie Matthis, (Ed. Zurbarán). Veinte Maestros, (Ed. Zurbarán). EI Genio deFader, (Ed. Zurbarán). 23 Argentine Artists,(Ed. Zurbarán). El paisaje en el arte de los argentinos, (Ed. Zurbarán). Cien obras maestras del arte argentino, (Konex). Del nombre de Dios y de la vida, (Ed. Manrique Zagó)” (4).
Un documento falso permitió indirectamente la llegada al país de Pedro Roth, “el mayor cronista gráfico de la plástica argentina”, nacido en Budapest en 1938. El vivió en Hungría durante la Segunda Guerra Mundial y llegó a Buenos Aires –explica- “gracias a un negocio algo oscuro del doctor Liber, un primo segundo de Rosalía, mi madre, que le compró un pasaporte falso al cónsul argentino en Montecarlo el año de mi nacimiento. Puede que el funcionario fuese algo informal, pero le salvó la vida y nunca dejaremos de recordarlo. Bueno, Liber llegó e instaló una fábrica de jabón en San Martín. Mi madre, mi abuela Eugenia y yo llegamos en 1954 y nos establecimos en Florida. Comencé a estudiar y a trabajar; primero en la jabonería, luego en la florería La Orquídea, en la sección cactus. No había gran diferencia entre las plantas y yo ¡vivía lleno de espinas! Después, en Prat, una tintorería industrial. (...) Ingresé como aprendiz en el estudio de dos húngaros Sandor y Alex Klein; ¡planchaba y abrillantaba mil fotos industriales por mes! Estaba en Carlos Pellegrini y Juncal, pero un buen día vendieron todo a un retratista importante de nombre Schönfeld (¡otro húngaro!), que había sido uno de los maestros de Annemarie Heinrich. (...) Paralelamente, terminé mis estudios e ingresé a la Escuela de Cine de la Universidad de La Plata y empecé a pintar” (5).
Escribe Rafael Squirru: “Reconocido como eximio fotógrafo, Pedro Roth se destaca asimismo por su creatividad pictórica” (6).

Notas
1. Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
2. S/F: “Ciudad abierta” Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
3. Facio, Sara: La fotografía en la Argentina Desde 1840 hasta nuestros días. Buenos Aires, La Azotea Editorial Fotográfica, 1995.
4. S/F: “Pedro Roth”, en www.rishon.com.ar.
5. Aubele, Luis: “A boca de jarro. Pedro Roth ‘Soy un testigo privilegiado’ “, en La Nación, Buenos Aires, 23 de febrero de 2003.
6. Squirru, Rafael: “Variaciones sensibles y poéticas”, en La Nación, Buenos Aires, 4 de julio de 2004.

Ingleses
Foto

A Alejandro Witcomb se lo considera “El gran fotógrafo de la Argentina de principios de siglo. Magnífico retratista de la sociedad de la naciente ciudad de Buenos Aires” (1).

“Witcomb, de origen inglés, se destacó por ser el propietario de un lujoso y completo estudio fotográfico” (2).
La Galería Witcomb “Fue una de las casas de fotografía más famosas de Buenos Aires. Fundada por el inmigrante inglés Alejandro Witcomb quien se la compró a Christiano Junior en 1878, y le puso su nombre. Tuvo su sede principal en Florida al 700, con sucursales en Mar del Plata y Rosario. Al morir Alejandro lo sucedió su hijo, quien la dirigió hasta 1945, y luego con diversos socios hasta 1970, año en que definitivamente cerró sus puertas. Su colección de copias está integrada por 300.000 placas de vidrio que testimonian la vida de Buenos Aires en todos sus aspectos, así como acontecimientos políticos y sociales. Entre 1983y 1986 se realizó la recuperación, limpieza y registro de negativos de algunas de esas miles de placas y actualmente están en posesión del Archivo General de la Nación. Además, Witcomb fue una de las primeras en exponer y vender obras pictóricas y albergó muestras de artistas como B. Quinquela Martín y Antonio Seguí, entre otros” (3).

Notas
1 Facio, Sara (Selección y texto) WITCOMB, Nuestro Ayer. Buenos Aires, LA AZOTEA Editorial Fotográfica s.r.l., 1991.
2 Cuch, A.: op. cit.
3 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.

