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SACERDOTES, FRAILES Y RELIGIOSAS
Indice
1. Alemanes
2. Belgas
3. Croatas
4. Eslovenos
5. Españoles
6. Franceses
7. Irlandeses
8. Italianos
9. Polacos
En este trabajo compilo información acerca de algunos de los sacerdotes, frailes y religiosas que llegaron a la Argentina entre 1850 y 1950. Incluyo entre ellos a Don Orione ya que, aunque vivió sólo algunos años en nuestro país, en ese tiempo llevó a cabo una obra de gran importancia. Incluyo testimonios de quienes conocieron a sacerdotes, frailes y religiosas inmigrantes.
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El sacerdote Federico Grote nació en Munster en 1853 y falleció en Buenos Aires en 1940. “Llegó al país en 1884 y se vinculó a los sectores católicos liderados por Pedro Goyena y José Manuel Estrada. En 1892, para contrarrestar la influencia de las ideas socialistas entre los trabajadores, fundó los Círculos de Obreros Católicos. Intervino en apoyo de la jornada laboral de ocho horas y otras leyes obreras”.
“En 1892, el padre Federico Grote fundó el primer Círculo Obrero Católico. Nacido bajo la inspiración de la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII (1981), estaba destinado a contrarrestar la influencia de las ideas socialistas y anarquistas entre los trabajadores. Era el primer intento de la Santa Sede para esbozar una doctrina social. En 1912, los círculos ya eran 77. En 1912, el padre Grote fue reemplazado por monseñor Miguel De Andrea, entonces secretario del arzobispo de Buenos Aires. Los círculos fueron absorbidos por la Acción Católica Argentina” (1).
“Luego de que León XIII diera a conocer la encíclica Rerum novarum, el sacerdote Guillermo Grote fundó en 1894 los Círculos de Obreros Católicos. Con ellos organizó un periódico La Defensa, que más tarde fue sustituido por el diario El Pueblo (aparecido hasta 1960) en los que difundía los Principios de la Doctrina Social de la Iglesia”.
“En el año 1902, el padre Grote fundó la Liga Democrática Cristiana. En 1911 se transformó en Unión Democrática Cristiana. Esta se disolvió en 1919 y a principios de la década del '20, se reunieron nuevamente los integrantes de la ex Unión Democrática Cristiana, bajo el nombre de Unión Democrática Argentina” (2).
Acerca de algunos sacerdotes alemanes, afirma Maja Lukač de Stier: “las religiosas de San Vicente de Paul (...) llegaron a Buenos Aires en 1934 y se instalaron en condiciones casi infrahumanas en Dock Sud, donde –con ayuda de sacerdotes alemanes y algunas damas criollas- fundaron el Colegio Cristo Rey” (3).
“Paulina von Mallinckrodt nace el 3 de junio de 1817 en Minden, Westfalia, como hija mayor de Detmar von Mallinckrodt, de religión protestante y alto funcionario de gobierno del estado de Prusia y de su esposa, la baronesa Bernardine von Hartmann, de religión católica, oriunda de Paderborn. (...) El 21 de agosto de 1849 funda la Congregación de las Hermanas de la Caridad Cristiana, Hijas de la Bienaventurada Virgen María de la Inmaculada Concepción. (...) El 14 de abril de 1985 Su Santidad Juan Pablo II beatificó a la Madre Paulina reconociendo en su vida un modelo y mensaje válido para el hombre de hoy. (...) Hoy las Hermanas continúan la obra de la Madre Paulina en Alemania, Argentina, Chile, Estados Unidos, Italia y Uruguay” (4).
Notas
1. Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
2. S/F: “Antecedentes de la democracia cristiana en Argentina”, en www.dc.org.ar.
3. Lukač de Stier, Maja: “Aportes de la colectividad Croata en Argentina”, en Studia Croatica, 1986. Resumen en www.klapaba.com.
4. S/F: “Biografía”, en www.mallinckrodt.esc.edu.ar/tmadrepaulina.htm.
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Raúl Agustín Entraigas relata la biografía del padre Polidoro Segers:
“¡Qué hombre extraordinario fue don Polidoro A. Segers! Nació el 7 de mayo de 1852 en Gante, Bélgica. Era oriundo de una noble familia flamenca, los condes de Van Laer. Su abuelo, Adrián Segers, fue uno de los que se jugaron por la independencia de Bélgica. Estuvo a punto de ser quemado vivo por los enemigos, lo que le valió las medallas de la Legión de Honor y la de la Orden de Leopoldo”.
“Cuando, después del 70, en Buenos Aires se respiraba paz y se vivía de Ia abundancia que proporcionaban nuestros campos ubérrimos (era nuestra era augustana ... ) los argentinos pensamos en la buena música. Y nuestros abuelos tendieron la vista hacia París. Solicitaron un cuarteto clásico. Y vino. Tocaba el piano un joven de 22 años, de buena presencia, cabello rubio, ojos celestes, mirada penetrante, frente amplia y además cordial: era Polidoro A Segers”.
“El director del conservatorio a quien se había pedido el cuarteto, puso los ojos en él, lo invitó y Polidoro aceptó. En Buenos Aires fue maestro de música y canto. Las jóvenes más distinguidas de nuestra sociedad aprendieron de él a interpretar a Liszt, a Beethoven y a Chopin. Pero no lo sedujeron. El había dado palabra a una joven parisina, María Craemers, la hizo venir y el 20 de febrero de 1875 se desposaron en la iglesia de San Ignacio”.
“Y era feliz. Ganaba dinero. Era querido por cuantos lo trataban. Pero a su espíritu inquieto esto no le bastaba. Se empeñó en estudiar medicina. Junto con el doctor Gutiérrez, Ramaugé y Milone estudiaban de noche la ciencia de Hipócrates. De día, trabajo; de noche estudio hasta caldearse los cascos”.
“Segers tenía ya 34 años. Cuando se trató de dar examen, se encontró con que necesitaba título habilitante para ingresar en la Facultad... ¿Qué hará? ¿Plantará todo? ¡Qué esperanza! Esperará. El tiempo y el ingenio le darían medios para llegar. Entre tanto se le cruzó una oportunidad magnífica para conocer Tierra del Fuego”.
“Iba don Ramón Lista a explorar aquellas regiones y a sentar definitivamente nuestra soberanía sobre ellas. Necesitaba un médico. Ningún profesional criollo quiso arriesgarse en esa "patriada". El poeta Olegario V. Andrade, padre político de Lista, lo exhortó e embarcarse y Segers no se hizo de rogar...”.
“Con los conocimientos científicos que poseía no le pareció imposible ser ‘cirujano de segunda’ en la expedición... Y en noviembre de 1886 lo tenemos sobre el Villarino rumbo a Tierra del Fuego”.
“Como capellán iba el padre José Fagnano, salesiano. Se hicieron grandes amigos. Cuando pisaron tierra firme en San Sebastián, y los 25 hombres de Lista y del capitán Marzano hicieron fuego sobre los onas, dejando sobre la virgen tierra fueguina 28 cadáveres, el sacerdote y el médico se levantaron, coléricos, en nombre de la justicia y de la humanidad”.
“En su interesante obrita Hábitos y costumbres de los Onas describe don Polidoro la impresionante muerte de un joven de 18 años, atrincherado en una roca, con sólo su arco... Recibió 28 balazos, sin contar el tiro de gracia. Su perro estuvo llorando toda la noche al lado del heroico ona. Cuando a la mañana siguiente fueron el capellán y el médico para enterrar el cadáver del mancebo, vieron un espectáculo macabro: el perro se había comido todo lo que pudo de su amo, como para que esos despojos queridos no cayeran en manos enemigas...”.
“Desde aquel día, siempre que había que vérselas con indios, eran Segers y Fagnano los encargados de parlamentar. La primera vez que les tocó la no fácil misión, se vieron en figurillas cuando toparon de buenas a primeras con una tribu. Estaban ambos perplejos. Entonces el médico -narra Fagnano- comenzó a hacer piruetas, a dar saltos y otras niñerías. Fue la salvación de ambos. Los indios bajaron sus arcos y se acercaron, riendo, a los embajadores. Desde entonces fueron los amigos de los onas”.