Italianos

El fotógrafo Benito Panunzi nació en 1819; falleció en Buenos Aires en 1894. “Comenzó su labor en Buenos Aires en 1868, fundando el estudio Fotografía Artística, en la calle Cuyo 55. Especializado en retratos y fotografías de indios y gauchos tomadas en su propio entorno, sus imágenes se vendían por entregas bajo el título de Album Panunzi. También se desempeñó como arquitecto, ingeniero, dibujante y docente de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes” (1).
“Según el censo nacional de 1869 Benito Panunzi, fotógrafo instalado en Cuyo 56 de la ciudad de Buenos Aires, tenía entonces 59 años y era soltero. Había nacido en Amelia, Umbría, y llegó a la Argentina alrededor del año 1861. Tuvo su primer estudio fotográfico en 25 de Mayo N°. 25, llamado La Fotografía de Mayo, y hacia 1865 se trasladó a Cuyo 57 o 55, - ya que en sus cartones fotográficos figuran, indistintamente, ambas direcciones - donde puso la Fotografía Artística”.
“Ni bien instalado, Panunzi comenzó a tomar fotografías de Buenos Aires y la campaña circundante. Con estas imágenes hizo álbumes y carpetas a partir de 1865. Sus fotos de Buenos Aires son las primeras conocidas después de las vistas al daguerrotipo de Charles de Forest Fredricks y otros autores que se encuentran en el Museo Histórico Nacional. Asimismo, Panunzi fue el primer fotógrafo que se propuso realizar una documentación amplia y sistemática de la ciudad. Sus fotos de las plazas 25 de Mayo y de la Victoria, con sus edificios y monumentos históricos, o las de la zona ribereña, los muelles y la aduana, revelan un claro propósito de relevamiento analítico. Sus tomas también registran los cambios que se producían en el paisaje urbano, de modo que en los álbumes - donde hay fotos tomadas entre 1861 y 1867, aproximadamente - conviven la imagen del Paseo de Julio casi idéntico al Paseo de la Alameda de la época de Rosas, con la de la nueva avenida modificada por la estación del Ferrocarril del Retiro”.
“Sus fotos de gauchos tomadas en ambiente son las más antiguas de este tipo que se conocen y conservan - a excepción de un daguerrotipo que se encuentra en el Museo de Luján -. La primera y la única foto conocida fechada y datada por Panunzi es, precisamente, de tema gauchesco: Pobladores del campo. Fue tomada en Exaltación de la Cruz, actual Capilla del Señor, el 1ro. de julio de 1862. La fecha de la toma y la extraordinaria factura de la foto revelan que el fotógrafo ya era un profesional consumado cuando llegó al país, pocos meses antes. (...)”.
“En 1864 y 1866 el cacique tehuelche Casimiro Biguá visitó Buenos Aires. En alguna de estas ocasiones Panunzi le hizo dos fotografías. (...) Estas imágenes y otras, como la del cacique Coliqueo y su familia tomada - según nos dice Vicente Gesualdo- en la zona de Los Toldos, son también los primeros registros fotográficos que tenemos de los antiguos habitantes de nuestro territorio, y probablemente los únicos que les hicieron cuando aún eran dueños de sus vidas y destinos”.
“Panunzi, que también se promocionaba como profesor de dibujo y retratista al óleo, fue uno de los fundadores de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, en octubre de 1876. Se estima que murió en Buenos Aires hacia 1890” (2).
Se destaca la importancia de este inmigrante: “Sus fotografías son todo un testimonio, porque se ve al indio doblegado y arraigado a las costumbres del hombre blanco” (3).
Arístides Stephani “trabajó en Corrientes, Paraná y Santa Fe desde 1846” (4).
Luigi Bártoli “se instaló en el estudio que había sido de Elliot, es decir el número 56 de la Recova Nueva, en 1852. Bártoli fue uno de los fundadores del Círculo Italiano de Buenos Aires y un fotógrafo muy popular en su época” (5).
“Pedro Tappa fue el primer fotógrafo que abrió una retratería en la ciudad de Santa Fe, en 1862. Trabajó allí durante casi veinte años, para luego trasladarse a Rafaela, donde también abrió el primer estudio fotográfico del lugar. Pedro Tappa fue el maestro del piamontés Arquímedes Imazzio - de quién era, asimismo, tío -, que más tarde sería el fotógrafo clásico de la Boca y el más destacado de esa ‘república’ en el siglo pasado. Las vistas que Pedro Tappa tomó en Santa Fe son los registros fotográficos más antiguos que guarda esa ciudad” (6).
“Félix Corte, tambien italiano, tuvo una prolongada y relevante actuación profesional en Rosario desde 1880 hasta 1911, cuando volvió a su país. Su estudio fue uno de los más importantes de la ciudad en esos años. En 1887 el sociólogo e historiador Gabriel Carrasco, comisario general del primer censo de la provincia de Santa Fe, realizó un viaje al llamado Chaco Austral, en el norte del territorio santafecino, y contrató a Félix Corte para que documentara fotográficamente la región y su avanzada de colonizadores. El álbum que surgió de allí es uno de los escasos y valiosos documentos de la frontera norte de la provincia que aún subsisten” (7).
“En Rosario, hacia 1875, también trabajaba Romilda de Consiglio, una de las primeras fotógrafas profesionales que se registran en nuestro país” (8).
Antonio Cirigliano “trabajó en Olavarría desde fines del siglo pasado y reunió una espléndida colección de retratos y grupos de inmigrantes italianos que fundaron la colonia, y vistas del pueblo y la campaña” (9).
Los hermanos Felipe y Santiago Polzinetti vivieron en Rosario. “El primero trabajó también en Esperanza, Santa Fe, y Santiago realizó las pocas fotografías que documentan la revolución de 1893 en Rosario” (10).
“Hasta no hace mucho tiempo se ignoraba que Antonio Pozzo era de origen italiano y, en consecuencia, se lo consideraba el primer fotógrafo argentino importante. Hoy sabemos que Pozzo nació en Bordighera, Lombardía, en 1829, y llegó al país en su juventud. Fue aprendiz de John Elliot y, posteriormente, de Thomas C. Helsby, daguerrotipista de origen inglés que a principios de 1846 estaba instalado en calle de la Piedad N°. 121. Hacia 1850 Pozzo instaló su propio estudio en el número 113 de la misma calle. Debido a su precoz iniciación en el oficio fotográfico y a su longevidad, Pozzo fue uno de los fotógrafos de actividad más prolongada en el siglo pasado. Fue un retratista prolífico, un documentalista importante y, asimismo, uno de los primeros coleccionistas de daguerrotipos del país. Su colección de dichas piezas fue donada al Museo Histórico Nacional y conformó, junto con la colección del ingeniero Carlos E. Pellegrini, el principal fondo de daguerrotipos del Museo. Entre los retratos al daguerrotipo tomados por Pozzo que se conocen y cuya autoría está confirmada, son justamente valorados los que pertenecen a Mariquita Sánchez de Mendeville, viuda de Thompson, y al general José María Paz”.
“En 1857 el Ferrocarril del Oeste inauguró el servicio de su primer ramal, desde la estación central del Parque, en la actual plaza Lavalle, hasta La Floresta. Pozzo, contratado por la empresa, hizo una serie de fotos que documentan instalaciones, trabajos de tendido y el acto oficial de inauguración, con las dos locomotoras históricas: La Porteña y La Argentina. En años subsiguientes siguió fotografiando para la compañía. Los cartones que servían de soporte a sus fotografías llevaban por entonces una leyenda: ‘Fotógrafo Municipal y del Ferrocarril Oeste’ ".
“En 1879 Pozzo acompañó con su equipo fotográfico al ejército de Julio A. Roca en la expedición de exterminio indígena y consolidación del dominio militar en el sur argentino, conocida como Campaña del Desierto. Lo hizo en carácter de fotógrafo oficial, aunque él mismo debió costearse los gastos del viaje. Pozzo tenía interés en el tema. Poco tiempo antes, el 18 de diciembre de 1878, retrató en su Fotografía Alsina, de calle Victoria 590, al cacique Pincén, recién capturado por las fuerzas del coronel Villegas”.
“El 29 de abril de 1879 el ejército de Roca inició la Campaña del Desierto en dirección al sur. Antonio Pozzo y su ayudante Alfredo Bracco, con sus pesados equipos acondicionados sobre mulas - cámaras y trípodes, el laboratorio de campaña, los vidrios y químicos para preparar los negativos fotográficos y revelarlos en el lugar - los acompañaban. La cantidad de fotografías que tomaron durante la expedición no puede determinarse con exactitud. Los álbumes conocidos - que nunca tienen exactamente las mismas fotos ni la misma cantidad - agrupan alrededor de cincuenta piezas cada uno. Las imágenes muestran, en general, a la tropa y a los oficiales en los campamentos, o montados en medio de la marcha. Los indios vencidos posan con sus lanzas en la mano, y también hay fotos de "chusma" cautiva, es decir niños, mujeres y ancianos indígenas, con sacerdotes que les darán el bautismo. No hay escenas con rastros de actividad bélica, probablemente porque no hubo batallas importantes, ya que no es presumible que la mentalidad de los comandantes que dirigían la expedición estuviera dispuesta a censurar fotografías de indios muertos. El propósito épico de Pozzo, que admiraba al general Roca, es evidente, aunque queda asordinado por esa especie de neutralidad distante de las imágenes. A pesar de la visión controvertida que hoy tenemos sobre el episodio histórico que registran - e incluso por eso mismo -, las fotografías de Pozzo tienen para nuestra cultura un valor documental extraordinario”.
“Antonio Pozzo murió a los 81 años, el 29 de agosto de 1910, en su casa de Flores” (11).
El fotógrafo Angel Paganelli nació en 1832; falleció en Tucumán en 1928. “Llegó a la Argentina hacia 1860 con su hermano José y se instalaron en Córdoba. Luego viajaron a Tucumán y comenzaron su carrera de retratistas. José regresó a Córdoba y Angel se quedó, cobrando fama por una serie de fotografías a la Casa Histórica de Tucumán que sirvieron de base para reconstruir el edificio. En 1876 Tucumán participó de la Centennial Exhibition de Filadelfia con un importante envío, en el que se encontraban 78 vistas fotográficas de la provincia que se consideran realizadas por Paganelli” (12).
“Los hermanos Angel y José Paganelli fueron otros pioneros italianos de nuestra fotografía en el interior del país. A fines de la década del sesenta viajaron con frecuencia al noroeste del territorio nacional, trabajando en las ciudades y la campaña. En 1869 Angel se instaló en Tucumán. Tomó vistas de la ciudad e ilustró con sus fotos un libro clásico: Provincia de Tucumán, de Arsenio Granillo (Imprenta La Razón, Tucumán, 1872). Una de las imágenes de este libro muestra el frente de la casa histórica donde se juró la Independencia. Muchos años después esta foto fue el único auxiliar que le permitió al arquitecto Mario J. Buschiazzo reconstruir el local con su fachada tal como era en 1816” (13).
El fotógrafo Cesare Rocca nació en 1839; falleció en Buenos Aires. “De origen italiano, se cree que se inició en la fotografía hacia 1862, en Buenos Aires. A poco de establecerse en la ciudad instaló un estudio de retratos en la Calle de las Artes 148, en el que incorporó el nuevo método de la ‘carte de visite’. Con posterioridad, se trasladó a la ciudad de Córdoba, donde realizó la labor más importante de su carrera: la documentación de la Exposición Nacional de 1871. Fue autor y editor de los magníficos albumes de dicha exposición, realizados cuidadosamente con el proceso del colodión húmedo” (14).
Samuel Rimathe, de nacionalidad suiza aunque nacido en Italia, es autor de fotos “logradas entre 1890 y 1895, mostrándonos lugares pintorescos y tradicionales, como así también personajes típicos que deambulan por sus calles”. Esas fotografías están reunidas en “un gran álbum, propiedad del Museo Mitre de la Capital Federal, que contiene 367 originales de pequeño formato. Las reproducciones fueron realizadas por Juan Gómez, fotohistoriador y conservador de fondos fotográficos, y actualmente pertenecen al Museo de la Imagen del Foto Club Buenos Aires, quien las cedió al Foto Cine Club Rafaela para ser exhibidas en el Museo de la Fotografía” (15).
En “El arte de robar el alma a los indios”, Abel Alexander resume la biografía de Guido Boggiani:
El fotógrafo “nació en 1861 en Omegna, al norte de Italia; con definida vocación artística. A los 17 años se trasladó a Milán para estudiar pintura en la Escuela de Brera, donde por sus obras innovadoras fue considerado uno de los precursores del "arte revolucionario". Pero Boggiani tenía alma de explorador. En 1887 se embarcó hacia la Argentina. En Buenos Aires trabó amistad con destacados intelectuales porteños y expuso sus telas. Alguien le habló de Paraguay, un país de grandes ríos, selvas y tribus indómitas. Al año siguiente viajó a Asunción con el propósito de comerciar con ganado y cueros. De pronto la pintura y los negocios quedaron relegados. Boggiani recogió objetos y artesanías, estudió un mundo que lo asombraba. Escribió libros que abrieron nuevos rumbos en el conocimiento de la etnología, la etnografía y la lingüística y con todo este rico material regresa a Italia con el propósito de publicarlos. Poco después apareció su mejor libro: I Caduvei (Mbayá o Guaicurú)-Viaggio d''un artista nell''America Meridionale“.
“En Italia recibió reconocimiento y premios. Pero Boggiani ya pertenecía a su destino, Paraguay. En 1896 regresa directamente a Asunción. Estaba convencido de que la única manera de estudiar a estos pueblos era conviviendo en sus tolderías. Boggiani legó treinta y ocho volúmenes con destino a la comunidad científica, pero fueron sus fotografías las que ganan el interés y la admiración de un público más vasto en la actualidad. La cámara fue para Boggiani un auxiliar científico de extrema utilidad, pero la manejaba con toda la sensibilidad de su formación artística”.
“Se obsesiona por el tatuaje o pintura corporal y también por otros temas donde la precisión fotográfica es fundamental. Toma más de 500 fotografías que él mismo revela en medio de la selva. Se sabe que entró en contacto con la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados, a uno de cuyos socios, el Leopoldo Miarte, le entregó parte de estos negativos. Después de su muerte, Robert Lehmann-Nitsche publicó una serie de 100 tarjetas postales sobre estos aborígenes paraguayos, que incluía un suplemento reservado de 12 desnudos especiales para científicos”.
“Se sospecha que el asesinato de Boggiani estuvo relacionado con su actividad fotográfica. El explorador había registrado con su cámara las tribus angaites, leguas, sanapanás, caduveos, tobas, payaguás, bororo y chamacocos. No olvidemos que para estos pueblos primitivos las fotos representaban un verdadero peligro, pues en ese acto se ‘robaba’ el alma o la voluntad del sujeto, que a partir de ese momento quedaba en posesión del fotógrafo”.
“Fue la colectividad italiana de Asunción la que armó una expedición de rescate al mando del explorador español José Fernández Cancio. Este halló los restos del científico el 20 de octubre de 1904, los indios habían separado la cabeza para impedir de esta manera que siguiera haciendo más ‘daño’ y la cámara fotográfica fue hallada enterrada, presumiendo que hicieron lo mismo con muchos negativos. Años después de estos sucesos, el joven botánico checo Alberto Vojtech Fric (1882-1944), quien también realizó estudios en esta región, rescató una apreciable cantidad de negativos de Boggiani y los llevó a Praga. Hoy sus descendientes, utilizando este magnífico archivo, han curado una muestra itinerante” (16).
El fotógrafo Florencio Bixio falleció en Buenos Aires en 1933. Acerca de él “hay muy poca información. De origen italiano, arribó al país hacia 1896, tras residir en Uruguay. Tuvo varios locales de fotografía en el centro porteño. Se dedicó a los retratos de estudio aplicando la técnica en boga: negativos de colodión seco y copias a la albúmina y, finalmente, el gelatino-bromuro” (17).
En “El siglo disfrazado”, Mauricio Kartun se refiere al Carnaval porteño y a las fotos de Bixio: “Fue con el vendaval inmigratorio de principio de siglo que la farra desbordó todo orden institucional, la mascarita se independizó, y el disfraz pasó a ser un atributo de fenomenal creatividad individual, un orgullo familiar en el que las mujeres de la casa lucían su solvencia con el molde y la aguja”.
Una vez disfrazado el niño, debía fotografiárselo, para enviar esa imagen al país de origen: “Colas de una cuadra en Foto Bixio, o en Pascale, bajo el sol calcinante de febrero, ese que aseguraba con el resplandor de la primera tarde los mejores contrastes en la vidriada galería de pose del estudio. ¿Cómo testimoniar sino allá en el terruño el prodigio de costura, las costumbres, el crecimiento y la belleza de los chicos, engalanados y maquillados?”.
El afianzamiento de la inmigración hizo que cambiaran los disfraces elegidos por las madres para sus hijos: “Viejas fotos. Sólo eso queda de aquella magnífica pasión por el disfraz. De pierrot, sobre todo, hasta los años 20 en que las colectividades tomaron peso propio. De allí en más predominaron los baturros, toreros y gaiteros asturianos, las majas, las gitanas, y los vascos pelotaris con sus paletas en miniatura, o su versión lechera con los tarros también a escala. Napolitanas, damas venecianas, y polichinelas certificaban el amor a Italia.”
Fotos que se enviarían a los parientes que tanto se extraña: “Atrás unas líneas ya casi ilegibles: ‘Cara mamma: le invio una fotografia del mio Cesarino. Veda come cresce bello e grasso. Chi manca tanto. Sua cara figlia, Renza’. En la foto, un pequeño soldadito garibaldino. Un sombrero emplumado, y una descolorida mirada melancólica” (18).
El pintor, fotógrafo y galerista Frans Van Riel nació en 1879; falleció en Buenos Aires en 1950. “De origen holandés, perteneciente a una familia de marchands de arte y nacido en Roma, llegó a Buenos Aires en 1907 para trabajar como escenógrafo y se estableció en esa ciudad. Luego desarrolló su vocación múltiple: colaboró en el diario La Prensa como dibujante (1907-1922) y en 1913 instaló su primer estudio en Viamonte y Florida (Buenos Aires) pero en 1923 descubrió las posibilidades que ofrecía un conventillo de treinta habitaciones ubicado en Florida 659, al que refaccionó y convirtió en la célebre Galería Frans Van Riel. Como fotógrafo, se encargó de tratar a gran parte de la sociedad porteña y de la colonia artística. Sus últimos trabajos como pintor fueron El paso de los Andes y los retratos de Manuel Belgrano y de José de San Martín” (19).
“El director y productor cinematográfico Mario Gallo nació en Puglia en 1878; falleció en Buenos Aires en 1945. “Arribó al país en 1905 y trabajó durante los primeros años tocando el piano en diversos bares y cafés porteños. A lo largo de su trayectoria dirigió las películas Muerte civil (1910), La creación del Himno (1910), Camila O’Gorman (1910), La Revolución de Mayo (1907), Tierra baja (1912), La batalla de San Lorenso (1912), La batalla de Maipú (1912), Juan Moreira (1913), En un día de gloria (1918) y En buena ley (1919)” (20).
“El cine argumental fue obra de otro pionero, un inmigrante de origen italiano, Mario Gallo, que en el año 1908 filmó El fusilamiento de Dorrego en la terraza de un edificio de las calles Corrientes y Uruguay, con la participación de actores profesionales: Salvador Rosich, Roberto Casaux y Eliseo Gutiérrez. A partir de entonces, el cine se desarrollará en forma independiente de la fotografía, bifurcándose su historia en una dirección diferente” (21).
Federico Valle nació en 1880; falleció en Santos Lugares, Buenos Aires, en 1960. “Pionero de la industria del cine, trabajó como camarógrafo en la productora de los hermanos Lumiére en Francia. Llegó a la Argentina a comienzos del siglo XX y fundó su propia compañía, con la que produjo el noticiero ‘Film Revista Valle’ que se exhibía todos los jueves en los cines del país. En 1916 produjo el primer largometraje animado de la historia, El apóstol, creado por Quirino Cristiani. Además, realizó numerosos cortos musicales que tuvieron a Carlos Gardel como protagonista, dirigidos por Eduardo Morera” (22).
En “La Patagonia y el cine”, leemos: “El italiano Federico Valle fue quien más metros de celuloide destinó a registrar estas geografías. Llegó al país en 1911 y traía consigo una amplia experiencia cinematográfica. Desde su llegada trabajó alternando la producción y filmación de largometrajes como es el caso de ¡Patagonia! (1922), en el registro de cortos y documentales entre los cuales se encuentran Hacia el Fin del Mundo, La Tierra del Futuro y El Paraíso Olvidado. Los tres trabajos aparecen publicitados en 1922 en la revista Imparcial Films. La incansable cámara de Valle se adentró cada vez más en el paisaje austral de la Patagonia, llegando a registrar imágenes de Río Gallegos y el Cabo de Hornos en Una visita al Sur Argentino (1922), y otros llamados La Argentina (1925) y Lagos del Sur (1930), obras que permanecen conservadas en el Archivo Cinematográfico de Florencio Varela en Buenos Aires. Pero muchos de sus trabajos no tuvieron la misma suerte, como es el caso de Irrigación del Alto Valle del Río Negro, del que pareciera haber quedado sólo el recuerdo. Gran parte del material cinematográfico de Federico Valle se perdió entre incendios y la venta del celuloide que el italiano empobrecido realizó a una fábrica de peines” (23).
Quirino Cristiani, nacido en Italia en 1896, fue dibujante, director, guionista y animador. “Figura relevante en el cine de animación, en 1917 realizó El apóstol, primer largometraje con dibujos animados de la historia, de una duración de una hora y diez minutos. Se trataba de una sátira sobre el presidente Hipólito Yrigoyen, su política personalista y otros acontecimientos de actualidad. En 1916, integrando el equipo de Actualidades Valle, primer noticiero argentino semanal que se emitía cada jueves en los cines, realizó el corto animado La intervención en la provincia de Buenos Aires, que duraba dos minutos y medio. En 1931 estrenó Peludópolis, un nuevo acercamiento humorístico al yrigoyenismo. Esta producción llegó a manos de Walt Disney, quien le propuso a Cristiani trabajar en los Estados Unidos, propuesta que rechazó” (24).
En el catálogo de la exposición “Dibujos animados hechos por argentinos”, expresa César Da Col que en la misma se realiza “un homenaje a quien fuera uno de los grandes pioneros de la animación mundial el ítalo-argentino Quirino Cristiani cuyo corto ‘Sin dejar rastros’ fue censurado por el Gobierno Nacional en 1918. El dibujo animado argentino tiene una historia riquísima y muy respetada a nivel mundial. Cristiani realizó en Argentina el primer largometraje de animación a nivel mundial, ‘El Apóstol’, en 1917” (25).
El productor Angel Mentasti fue “uno de los pioneros del cine argentino.En 1932, junto a su hijo Angel Luis. Fundó Argentina Sono Film. Como director general, en 1933 produjo el filme Tango, primera película sonora del país, interpretada por Tita Merello, Libertad Lamarque y Luis Sandrini, entre otros. En 1935, Angel Luis viajó a España, logrando comercializar en el exterior la película Riachuelo. Se rodeó de importantes colaboradores, como Luis C. Amadori, Luis J. Moglia Barth y Mario Soffici. Tras su muerte, su hijo Atilio, también productor, lo reemplazó en la dirección de la productora, construyendo los estudios de filmación y realizando centenares de filmes” (26).
“Don Angel Mentasti, de origen italiano, era un corredor de vinos que tenía su clientela repartida por la provincia de Buenos Aires y los alrededores de Rosario y Santa Fe. Un amigo que vendía las primitivas películas mudas le pidió que llevara algunos títulos junto con las muestras de vino y Mentasti terminó teniendo una oficina de distribución cinematográfica. Un día, Luis Moglia Barth, quien ya había filmado algunas películas, le propuso realizar un largometraje sonoro en el que por primera vez en el país, las imágenes no estuvieran acompañadas por discos. El proyecto se puso en marcha bajo el sello de Argentina Sono Film, que llevó esta fecha de fundación y fue, junto con Luminton, uno de los estudios que inició una especie de Hollywood nacional. Argentina Sono Film fue una empresa familiar continuada por Atilio y Angel Mentasti, hijos del fundador. La película dirigida por Barth se estrenó dos días después de la creación de los estudios, llevó el título de ‘¡Tango!’ y presentó en pantalla a los artistas más famosos de la radio y el teatro de entonces y a los cantantes de moda que iban a conformar el star system local” (27).
"El fotógrafo italo-argentino Luis Boccuti presenta su muestra "Panoramiche in seppia" en el Teatro de la Ribera hasta el 3 de junio.
Con una serie de fotografías en formato panorámico y de pequeño tamaño, Boccuti presenta un momento de transición en su carrera como fotógrafo. Estos trabajos representan los últimos años que vivió en Argentina y los primeros meses en Italia. Atravesados por una mirada cargada, quizás con algo de tristeza, aparecen los espacios que frecuentó en ambos países sin responder a un programa especial" (28).