“Y cuando a principios de enero de 1887, en Bahía Thetis, se levantó la primera capilla, donde celebró monseñor Fagnano, fueron las manos piadosas de Segers las que más trabajaron en los rudos menesteres de albañil y carpintero. El fue quien juntó flores en la selva y aderezó admirablemente aquella humildísima Casa de Dios”.
“Se trataba de bautizar a los indios. Para ello había que vestirlos, antes. Pues bien: la carpa de don Polidoro se transformó en sastrería y él, tijeras en mano, cortaba y cosía mientras Fagnano instruía a la indiada”.
“El 3 de enero: primera misa del Prefecto Apostólico en sus tierras. Hasta entonces no había podido celebrar misa por falta de altar portátil”.
“El 25 de enero estaban de nuevo en Carmen de Patagones. De ahí a Buenos Aires”.
“Sin duda el doctor Segers en el Sur comió calafate. Dice la leyenda que el que come calafate siempre vuelve al Sur. El hecho es que a fines de junio de ese año, ya encontramos a don Polidoro embarcado en un funesto barco, el Magallanes, que hacía su primer viaje al Austro”.
“¿A dónde iba con su esposa y sus hijos Carlos, Alfredo y Graciela? Volvía a la Tierra del Fuego. Había ahorrado unos 8.000 $ y los iba a invertir en ovejas. De paso estudiaría a los onas, yaganes y alacalufes del punto de vista de su especialidad. Para vivir: el sueldo de médico de ese territorio nacional”.
“Pero sucedió que el golfo de San Jorge los recibió con una de esas borrascas que sólo conocemos los que hemos viajado por ahí... Al llegar a Puerto Deseado, el viento amainó. Pero la marea bajaba. Y cuando en esa ría, la marea baja, tiene el agua una fuerza exorbitante. Cosa que el capitán del barco, Teniente de Navío Méndez, ‘el gallego Méndez’ como lo llamaban, parecía ignorar”.
“El hecho es que cuando entró en la ría y quiso dominar al Magallanes, la tremenda violencia de las aguas lo arrojó sobre la famosa Piedra del Diablo. Eran las 14. El barco crujió. Los pasajeros ruedan por la cubierta. Las mujeres y niños lloran. Se descuelgan los botes. Estaban repletos de víveres. Al agua con ellos. Cunde el pánico. El barco se escora a estribor...”.
“ ‘Primero las mujeres y los niños...’ Segers coloca a su mujer y a sus hijos en el bote que hace agua. Mientras unos reman, otros baldean... Luego corre a su camarote. Va a buscar sus 8.000 nacionales. Un guardia, con rémington, le impide entrar. Vio don Polidoro que a otro que insistía, lo dejaron sentado de un culatazo... Se retira dando el adiós a sus ahorros...”.
“Perdió también 40 cajones de equipaje que llevaba. Allá, a lo lejos, se divisaban techos. Habría población... Pero no: eran galpones para la lana. Eso y unas cuevas, viviendas primitivas de la Colonia que fundaron los españoles en el siglo XVIII, serán las moradas de los casi 200 náufragos”.
“A las 16, el Magallanes se acostaba pausadamente, dejando apenas ver el trinquete que afloraba como un brazo que pidiera auxilio a los navegantes. El Subprefecto cedió su lecho a la señora Segers, que dividió sus penurias con la esposa del marino. El padre Beauvoir hizo cama redonda con el teniente Villarino y el comisario Segovia. Y así 34 días... Y los más crudos del invierno patagónico...”.
“Cinco hombres se ofrecieron para navegar hacia el Norte y llevar la noticia. Bordejeando, llegan en un mal lanchón, tras veinte días de viaje. De Patagones telegrafían a Buenos Aires. Acá la gente se alarma. Los amigos del doctor Segers están en ascuas. Su compadre Arturo B. Paz, a fuer de buen cristiano, le escribe una carta emocionante y con criolla generosidad le gira 300 $ a Patagones, creyendo que desistiría de su viaje”.
“Pero Paz no conocía los puntos que calzaba Segers. Desde Bahía Blanca llegan dos barcos de la armada: el Azopardo y el Uruguay. Uno de ellos llevaba un cajón de ropa para la familia Segers, obsequio de Alejandro Sorondo. Dos días después de estos, llegó el Mercurio, barco enviado por el gobierno chileno. Lo habian pedido de Punta Arenas”.
“En éste se embarcaron: el doctor Segers y familia, el padre Beauvoir y algunos otros que se animaron a proseguir viaje. El resto volvió a Buenos Aires. Pero ¡qué invierno el de 1887 para aquella gente! ... Faltaba de todo. Narraba el doctor Alfredo Segers, médico del Hospital de Niños de Buenos Aires hasta hace pocos años, y entonces sólo el mimado Tití de siete años de edad, que fue una fiesta para las señoras, el día en que él, corriendo por la playa, encontró un peine desdentado... Ya tenían las damas por lo menos algo con qué acicalarse...”.
“Y llegaron a Ushuaia. Allí hubo que crearlo todo. Levantar una choza, hacer ropa para los niños, plantar legumbres, cuidar animales. Y a todo se avino el animoso belga. Su señora se enfermó a poco de estar allá: ¡la dama de París en aquel Ushuaia!... Hay una fotografía en que aparece ‘la mansión Segers’: adelante se ven los surcos del sembrado. Hay otra foto en que está la familia con el indiecito Keppenau, luego cacique y médico de la tribu y una chinita ya domesticada. Ahí está Tití, con un par de botas que un buen amigo le había conseguido en Punta Arenas, y que él cuidaba como la niña de sus ojos”.
“Ahí Segers sufrió mucho. Pero no fue poco lo que aprendió... Fruto de sus observaciones y experiencias médicas son unos artículos que publicó La Prensa de julio y agosto de 1891 y La Semaine Médicale de París en noviembre. Ambos trabajos ingresaron al Congreso Médico de Burdeos de 1895. Sus trabajos fueron citados por médicos tan famosos como Hanot, Tissier y Planté. Y Bouchard en su Pathologie Générale lo menciona especialmente”.
“Las autopsias realizadas lo llevaron a encontrar una nueva causa de la extinción de los aborígenes: una enfermedad de hígado, hipertrofiado por la absorción de tomainas y toxinas de mejillones en estado de putrefacción que frecuentemente se hallaban entre los moluscos que juntaban los indios en la playa y que ellos ingerían grandes cantidades”.
“El pastor anglicano John Lawrence da un hermoso testimonio de la seriedad de los trabajos del todavía no laureado médico belga”.
“¡Y allá estuvo dos años y medio Segers sin poder cobrar un céntimo como médico de la Gobernación! Cuando se le ofreció la oportunidad se vino a Buenos Aires. Y como no podía cobrar sus honorarios, ganados en buena ley, y ¡en Tierra del Fuego! tuvo que dar el 50 % a un quídam para que los rescatara...”.
“Pero no tenía título oficial. Venía también por eso. ¿Cómo hará? Emprende un viaje a Bolivia, se inscribe en la universidad de Chuquisaca y el 19 de mayo de 1890 se gradúa de médico. Su tesis oral abarcaba tres temas: el vómito, el dipsomanía y la melancolía. Por escrito, en cambio, desarrolló el tema: tomainas y lucomainas. Legalizó su diploma en La Paz y en Sucre, operó al obispo de aquella ciudad (a tanto llegaba la fe que tenían al neolaureado ... ) y regresó a Buenos Aires”.
“Y no trajo solamente el diploma. Visitando un día el taller de un carpintero notó que usaba como hule de una mesa un cuadro al óleo ... ¡Era nada menos que una tela de Sneyders el gran colaborador de Rubens! En la actualidad lo tienen sus nietos...”.
“En esta capital dio exámenes de reválida y comenzó a ejercer”.
“Pero él no quería aburguesarse sobre el asfalto. Y enderezó hacia el interior. Fue médico de Las Flores en la provincia. Allí se mezcló en las luchas políticas y resultó herido por un "matón" de esos que nunca faltaban en las luchas de antaño...”.
“De Las Flores volvió a Bánfield. Era cura de ese pueblo el padre Juan Bernardino Lértora. El médico y el poeta trabaron íntima relación”.