Notas
1. Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
2. Príamo, Luis: op. cit.
3. Cuch. A.: op. cit.
4. Príamo, Luis: op. cit.
5. ibídem
6. bídem
7. bídem
8. ibídem
9. ibídem
10. ibídem
11. ibídem
12. Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
13. Príamo, Luis: op. cit.
14. Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
15. S/F: “Muestra de Previderé e imágenes de Buenos Aires”, en La Opinión, Rafaela, 23 de Octubre de 2002.
16. Alexander, Abel: “El arte de robar el alma a los indios” (fragmento), en Clarín, Buenos Aires, 17 de noviembre de 2002.
17. Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
18. Kartun, Mauricio: “El siglo disfrazado” (fragmento), en Clarín Viva, 20 de febrero de 2000.
19. Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
20. Ibidem
21. Becquer Casaballe, Amado y Cuarterolo, Miguel Angel: Crónica de la Fotografía Rioplatense 1840-1940. Editorial del Fotógrafo, Buenos Aires, 1985.
22. Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
23. S/F: “La Patagonia y el cine”, en La barda, www.labardarevista.com.ar, 2003.
24. Varios autores: Enciclopedia visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
25. Da Col, César: Catálogo de la exposición “Dibujos animados hechos por argentinos”, Julio de 2001.
26. Varios autores: Enciclopedia visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
27. S/F: “Esto pasó Un 25 de abril...”, en Clarín, Buenos Aires, 25 de abril de 2003.
28 S/F: " 'Panoramiche in seppia' de Luis Boccuti", en http://www.verdecountry.com, abril de 2007.