“En 1906 se embarcó para París. No fue a pasear. Fue en busca de más amplios horizontes. En el Instituto Pasteur alterna con los grandes profesores de medicina. Y tuvo el insigne honor de ser nombrado ayudante de cátedra del doctor Eugenio Doyen”.
“A su regreso fundó la Cruz Roja en Bánfield, el Círculo Médico junto con el doctor Paz, recibió un premio por un porta-esponias de su invención, etc”.
“En 1909 va de nuevo a París. Desde allá colaboró en La Prensa. Trabajó de nuevo junto al maestro Doyen. Pero la Argentina lo atraía. Los amigos de acá, que eran legión, lo reclamaban. Y volvió...”.
“Ya al filo de los sesenta años, un día sus hijos lo vieron pasearse con un libro en la mano declinando: rosa, rosae, rosam... Se alarmaron: ¿estaría chocheando el papá? El les explicó: había resuelto hacerse sacerdote. Viudo desde hacía unos años, reverdeció la vocación que acariciara allá en Gante en sus mocedades”.
“El 1° de mayo de 1911, mientras una rugiente manifestación se arremolinaba en el Congreso, un hombre golpeaba a la puerta del colegio Don Bosco. El padre Picabea le abrió y el médico se presentó con una carta de monseñor Espinosa... Se le recibió con los brazos abiertos: ¡era el compañero de monseñor Fagnano en Tierra del Fuego!”.
“Fueron sus maestros en esa ‘escuela de fuego’ el padre Picabea y el padre Ciolfi. Fue al colegio Pío Latino Americano. Pero allá se enfermó gravemente. Tuvo de volver a Buenos Aires... al seminario conciliar y a sus dos maestros de la calle Solís...”.
“El 19 de diciembre de 1914 era ordenado sacerdote por monseñor Espinosa. En Navidad cantó su primera misa en el colegio de las Hermanas del Huerto de la calle Rincón. Padrinos el doctor Arturo Paz y el señor Miguel Meroño con sus esposas. Orador: el padre Lértora. Un coro a ocho voces formado por más de sesenta personas y artistas de los conservatorios Melani y Rosseger ejecutaron trozos litúrgicos. La primera misa rezada por su esposa fue de intensa emoción”.
“Y el que fuera médico de las Hermanas del Huerto fue su capellán. A sus hijos les daba pena verlo en invierno, salir todavía oscuro para rezarles la misa de 6. ¡Pero él iba gozoso porque marchaba de cara al deber, el ideal de su vida!”.
“El 9 de octubre de 1916 bautizó a un nietecito que lleva el nombre del bisabuelo del clérigo: Adrián...”.
“Y un día gris del mes de mayo de 1917, el 14, al regresar de su sagrado miniscrio, después de haberse servido el desayuno, se sentó en el sillón. Se respaldó bien, cerró los ojos y se durmió en la paz del Señor Ese el apacible ocaso de este gran hombre de carácter de acero y voluntad inquebrantable”.
“Tierra del Fuego tiene una deuda con él. Estoy seguro que la saldará, porque los fueguinos son así: pueden ignorar, pero no saben olvidar” (1).
Notas
1 Entraigas, Raúl Agustín; “Polidoro Segers, el primer médico de Tierra del Fuego”, en Museo del Fin del Mundo. Biblioteca Virtual, www.TierradelFuego.org.ar
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En “Aportes de la colectividad Croata en Argentina”, escribe Maja Lukač de Stier:
“La inmigración croata en la Argentina puede dividirse en tres etapas históricas. La primera va de desde la aparición de los croatas en este suelo hasta la Primera Guerra Mundial. La segunda abarca el período entre ambas Guerras Mundiales, y la tercera se extiende desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. La primera y segunda etapa pueden considerarse como inmigraciones económicas, así como la tercera una inmigración política”.
(...)
“La segunda etapa que abarca que el período marcado por las dos guerras mundiales se caracteriza por una inmigración bastante más caudalosa numéricamente. Se calcula que hacia 1939 había 150.000 croatas en la Argentina. (...) A esta segunda etapa pertenece también el aporte misionero de las órdenes religiosas que decidieron enviar asistencia espiritual a tantos croatas tan alejados de sus lugares natales. Aquí cabe destacarse la obra de los franciscanos croatas: frailes Leonard Rusković, Blaž Stefanić, Rafa Capurso y Gabriel Arko, así como las religiosas de San Vicente de Paul que llegaron a Buenos Aires en 1934 y se instalaron en condiciones casi infrahumanas en Dock Sud, donde –con ayuda de sacerdotes alemanes y algunas damas criollas- fundaron el Colegio Cristo Rey”.