Polacos

Sivul Wilenski nació en 1897; falleció en Buenos Aires en 1952. “Junto a Melita Lang y Rita Branger integró una destacada generación de fotógrafos de las décadas de 1930 y 1940, siendo maestro de importantes figuras de esta disciplina como Annemarie Heinrich. Desarrolló un estilo delicado y plástico, con una especial atención a la iluminación, retratando a numerosas personalidades de la sociedad porteña de la época. En 2002 se expuso en el Museo del Cine de Buenos Aires una serie de fotografías que tomó a Eva Duarte de Perón durante su período de actriz” (1).
“El fotógrafo –escribe Sara Facio- “llegó en 1920 como integrante de la compañía teatral de Iván Totsoff. En nuestra ciudad comienza a dedicarse a la fotografía y en 1930 abrió su estudio en la calle Florida. Más tarde se mudaría a la avenida Santa Fe. En sus pequeñas vidrieras exponía a las bellezas de la sociedad que publicaba cotidianamente en el diario La Razón. Fue el primer fotógrafo que expuso en las oficinas que ese diario tenía en París. Allí viajó Wilenski, en 1928, para inaugurar la muestra e hizo aprendizaje fotográfico en estudios parisinos durante tres años. A su regreso, continuó con las tomas de retratos que publicaba en la revista Sintonía”.
“Sus retratos eran menos clásicos que los de sus colegas, componiendo fondos dibujados por él mismo sobre las placas fotográficas, con motivos estilo ‘déco’ muy de moda en la época. Era un maestro en el retoque de negativos y tuvo alumnos posteriormente tan admirados como Annemarie Heinrich”.
“Su característica era que una vez que retocaba una placa, la firmaba. Así se puede ver en su archivo la diferencia entre dos tomas efectuadas en el mismo momento, con o sin retoque, que confirma su arte como retocador”.
“El archivo completo de Wilenski fue donado por sus herederos al Museo Municipal del Cine” (2).
Boleslaw Senderowicz nació en Polonia en 1922; falleció en Buenos Aires en 1994. Sara Facio destaca su trayectoria:
“comenzó su carrera como fotógrafo de teatro. Cuando ingresó a la Editorial Abril se convirtió en un exquisito fotógrafo de modas cubriendo todas las producciones de la revista Claudia. Hasta entonces las producciones con modelos y equipos de fotógrafos, maquilladores, etc eran desconocidas en nuestro país. Contar con bien equipados estudios en la editorial, o realizar viajes en búsqueda de nuevos escenarios eran una modalidad de trabajo nueva. En esas producciones descolló Senderowicz e impuso ese estilo en otras revistas de la misma editorial y de la competencia”.
“Años después el fotógrafo encontró su verdadera vocación en la publicidad”.
“Su Estudio –que hoy continúa su hijo Andrés- fue ejemplo de profesionalismo para la mayoría de los publicistas. Su sentido de la gracia, la elegancia y la sobriedad para presentar los productos más comunes, lo señalan como un ejemplo dentro del medio”.
“En 1990 se presentó una muestra retrospectiva en la Fotogalería del Teatro San Martín –la única y última- que puso en evidencia su talento” (3).
Una de sus fotografías –la que tomó a Susana Giménez para la publicidad del jabón Cadum- fue señalada por la revista del diario Clarín como una de las “Imágenes del Siglo: “No hubo una sola imagen de Susana haciendo ‘¡Shock!’ sino que fue una larga campaña que abarcó un período de tres años. En la primera de esa serie de fotografías (...) aparece Susana semidesnuda. La agencia Castignani y Burd fue la responsable de la campaña del jabón que incluía un comercial televisivo y una serie de tomas fijas en distintos escenarios de la Argentina. Para la realización de las fotos habían subcontratado al estudio Senderowicz. Lo dirigía el fotógrafo Boleslaw Senderowicz, nacido en Lodz, Polonia, en 1922. Llegó a la Argentina cuando sólo tenía dos años de edad. Fue un pionero en la fotografía publicitaria argentina y participó de la creación del grupo vanguardista de fotografía ‘La carpeta de los 10’ junto a Anatole Saderman y Annemarie Heinrich” (4).

Notas
1 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
2 Facio, Sara: La fotografía en la Argentina Desde 1840 hasta nuestros días. Buenos Aires, La Azotea Editorial Fotográfica, 1995.
3 ibídem
4 S/F: “Imágenes del siglo 1900 1999 Las fotos que hicieron historia Vigésima entrega Mayo de 1970 Foto: Boleslaw Senderowicz” (fragmento), en Clarín Viva, 26 de septiembre de 1999.

Portugueses

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En “Christiano Junior, fotógrafo y escritor”, Abel Alexander y Luis Príamo se refieren a un fotógrafo de ese origen:
“José Christiano de Freitas Henriques Junior, más conocido por su nombre artístico de Christiano Junior, fue uno de los fotógrafos más importantes del siglo XIX en nuestro país. Nació en 1832 en la isla de Flores, una de las siete que forman el archipiélago de las Azores, perteneciente al por entonces reino de Portugal. En 1855 emigró al Brasil con su familia, integrada por su esposa y dos hijos. Se ignora cuándo y con quien aprendió el oficio fotográfico, pero en 1862 ya estaba instalado con estudio propio en la ciudad de Maceió, capital del estado de Alagoas, al norte del país. Dos años después se encontraba muy activo en Río de Janeiro, donde trabajó hasta su traslado a Buenos Aires”.
“El primer estudio que tuvo en esta ciudad, inaugurado en diciembre de 1867, estaba en Florida 159. Tiempo después se mudó a un local más amplio en Florida 160, que en 1875, cuando cambió la numeración de las calles porteñas, pasó a ser Florida 208. Allí permaneció hasta 1878, cuando vendió el negocio a la sociedad de Alejandro Witcomb y Guillermo Mackern, predecesores de la famosa casa Witcomb. A principios de los años setenta abrió una sucursal en Artes 118 (hoy Carlos Pellegrini), la Fotografía de la Infancia, que más tarde trasladó a Victoria 260 (hoy Hipólito Irigoyen), a cuyo frente puso a su hijo José V. Freitas Henriques”.
“Rápidamente Christiano Junior fue reconocido por la sociedad porteña como uno de los más importantes fotógrafos de la ciudad. Entre sus clientes se contaron hombres públicos notables, como Domingo Faustino Sarmiento -a quien retrató con la banda presidencial-, Adolfo Alsina, Lucio V. Mansilla o Luis Sáenz Peña. Según los álbumes de trabajo de su estudio, que se encuentran en el Archivo General de la Nación, entre abril de 1873 y septiembre de 1875 Christiano realizó más de cuatro mil fotografías, promediando la atención de unos cinco clientes diarios. En 1871 participó en la Exposición Nacional de Córdoba, donde fue premiado con medalla de oro, lo que aumentó el prestigio de la casa. Asimismo fue fotógrafo oficial y socio de la Sociedad Rural Argentina desde 1875, cuando ésta organizó la primera exposición agraria, hasta que vendió su estudio”.
“Más allá de su éxito como retratista, fue un monumental proyecto que llamó Album de vistas y costumbres de la República Argentina desde el Atlántico a los Andes lo que daría a Christiano Junior un sitial de primer orden en la historia de nuestra fotografía. La obra sería integrada por un conjunto de álbumes dedicados a diversas provincias del centro y norte del país, cuyas fotografías llevarían comentarios escritos por intelectuales notorios de cada lugar. En 1876 y 1877 Christiano publicó los dos primeros, ambos dedicados a la provincia de Buenos Aires y con doce fotos cada uno. Los textos fueron escritos por Mariano Pelliza y Angel J. Carranza y estaban impresos en cuatro idiomas: castellano, francés, inglés y alemán en el álbum de 1876, mientras que en el otro el alemán fue sustituido por el italiano” (1).

Notas
1 Alexander, Abel y Priamo, Luis: “Christiano Junior, fotógrafo y escritor” (fragmento), en ww.fotomundo.com
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Rumanos

El fotógrafo y explorador Julius Popper nació en Bucarest en 1857 y falleció en Buenos Aires en 1893. “Estudió Ingeniería en Minas en París y realizó múltiples viajes por el resto de Europa, Oriente Medio, América del Norte, México y Cuba. Establecido en la Argentina, en 1866 viajó a Punta Arenas, Chile y descubrió oro en la bahía de San Sebastián, sobre el océano Atlántico. En 1887 realizó una muestra con sus fotografías tomadas en Tierra del Fuego, junto a mapas, armas, utensilios indígenas y muestras de arenas auríferas. Fundó la Compañía ‘Lavaderos de Oro del Sud’ “ (1).
Ana Laura Pérez escribe: “Con 28 años, Popper llegó al país en 1885 atraído por el descubrimiento de oro en el Cabo Vírgenes. Culto, con sólidos conocimientos en materias como física, química y geografía, dominaba a la perfección varios idiomas y tenía un notable talento para las relaciones públicas. Dicen que fue gracias a la masonería que en poco tiempo el rumano entabló excelentes vínculos con la dirigencia política argentina, que terminó por concederle tierras para la explotación aurífera. A Popper se le permitió llevar un pequeño ejército, emitir moneda y tener su propio sello postal para el correo de sus campamentos. Apoyado por la flamante Sociedad Científica Argentina —y mientras el pionero inglés Thomas Bridges mantiene su estancia en la costa sur de la isla—, Popper es el primer expedicionario en recorrer el interior de Tierra del Fuego. Estudió su conformación geográfica, amplió la cartografía de la zona y fortaleció la presencia argentina en la frontera” (2).

Notas
1 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
2 Pérez, Ana Laura: “La biblioteca de la aventura” (fragmento), en Clarín, Buenos Aires, 6 de setiembre de 2003.

Rusos
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Anatole Saderman nació en Moscú en 1904 y falleció en Buenos Aires en 1992. “Con más de medio siglo de trayectoria, ganó fama internacional, especialmente como retratista. Fotografió a casi todos los artistas plásticos de la Argentina y a Jorge Luis Borges, Pier Paolo Pasolini, Pablo Neruda, Pablo Casals y Nicolás Guillén, entre otras personalidades de las artes y las letras. En 1982 recibió el Diploma al Mérito que concede la Fundación Konex y en 1984 fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. En 1990 fue galardonado por el Foto Club de Buenos Aires” (1).
Juan Gómez lo entrevistó en 1978. En esa oportunidad, Saderman le dijo:
"Nací en Moscú, en el año 1904. La fecha de mi nacimiento es un lío: como yo nací antes de la revolución, estaba vigente el "viejo calendario" y, según el mismo, la fecha correspondía al 22 de febrero. Pero como ese calendario, estaba 13 días retrasado -respecto al internacional actual- yo hice el cálculo y, como el año 1904 fue un año bisiesto, yo tengo que celebrar mi cumpleaños el día 6 de marzo... pero de cualquier manera -con el viejo o el nuevo calendario- yo soy de "Picis" signo con el qué, además, me siento perfectamente identificado. Mi nombre completo es Anatolyo (en ruso) o Anatole (en alemán) Boriscovich Saderman".
"Hasta esos años las cosas habían ido bastante bien para mis padres y para mis abuelos. Aunque ambos eran judíos, habían sido autorizados a residir en Moscú, dado a que habían servido a los ejércitos del Zar durante mucho tiempo. Por eso yo nací allí y viví en Moscú hasta los 14 años y medio -más o menos- ya que las necesidades económicas que se plantearon entonces y, un invierno que se presentaba muy crudo, nos llevaron a buscar otros horizontes. Toda nuestra familia -paterna y materna- partió en tren desde la capital de Rusia y llegamos a Minsk -la capital de Bielorrusia- pero estuvimos poco tiempo, ya que pronto volvimos a partir, esta vez hacia Polonia, más precisamente hacia la ciudad de Lodz, donde nuestra estadía fue un poco más larga y allí comencé mis estudios de inglés y de dibujo. Dos años después, volvíamos a emigrar, esta vez a Berlín (Alemania)... (...)"
La segunda vez que vino a Buenos Aires –relató- "fue en 1932 y me empleé en el Estudio Van Dick que estaba en la calle Rivadavia y Medrano, haciendo de todo un poco: retoque, copiado y tomas, eso me permitió tomarle la mano al estilo de aquí, hasta que finalmente decidí abrir mi propio estudio "porteño" dos años más tarde (1934) en la calle Callao 1066, casi esquina Santa Fé. (...) comencé a fotografiar rostros de intelectuales y artistas argentinos y extranjeros, muchos de ellos de paso por la ciudad (Stefan Erzia, Salvador Stringa, Pedro Tenti, Pablo Casals, Alberto Gerchunoff, Guastavino, Victorica y otros tantos que ahora, escapan a mi memoria...). A los pintores y a los intelectuales que yo invitaba a posar, no les cobraba nunca, hasta que uno de los primeros Eugenio Daneri -uno de los grandes valores de la pintura argentina- dijo: "A este muchacho hay que regalarle algo..." y me trajo una maravillosa naturaleza muerta hecha por él, que fue la base de una colección que ya iré contando. De esta forma me fui formando un "estilo" que, me acompañará durante toda mi vida" (2).
“Alejandro Wolk (Rusia,1905 - Bahía Blanca 1982) luego de una odisea europea que comprendió toda Rusia, Austria, Checoslovaquia, Francia e Italia, llegó a Buenos Aires alrededor de 1930”.
“Dueño de un extraordinario oficio se instaló en Bahía Blanca en 1938, donde fundó un estudio modernamente equipado, que más tarde legó a sus descendientes que aún continúan en la profesión con el mismo espíritu de avanzada”.
“Los retratos de Alejandro Wolk le valieron premios y recompensas en los más exigentes salones del mundo”.
“Una serie del escritor Ezequiel Martínez Estrada donde se lo ve ensimismado, en enfoque muy cercano, con un volumen escultórico, casi tridimensional, introducen un nuevo estilo en el retrato argentino”.
“Wolk fue uno de los primeros profesionales que expuso individualmente en Europa” (3).

Notas
1. Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
2. Gómez, Juan: “Un retrato del maestro: Anatole Saderman” (fragmento) Suplemento Especial de Cuarto Oscuro Nº437, Año 1 Nº2, "Homenaje a los grandes: Anatole Saderman". Ed. del Foto Club Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina.
3. Facio, Sara: La fotografía en la Argentina Desde 1840 hasta nuestros días. Buenos Aires, La Azotea Editorial Fotográfica, 1995.

Ucranios

“José Peisner –escribe Marcelo Merlo- nació en la República de Ucrania en el año 1892 en el seno de una familia de origen judío. Las duras condiciones de vida por las que atravesaba su país lo llevan a la edad de 20 años a emigrar junto a su hermano a la Argentina. Así es como en 1912 se radican en la ciudad de Rosario donde para subsistir abren un taller de marcos y donde también el hermano de José realizaba retratos a lápiz con habilidad, trabajo que por ese entonces era my requerido”.
“Si bien se desconocen los motivos que llevaron a Peisner a irse de Rosario, es fácil suponer que por su condición de ‘Nueva Capital’, La Plata lo haya seducido con su tácita promesa de futuro venturoso. En el año 1914 la ciudad de las diagonales lo recibe en un inquilinato de la esquina de 9 y 54 donde por cierto, también instala un taller de marcos. Viviendo allí conoce a Berta, una mujer de su mismo origen, y también conoce los secretos de un oficio que le daría todo lo que sus ansias de progreso deseaban y que lo acompañaría toda la vida: La Fotografía”.
“Lenta pero incansablemente, Peisner comenzó a recoger los frutos de su sacrificio. El primero de ellos fue un automóvil marca Ford que en manos de un entusiasta como él, se convirtió en medio para multiplicar sus energías. Esa nueva posibilidad de trasladarse rápidamente de un lugar a otro, fue aprovechada hábilmente y con ese vehículo comenzó a recorrer los pueblos más cercanos tomando fotografías y, a medida que la situación mejoraba, se aventuró más lejos, llegando en algunos de sus viajes hasta la provincia de Córdoba”.
“Este trabajo de fotógrafo itinerante tenía la característica que a diferencia de otros fotógrafos itinerantes de la época Peisner no procesaba las imágenes en el lugar donde las tomaba, sino que regresaba con sus placas a La Plata y allí procedía a revelarlas convenientemente y luego emprendía nuevamente el viaje para entregar el trabajo terminado. Si bien el sistema resultaba lento, permitía obtener un acabado de calidad superior”.
“Respecto a estos viajes fotográficos y a la modalidad de trabajo de Peisner, no se puede pasar por alto cierto detalle que afecta directamente al patrimonio cultural argentino, deteriorándolo considerablemente. En efecto, la mayoría de los clientes de Peisner en sus viajes, eran también inmigrantes que, deseosos de mostrar a sus parientes en Europa los progresos obtenidos se tomaban fotos en las que hacían ostentación de joyas y ropas y luego enviaban esas imágenes al Viejo Mundo. Y nos detenemos en este punto para observar que una importante cantidad de fotografías tomadas durante ese período podría catalogarse directamente como ‘mercadería de exportación’ lo que equivale a decir en otras palabras que la fuga de material fotográfico comenzó, en estos casos, directamente en el momento mismo de su realización, siendo además, un material de notable valor histórico por tratarse del registro gráfico de las condiciones de vida de los inmigrantes en la Argentina” (1).

Notas
1. Merlo, Marcelo: “José Peisner, un fotógrafo en La Plata a principios de siglo” (fragmento), en Alexander, Abel (Presidente del Congreso) y otros: 1° Congreso de Historia de la Fotografía 1° Jornada sobre Medicina y fotografía en la Argentina 23-4 mayo 1992. Florida, Congreso de Historia de la Fotografía en la Argentina, 1992.

Varios

“La Carpeta de los Diez”

“Hace cincuenta años -escribe Amado Becquer Casaballe-, Annemarie Heinrich, Anatole Saderman, Hans Mann, Jorge Friedman, Alex Klein, Fred S. Schiffer, Ilse Mayer, José Malandrino, Max Jacoby, Pinélides Fusco, todos ellos por entonces reconocidos retratistas, fundaron el que habría de ser el primer grupo independiente de la fotografía argentina”.
“El nombre que eligieron, Carpeta de los Diez, referenciaba el modo que tenían de relacionar sus obras. "Solíamos reunirnos y cada uno traía una carpeta con sus fotos, las que criticábamos" recordaba hace un tiempo Annemarie Heinrich, ‘cada uno anotaba detrás de las copias su opinión, eran comentarios breves, pero decíamos lo que sentíamos’ “.
“La idea había sido lanzada por Fred S. Schiffer, y muy pronto se sumaron Heinrich, Saderman, Jorge Friedman y los demás fotógrafos mencionados”.
“Tenían de esa manera una nueva forma de mirar y analizar sus fotografías, de producir imágenes con un criterio más profundo y al margen de los salones, si bien muchos de ellos eran jurados en el Foto Club Buenos Aires”.
“Sin embargo, el hecho de conformar un grupo no se lo interpretó ni estaba en contradicción con el fotoclub, ya que la pertenencia al grupo de la Carpeta de los 10 era una actividad privada, entre amigos, concebida para discutir sobre las fotos”.
“La primera exposición la presentaron al año siguiente, en la Galería Picasso y, poco después, en el Salón Kraft”.
“El grupo original tuvo a lo largo de los pocos años de existencia algunos cambios en su integración. Así como se fueron algunos se integraron otros, como los fotoperiodistas Eduardo Colombo y Juan Di Sandro, además de Augusto Valmitjana y Boreslaw Senderowicz”.
“La idea había sido nueva para el ambiente fotográfico de Argentina, si bien contaba en los Estados Unidos y en Europa con una larga tradición, que se había originado en la Linked Ring Brotherhood de Londres en 1892 y la Photo-Secession de 1902 en New York, con Edward Steichen y Alfred Stieglitz como principales animadores, para luego continuar en otro de los más celebres grupos de la historia que fue el f/64 Group, integrado por Ansel Adams, Edward Weston, Imogen Cunningham y otros”.
“Para la Argentina, la Carpeta de los 10 constituyó el acto inaugural de una forma distinta de encuentro entre los fotógrafos, con la intención de producir obra, analizarla y generar propuestas al margen de las instituciones o del sistema de concursos que, hasta entonces, era prácticamente hegemónica”.
“Pocos años después, en 1956, dos de los miembros originales de La Carpeta, M. Jacoby y P. Fusco, se sumaron al proyecto concebido por Sameer Makarius de crear el Grupo Forum, donde también militaron José Costa, Juan Bechis, Ricardo Ostermann, Humberto Rivas, Julio Maubecín y Lisl Steiner”.
“A diferencia de la Carpeta, el Grupo Forum tenía ideas más radicalizadas en torno a la fotografía. Cuando presentaron su primera exposición en el Museo Eduardo Sívori, Aldo Pellegrini escribió un texto donde reivindicaba a la fotografía como un medio autónomo, señalando que pretendía ‘reflejar nítida y simbólicamente nuestra forma de vivir, de sentir y de pensar, fijándola con claridad e inequívocamente por medio de la fotografía...’ “.
“De todas maneras, fue a través de La Carpeta de los 10 que se produjo un despertar en la fotografía argentina, y de esto hace ya cincuenta años” (1).


“Gran friso de una nación”

“Entre nosotros -escribe Abel Alexander-, Caras y Caretas inaugura en 1898 el periodismo gráfico con un éxito arrasador. La revista semanal contaba con un plantel estable de fotógrafos para cubrir las notas, amén de una cadena de corresponsales enviando sus fotos. Crítica (1913) y Noticias Gráficas (1931) fueron diarios emblemáticos del fotoperiodismo argentino. En ambos la cobertura fotográfica tuvo un protagonismo absoluto y estaba a cargo de los más calificados fotógrafos de prensa de la época. Las colecciones de estos dos diarios porteños se encuentran depositadas desde hace décadas en el sótano del edificio de Leandro N. Alem 246, Archivo General de la Nación. Sus actuales autoridades han tomado la determinación de intervenir la colección, cuyo total podría superar el millón de copias al gelatino bromuro de plata y que abarca el período entre 1910 1960. Su casi totalidad se encuentra en un estado de conservación pobrísimo”.
“La tarea se ha iniciado ya con Noticias Gráficas, cuyo deterioro espanta. Sorprende su riqueza y variedad. Es que aquel tabloide vespertino, volcado hacia una línea popular, captó la imaginación de sus lectores con despliegues fotográficos inusuales, lo que explica que en un solo día de junio de 1946 alcanzó la tirada de 394.000 ejemplares, increíble para la época. De los sobres atacados por la humedad y los hongos surgen joyas tomadas por Annemarie Heinrich, Sivul Wilenski, Manfred Schoenfeld y otras obras enviadas desde todas las provincias”.
“Crítica y Noticias Gráficas atesoran en sus sobres un gigantesco friso, cuyo estudio nos retrotrae hacia una Argentina de grandeza. Por ello, la iniciativa genera grandes expectativas entre los investigadores, precisamente porque el Archivo es uno de los pocos abiertos a la consulta pública. Conociendo los antecedentes del Archivo General de la Nación, no podemos dejar de preocuparnos por esta nueva iniciativa. El Poder Ejecutivo debe apoyar efectivamente con fondos y personal una tarea cuya magnitud es considerable. La fragilidad de los archivos fotográficos no admiten improvisaciones pues el precio que se paga es terrible, nada menos que la destrucción de lo que se pretende salvar”.
“Este es un proyecto de largo aliento. Deben existir los fondos necesarios para su implementación, asesoramiento de técnicos en conservación fotográfica y archivística, así como la provisión de los imprescindibles insumos para tan delicada tarea. Quienes militamos en el campo de la fotografía patrimonial hacemos votos para que este proyecto de rescate no sea una nueva expectativa frustrada” (2).

Notas
1 Bécquer Casaballe, A.: “La Carpeta de los Diez”, en www.fotomundo.com.
2 Alexander, Abel: “Gran friso de una nación”, en Clarín, Buenos Aires, 29 de octubre de 2000.

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Estos son algunos de los daguerrotipistas, fotógrafos y cineastas inmigrantes que hicieron de nuestro país su segunda patria. Junto a quienes se establecieron aquí, actuaron profesionales que sólo vivieron un corto lapso en la Argentina. Todos ellos nos legaron un patrimonio que es necesario preservar.
Imágenes:
Retratos por Annemarie Heinrich. Museo Casa del Teatro. Buenos Aires, 2008.
Facio, Sara (Selección y texto) WITCOMB, Nuestro Ayer. Buenos Aires, LA AZOTEA Editorial Fotográfica s.r.l., 1991.
"El naranjero", por Christiano Junior,
Archivo General de la Nación, tomada de www.geocities.com/abelalexander/chjunior2.htm
Carlos Alonso y su hija Paloma, fotografiados por Anatole Saderman (www.lanacion.com.ar)



Inmigrantes en fotografías

Indice
1 Introducción
2 En el Hotel de Inmigrantes
3 Buenos Aires 1910. Memoria del porvenir
4 Una muestra permanente
5 El tesoro de la memoria
6 Aquel Viejo Siglo XX
7 Buenos Aires al sur 1864-1954
8 Colección de César Gotta
9 ¡Mascarita...!
10 Buenos Aires, puerto de inmigrantes
11 Destierros
12 Pan y Manteca
13 Notas

En esta monografía me ocupo de las muestras de fotografías tomadas a los inmigrantes que llegaron a la Argentina y de las muestras multimedia que incluyeron fotografías
con esa temática.

Introducción

Abel Alexander, miembro de la Sociedad Iberoamericana de Historia de la Fotografía, escribe en 2001: "de todos los objetos del pasado, las fotografías antiguas son uno de los más frágiles. Afortunadamente, en los últimos veinticinco años se ha conformado en nuestro país un poderoso movimiento de rescate y valorización de estas valiosas imágenes. Abarca tanto el campo de la preservación y conservación como el de la investigación histórica de la fotografía. En tal sentido se viene trabajando en colecciones públicas y privadas. Las primeras son atesoradas por museos, archivos históricos, bibliotecas o entidades oficiales. Las segundas están en manos de un grupo creciente de coleccionistas apasionados por el rescate de la últimas imágenes del pasado" (1)
En los últimos años del milenio que pasó, y en los primeros de éste, varias muestras exhibieron fotos de quienes llegaron a nuestra tierra en busca de un futuro mejor. Se los retrata en diversos aspectos de su vida cotidiana, en la tierra natal, el barco y la nueva tierra. Algunas de estas fotos proceden de colecciones públicas y privadas; otras, han sido facilitadas a los organizadores de las exposiciones por los descendientes de los inmigrantes, quienes aumentan con su donación un archivo fotográfico celosamente conservado.

En el Hotel de Inmigrantes

El Museo Nacional de la Inmigración, que funciona en este edificio, exhibe fotografías sobre diversos aspectos de este fenómeno social. Por la "Calle Histórica", restaurada por Augusto Oneto, se accede desde el Desembarcadero a la salida o a la "Calle del inmigrante", que llega al Hotel, diseñada por Matilde Oyharzábal y el arquitecto Alberto Boselli. En este espacio –nos dice la paisajista- ubicaron imágenes realizadas con computadora a partir de fotos: "Y allí están –en esas gigantografías que hemos colocado frente al Hotel- en un presente perpetuo e inolvidable que evoca en la lejanía el sueño industrial de nuestra patria" (2).
Quienes se interesen por la sociedad de principios de siglo, encontrarán una selección de la muestra Buenos Aires 1910. Memoria del Porvenir, que vimos en el shopping Abasto de Buenos Aires.
En las paredes del comedor, se recuerda a los antecesores del Hotel, desde la primera sede en el año 1825 en el convento de los Recoletos, de donde pasó luego a la calle Corrientes 8 y posteriormente a los barrios de Palermo, Barracas, Caballito, San Fernando y Retiro, hasta llegar a su actual emplazamiento. Varios paneles cuentan la historia de los Hoteles de Inmigrantes, constituyéndose una manera ágil de ofrecer información. Muchas fotografías ilustran acerca de la vida en el Hotel y reproducen afiches publicitarios. Se exhibe una foto de los pasajeros del vapor "Asturias" que llegó a Buenos Aires en 1932 procedente de Southampton, Inglaterra; y afiches de los buques que partían de Génova –el Alsina, Pincio, Mendoza y Cesare Battisti- y del Lloyd Real Holandés.
"Al final del comedor se ve una foto inmensa, casi de tamaño natural, del salón habitado por los inmigrantes. La mezcla de ropa, los pies descalzos, los pomposos sombreros que emergen de la escena. El lugar conserva las propiedades del tiempo y es una lupa inmensa para mirar nuestro pasado. Se puede ser testigo de lo que alguna vez fue el sueño ideal" (3).
En el lobby se exponen baúles y diferentes objetos -los instrumentos de un peluquero, un reloj despertador, un bordado- y un escritorio con su máquina de escribir y su calendario. Preside esta valiosa colección el mosaico de fotos de inmigrantes realizado por el diseñador Francisco Gregoric. Paneles distribuidos a lo largo del recinto muestran los rostros de algunas de las personas que se hospedaron en el hotel y cuentan tres historias de inmigrantes, provenientes de Galicia y de Copenhague, narradas por ellos mismos o por sus descendientes.
Para seguir haciendo públicos esos recuerdos, los responsables del Museo -profesor Jorge Ochoa de Eguileor y arquitecta Graciela Seró Mantero- proponen a quienes los tengan en su poder que les hagan llegar –en guarda o préstamo- memorias, fotos, documentos y objetos que contribuyan a describir su pasado o el de sus mayores, afincados definitivamente en nuestra tierra.

Buenos Aires 1910. Memoria del porvenir

En 1999, en el Patio del Zorzal del shopping Abasto de Buenos Aires, se presentó una muestra multimedia que reunió "400 objetos y 400 imágenes provenientes de 40 archivos públicos y privados". La misma fue organizada por el Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo, el Fondo Nacional de las Artes, la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, The Getty Research Institute for the History of Art and the Humanities y el Banco Mundial. Contó con un benefactor fundador y benefactores nacionales y asociados y con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Nación, la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y la UNESCO.
Había fotos, objetos –muchos de ellos hallados en excavaciones-, mapas, maquetas, imágenes de un pasado del que quedan innumerables vestigios. En muchas de esas fotos se advierte cómo la "Gran Aldea" se convirtió en una ciudad pujante, que cobijó en sus viviendas la fastuosidad y la miseria. Sobre la condición precaria de algunos habitantes, nos habla la foto de la casilla construida con latas en la que se guarecía de la intemperie un marginado. El nivel de vida del que gozaban otros estamentos de la sociedad argentina se evidencia en las fotografías que nos muestran una urbe deseosa de semejarse a las ciudades europeas. Las vistas nocturnas mostraban una ciudad que se engalanaba, en medio de sus contrastes.
Uno de los temas importantes dentro de esta muestra fue la inmigración. La información que acompañaba las fotografías señalaba que entraba al puerto un inmigrante cada dos minutos, y salía uno, cada seis. Pude ver un Baedeker de la Argentina (una guía para viajeros) y fotos del Hotel de Inmigrantes.
Entre el material relacionado con los inmigrantes llamaba poderosamente la atención la imagen de una familia vestida de negro, reunida alrededor de un hombre que llevaba un traje, sentado en una silla como lo habría hecho en tantas otras oportunidades. Hasta aquí no se advierte nada asombroso, pero la sensación de quien mira la foto cambia cuando se entera de que ese hombre estaba muerto y ése era su velorio. Alguien del público dijo que esa foto se tomaba habitualmente, para mandarla al país de origen y demostrar que el familiar había muerto en la nueva tierra. El guía corroboró minutos después esa afirmación.
Al finalizar el trayecto entre testimonios que hablaban de adelantos edilicios, de los festejos del Centenario, del periodismo de la época y de muchos otros temas, el visitante que lo deseaba solicitaba una fotografía impresa en el momento, que elegía entre las que se veían en una computadora.

Una muestra permanente

Al entrar al hipermercado Coto, justo frente al Shopping Abasto de Buenos Aires, un cartel de considerables dimensiones invita a los clientes a realizar "Una visita al Buenos Aires Antiguo", a través de las series de fotos colgadas en las paredes contiguas a las escaleras de acceso a los salones de venta.
La primera de estas series se titula "Vistas de la ciudad". Consta de siete fotos tomadas entre 1910 y 1915, en las que se pueden apreciar diversos rincones porteños, como el Paseo de Julio, el Paseo Colón, las calles Bartolomé Mitre, Sarmiento, Suipacha y Defensa, y la feria de la calle Iriarte en Barracas.
El segundo grupo evoca el puerto entre 1910 y 1915, por medio de las fotos de los bomberos, el Mercado de Frutos, una vista del Riachuelo, otra de La Boca y una imagen del embarque de carnes. A estas imágenes les siguen cuatro escenas de la vida de los inmigrantes, que tuvieron lugar entre 1900 y 1912. En la primera de ellas se ve un grupo de inmigrantes españoles comiendo en la cubierta en platos de lata, en forma muy precaria, antes de descender. Le sigue una foto de los recién llegados bajando de un barco y otra de éstos esperando. La última –muy difundida, por cierto-, muestra el transporte de sus equipajes.
En el primer piso encontramos la cuarta serie-1900-1915-, en la que se recuerda a los vendedores ambulantes. Las imágenes de un pescador, un vendedor de cebollas, un verdulero, un masitero, un cigarrero y un carnicero nos permiten conocer cómo se comerciaba a principios de siglo. El quinto grupo, por último, se refiere a los Festejos del Centenario de la Revolución". Reúne tres imágenes referidas a la Gran Manifestación Patriótica" y a la Exposición Internacional de Ferrocarriles y Transportes Terrestres.
Las imágenes que integran estas cinco series han sido tomadas por la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados, la revista Caras y Caretas, Harry Grant Olds, David Mazziotti, León J. B. Lacroix y autores anónimos. Las mismas proceden de la colección del Archivo General de la Nación, el Museo de la Casa Rosada, la colección Mateo Giordano, la colección E. Y N. Mazziotti y la Colección de la Biblioteca Histórico Científica de Olivos.

El tesoro de la memoria

En marzo de 2001 pudo verse en el Palais de Glace esta exposición, que lleva por subtítulo El aporte italiano a la vida argentina. Sobre ella se escribió: "Las huellas que dejaron los inmigrantes italianos en la Argentina, a partir del siglo XIX, podrán rastrearse ahora en sus fotografías, su ropa, su música, sus obras de arte y sus instrumentos de labranza. (...) La muestra, un homenaje a ‘esos hombres y mujeres decididos, que enfrentaron el océano y la incertidumbre apostando a una vida digna en un país que les diera cobijo', incluirá desde el ‘calientacamas’ que se usaba para mitigar el frío en las húmedas habitaciones del conventillo hasta los planos originales de la Casa de Gobierno, el Cabildo y el Congreso" (4).
"Habrá objetos tan cotidianos como el álbum de fotos familiares de la época, el vestido de novia de la nona, (...) y el infaltable baúl antiguo" (5).

Aquel Viejo Siglo XX

En la Biblioteca Manuel Gálvez de Buenos Aires, dirigida por Liliana Colecchia, se inauguró en el invierno de 2000 una "retrospectiva de las primeras décadas del siglo en todas las manifestaciones socioculturales", coordinada por la profesora Lucía Gálvez y auspiciada por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y Ledesma SAAI.
El material fotográfico presentado en forma permanente es sólo una parte de la colección de Fotos Antiguas de la Biblioteca, las cuales son conservadas por Gabriela de Antueno, Felicitas Luna y Estela Deveaux. Se exponen reproducciones tomadas, entre otros, por Crhistiano (sic) Junior, Samuel Boote, A. Witcomb, la Sociedad de Fotógrafos Aficionados y A. Rigaud. Acompañan a las mismas textos firmados por Jules Huret, Georges Clemenceau, Miguel Angel Cárcano, Anibal Latino, Eduardo Mallea, Leopoldo Marechal, José Luis Romero, Raúl Scalabrini Ortiz, Pedro Herrero, Delfina Bunge, Manuel y Lucía Gálvez y Jimena Sáenz.
La curaduría estuvo a cargo de Lucía Gálvez y el diseño y montaje fue realizado por Federico Fischbarg, Patricio López Méndez y Gabriel Miremont. Un subsidio de la Dirección Nacional de Bibliotecas de la Ciudad de Buenos Aires permitió a las responsables trabajar, desde noviembre de 1998, en la recuperación de las fotos antiguas. Lo expuesto evidencia el esfuerzo de las mencionadas, quienes esperan la donación de material de aquellos que quieran contribuir a aumentar el acervo de esta institución.
La muestra incluye imágenes de la Plaza de la Victoria antes de ser Plaza de Mayo, de las Plazas de Mayo, Libertad y Recoleta, de colegios y escuelas, hospitales, asilos de huérfanos, la Casa Cuna o Inclusa, maternidades, centros de salud y vacunación, ferrocarriles, iglesias, bancos, palacetes y casas, paseos y calles.
El ser humano es una presencia importante en las fotos seleccionadas, en las que se evocan pescadores, trabajadores rurales, madres con sus hijos, médicos. Personalidades de la cultura de la época aparecen en dos de ellas: la tomada en ocasión del homenaje tributado a Güiraldes por el éxito de Don Segundo Sombra, y la que retrata a José Ingenieros y Manuel Gálvez.
Integran la retrospectiva, asimismo, los videos realizados por María Flores, que llevan por título "El despertar del siglo" y "Del 20 al 30", y las conferencias sobre historia, letras y música dictadas, entre otros, por Félix Luna, María Esther Vázquez, Hebe Clementi, María Sáenz Quesada, León Benarós, María Rosa Lojo, Sergio Pujol y José María Castiñeira de Dios.

Buenos Aires al sur 1864-1954

En marzo de 2001 se llevó a cabo esta exposición, en la Casona de los Olivera, en la ciudad de Buenos Aires, en la que se presentaron "espléndidas imágenes de la zona (...) en el marco de un ambicioso proyecto: refundar el Sur mediante un programa de inversión pública y privada. El desafío, a cargo de la Corporación Buenos Aires Sur –una sociedad del Estado fundada hace un año por el Gobierno de la Ciudad-, supone despertar el interés de los vecinos no desde la mirada nostálgica, sino desde un punto de vista constructivo, capaz de imaginar un destino mejor para el Sur. Revertir la percepción que se tiene de ese olvidado rincón de la ciudad no sería posible sin el valioso aporte del patrimonio fotográfico, que como destaca Luis Príamo –curador y encargado de buscar en los archivos este riquísimo material- llegó a nuestros días gracias a lo que los mismos porteños supieron conservar de su pasado" (6).

Colección de César Gotta

En diciembre de 2001 Gotta expone en la Fotogalería del Teatro San Martín, "una selección de fotografías del siglo XIX. El público puede apreciar allí las obras originales, ya que se axhiben con todas las protecciones lumínicas necesarias. La muestra –que mezcla daguerrotipos con decenas de fotos antiguas- revela un rico panorama de los usos y costumbres de un país que ya fue. Gracias a las imágenes captadas por las cámaras de autores como Ansaldi, Halitsky, Santos Castillo, Rigod, Chandler, Moody, Rimathé y otros fotógrafos anónimos, los espíritus curiosos de este siglo recién estrenado podrán ver cómo se vivía en el siglo XIX, cuando la Argentina tenía todo el futuro por delante" (7).

¡Mascarita...!
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En "El siglo disfrazado", Mauricio Kartun analiza la relación del Carnaval con la inmigración: "Fue con el vendaval inmigratorio de principio de siglo que la farra desbordó todo orden institucional, la mascarita se independizó, y el disfraz pasó a ser un atributo de fenomenal creatividad individual, un orgullo familiar en el que las mujeres de la casa lucían su solvencia con el molde y la aguja".
Una vez disfrazado el niño, debía fotografiárselo, para enviar esa imagen al país de origen: "Colas de una cuadra en Foto Bixio, o en Pascale, bajo el sol calcinante de febrero, ese que aseguraba con el resplandor de la primera tarde los mejores contrastes en la vidriada galería de pose del estudio. ¿Cómo testimoniar sino allá en el terruño el prodigio de costura, las costumbres, el crecimiento y la belleza de los chicos, engalanados y maquillados?"
El afianzamiento de la inmigración hizo que cambiaran los disfraces elegidos por las madres para sus hijos: "Viejas fotos. Sólo eso queda de aquella magnífica pasión por el disfraz. De pierrot, sobre todo, hasta los años 20 en que las colectividades tomaron peso propio. De allí en más predominaron los baturros, toreros y gaiteros asturianos, las majas, las gitanas, y los vascos pelotaris con sus paletas en miniatura, o su versión lechera con los tarros también a escala. Napolitanas, damas venecianas, y polichinelas certificaban el amor a Italia."
Fotos que se enviarían a los parientes que tanto se extraña: "Atrás unas líneas ya casi ilegibles: ‘Cara mamma: le invio una fotografia del mio Cesarino. Veda come cresce bello e grasso. Chi manca tanto. Sua cara figlia, Renza’. En la foto, un pequeño soldadito garibaldino. Un sombrero emplumado, y una descolorida mirada melancólica" (8).
Se enviaban, para ocasiones especiales, postales con retratos familiares, editadas por los estudios de fotografía. "Hoy, los coleccionistas aún las encuentran circulando en mercados de Italia y España con sellos argentinos: habrían sido enviadas por familiares que emigraron al país" (9).
En febrero de 2003, en la Fotogalería del Teatro General San Martín de la Ciudad de Buenos Aires, se exhibe la muestra ¡Mascarita...! Colección Mauricio Kartun, integrada por fotos reunidas por el dramaturgo a lo largo de años, de las cuales Juan Travnik hizo una selección. Se contó, además, con la colaboración de Abel Alexander y Luis Príamo.

Aquellos carnavales

En el verano de 2002, se llevó a cabo en el Centro Cultural Recoleta la exposición El carnaval: la fiesta del disfraz. La misma incluyó una muestra de viejas imágenes que se tituló Aquellos carnavales. Alegre mascarita que sonríes al pasar.

Buenos Aires, puerto de inmigrantes

En junio de 1999, en la Pared de Ensayos Fotográficos de la Mediateca de la Alianza Francesa de Buenos Aires, se realizó la muestra de Raquel Biggio a la que nos referimos. Sobre esta exposición se dijo: "Evocar la estremecedora experiencia de cada inmigrante al acercarse a la costa argentina y las sensaciones de esperanza y temor al pisar nuestras playas equivale a vivir en silencio la historia nunca escrita del inmigrante anónimo, ese mismo que a través del tiempo fue un constructor fundamental de nuestra Argentina".

Destierros

También en la Pared de Ensayos Fotográficos de la Alianza Francesa de Buenos Aires se pudo apreciar en octubre de 1999 la muestra que llevó este título, realizada por Fernando Gutiérrez. La misma llevó como epígrafe la muestra de Eduardo Mallea que dice: "Lo que tiene nuestro destino de nuestro y de distinto es lo que tiene de parecido con nuestro propio recuerdo".
Esta muestra está integrada por diecisiete fotografías dispuestas en cuatro grupos, que marcan un recorrido desde un ayer no tan lejano hasta el hoy que busca eternizarlo y comprenderlo. Entre estas imágenes hay varios retratos: una mujer, un militar, la ajada foto de un rostro, niños con juguetes, un joven con traje y moño, un niño vestido de marinero en el día de su Primera Comunión, un hombre ya a nuestra usanza, con traje y corbata. Cabe destacar que ninguna de estas fotos tiene adjunta información sobre las personas a las que pertenece; sólo sabemos que Gutiérrez agradece a los autores de los retratos de sus familiares, mas no nombra a sus antepasados, quizás con la intención de compartir una experiencia que atañe a muchos.
Encontramos asimismo paisajes: un cementerio, el camino, el mar, una calle en la ciudad y, junto a ellos, la foto de un pasillo con varias puertas que podrían indicar simbólicamente las opciones que se presentan ante el receptor de la obra.
Un matutino afirma que el fotógrafo "rescata los rastros de otro país que pasó a la historia: la Argentina de los primeros inmigrantes" (10). Es probable que sea así, pero en la muestra no se hace mención de la procedencia de los retratados ni de los lugares a los que se los liga mediante la yuxtaposición de imágenes. Gutiérrez se propone "ir al pasado, tratar de reconstruir retazos de memoria transmitida de manera confusa y desordenada, leer miradas, buscar parecidos. Armar un álbum familiar trunco a modo de espejo, lleno de ausencias y dudas, para intentar unir piezas que sólo pretenden entender el pasado para continuar en el presente" (11).

Nosotros los gringos

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" 'Nosotros los gringos' es un viaje humano y afectado en el mundo de los descendientes de los emigrantes friulanos en Argentina. La exposición, exhibida ya con éxito en Buenos Aires, Houston y Berlín antes de aterrizar en Friuli, cuenta las historias de los "friulanos de ultramar": rutina diaria, victorias y derrotas, los lazos con la familia y la tierra de origen, vista con la sensibilidad de un artista que busca las raíces y su pasado.
Así es cómo se expresa la fotógrafa:
'Deseo celebrar la vida lejos de las grandes metrópolis. Inevitablemente las imágenes que domo parecen emerger no de la verdad corriente, sino de un imaginario mio personal, desde mi antigua memoria'.
Para contar la historia con imágenes. Para contar la vida de los descendientes de los colonos friulanos en Argentina con la fotografía. Capturando con los flashes instantáneos los momentos más íntimos y más diarios de la existencia, de los sabores y de los olores de tierras lejanas, la robustez de las raíces nunca olvidadas. Éste es el proyecto llevado adelante con esmero y la gran pasión por María Zorzon, artista argentina e hija de una familia que desciende justamente de esos colonos que, yéndose de Friuli, llegaron al norte del continente suramericano para cultivar tierras e intentar fortuna. Es la vida de "gringos", la que ha documentado María. De aquellos que trabajaban en el campo y, a pesar de abandonar sus propias casas en Friuli, no se habían olvidado de sus orígenes, conservados y guardados con celos incluso con el uso del idioma friulano. Fotografías, disparos en blanco y negro y en sepia que atestiguan la existencia en Argentina - y en particular en Santa Fe - de una identidad cultural fuertemente radicada y bien visible en los rostros, en los ojos, en las expresiones de los hombres y de las mujeres retratados . Una identidad mantenida hasta cuando fue posible, hasta cuando - a mediados de los años 60 - la crisis agrícola obligó a los gringos a trasladarse más al oeste y a los más jóvenes a mudarse a las ciudades, con la consiguiente e inevitable dispersión de esos rasgos culturales y lingüísticos que habían tenido firme la comunidad friulana en el norte de Argentina. Una historia fotográfica que toca y comueve profundamente, sin embargo también sugestiva y fuertemente evocativa también. Un viaje para descubrir quienes son y como viven los descendientes de los primeros friulanos en Argentina. Un proyecto - el ideado y realizado por María Zorzon - que quisiera involucrar también a la gente de Friuli, para fotografiar y retratar de una manera 'similar y paralela' a cuanto hecho con los descendientes en Argentina. La idea final - explica de hecho María - es la de explorar las semejanzas de identidad entre los emigrantes friulanos que viven en Avellaneda (Buenos Aires), los descendientes de los colonos del norte de Santa Fe y los friulanos que viven en Friuli" (12).

Pan y Manteca
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A la abuela Lola, venida de Logroño, homenajea Fernando de la Orden, en la muestra "Pan y Manteca".
Acerca de la misma, afirma Raquel Garzón:
"Este tiempo es un catálogo de prisas, un sitio de sirenas y estallidos. Tan hondo es el ruido, tan firme la noche, tan temible que nos pesque la lluvia sin techo o cobijo, que vamos por las calles con mandato de resistir y nos peinamos el alma cada día, más por deporte que por convicción, recordando cómo, allá lejos en la infancia, fueron reales y nuestros la sopa caliente, el cuento antes de dormir y la cabeza feliz sobre la almohada. Había una vez, la ternura...
Será por eso, porque el mundo de hoy -Buenos Aires, principios de siglo- es todo menos una fruta madura o un parque de diversiones o un silencio de pradera -benefactor y puro-, que agradezco estos días con Lola.
Cinco años, me dicen, llevó recogerlos en formato de libro, pintarles la cara de papel fotográfico, vestir las luces y asombros de sus malabares y milagros de mujer, madre y abuela.
Seguirla con tretas de voyeur y cámara al hombro hacia la cocina, el cuarto y los cansancios o al patio a tender la ropa, a colgar al viento desvelos y sueños, y tejer con forma de bufanda o de pulóver la posible alegría.
Han valido la curiosidad y la paciencia: el pago es este manojo de fotos que desnudan queridos rincones y queribles espejos en los que nos reconocemos humanos y pacientes, sedientos de abrigo, nietos por melancolía y adopción.
No hay neutralidad en las imágenes de Fernando ni objetividad fotográfica ni pretendida distancia. Más bien, un homenaje de orgullo y afecto, la nostalgia de cierto reino (¿el del pan con manteca, los abrazos, el rin-traje?) y la certeza íntima, secreta, corajuda de que existe todavía en algún punto del mapa un lugar que podemos llamar hogar, mientras soñamos con volver a casa" (13).

.....

Las fotos exhibidas en estas muestras son sólo algunas de las que se dispone. Muchas más están en colecciones públicas y particulares, y se reproducen con frecuencia en libros, diarios y revistas. Ver estas imágenes nos permite comprender más a quienes llegaron a nuestra tierra, nos permite imaginar sus vidas llenas de sacrificio y esperanza.

Notas

1 Alexander, Abel: "Imágenes de la patria vieja", en Clarín Viva, 16 de diciembre de 2001.
2 Ohyarzábal, Matilde: "Memoria descriptiva", en Casa FOA 2000.
3 La Voz del Interior on line, Córdoba, 24 de julio de 2002.
4 S/F: "El tesoro de la memoria", en La Nación, Buenos Aires, 18 de febrero de 2001.
5 S/F: "La memoria de la nona", en Clarín Viva, Buenos Aires, 11 de marzo de 2001.
6 Gambier, Marina: "Refundar el Sur", en La Nación Revista, Buenos Aires, 16 de diciembre de 2001.
7 Alexander, Abel: op. cit.
8 Kartun, Mauricio: "El siglo disfrazado", en Clarín Viva, Buenos Aires, 20 de febrero de 2000.
9 Muzi, Carolina: "Fina estampa", en Clarín Viva, Buenos Aires, 21 de julio de 2002.
10 S/F: "Fotografía", en Clarín Viva, 17 de octubre de 1999.
11 Folleto de la muestra.
12 Bazzaro, Mariateresa: "fotografia: María Zorzón", en http://www.festivaldetango.it/html/es/prog_arte_mariazorzon.html.
13 Raquel Garzón, en Pan y Manteca. Buenos Aires, Asunto Impreso, 2001. (Colección Orbital).

 

 
 

 

 
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