“Otro grupo de religiosas, de una orden puramente croata, las Hijas de la Misericordia llegan en 1936 a la Argentina y se dedicaron a la asistencia de los enfermos en el Sanatorio Rivadavia y en el Hospital Militar de Campo de Mayo, luego en el Hogar para Ciegos San José en la localidad de San Martín” (1)
Esta congregación fue fundada por la Beata María de Jesús Crucificado Petkovic. “La madre María de Jesús Crucificado nació en Croacia y murió en Roma. De joven ingresó en la Tercera Orden Secular de San Francisco, y con la Regla y la espiritualidad franciscana fundó la Congregación de las Hijas de la Misericordia para la educación de la juventud femenina. (...) Impulsada por su vivo deseo de ayudar a los necesitados, y siguiendo las orientaciones del obispo de Dubrovnik, monseñor Josip Marcelic, en el día de la Anunciación del año 1919 fundó la congregación de Hijas de la Misericordia, para «la educación e instrucción de la juventud femenina». El mismo obispo, en 1928, la erigió canónicamente como instituto de derecho diocesano. Al inicio la madre Petkovic dudaba entre la clausura y la actividad apostólica, pero optó por esta última, inspirada por las palabras de san Francisco: «No vivir sólo para sí mismo, sino también para el bien del prójimo». El 6 de diciembre de 1956 la congregación llegó a ser de derecho pontificio y fueron aprobadas sus Constituciones. (...) La fama de santidad, de la que gozó durante su vida, se confirmó también después de su muerte, acontecida en Roma el 9 de julio de 1966. Las Hijas de la Misericordia cuentan hoy (2003) con 429 religiosas, que trabajan en doce países de Europa y América. Se dedican a la educación de los niños y la juventud, a la asistencia a las personas ancianas y enfermas, y al apostolado parroquial. Fue beatificada en Dubrovnik (Croacia) por Juan Pablo II el 6 de junio de 2003, siendo la primera mujer de la Iglesia croata beatificada en los tiempos recientes” (2)”.
La tercera etapa “se inicia al finalizar la Segunda Guerra Mundial, después de la tragedia nacional croata que fue la pérdida del Estado libre y soberano de Croacia, el genocidio de Bleiburg, las columnas de la muerte y los campos de concentración. A excepción del apoyo moral de la Santa Sede, únicamente la Argentina tuvo la generosidad y hospitalidad para recibir a esos refugiados políticos cuyo pecado más grave fue luchar por la autodeterminación de su pueblo. (...)
Así como en la segunda etapa, la tercera también tuvo una afluencia importante de religiosos croatas a la Argentina, especialmente la tradicional orden franciscana. Los frailes Urban Štefanić junto a Blaž Štefanić levantaron con gran esfuerzo el Instituto Cardenal Štepinać en Hurlingham, que en 1961 abre sus puertas al alumnado de escuela primaria. Debe destacarse también la tarea de los frailes Stjepan Rade, Vlaho Margaretić, Bonifacio Perović, Jozo Tibijaš, Ilija Kozina, Jozo Peranić, Stjepan Gregov, Ivan Gavran, Alexander Longin y especialmente la de Fr. Lino Pedišić, quien fuera además Secretario General de la Comisión Católica Argentina para los Refugiados, institución que depende del Vaticano y de la Conferencia Episcopal Argentina y fundador del “Caritas Croata Cardenal Stepinac” (3).
Afirma la autora: “(...) las religiosas de San Vicente de Paul (...) llegaron a Buenos Aires en 1934 y se instalaron en condiciones casi infrahumanas en Dock Sud, donde –con ayuda de sacerdotes alemanes y algunas damas criollas- fundaron el Colegio Cristo Rey” (4).
Notas
1. Lukač de Stier, Maja: “Aportes de la colectividad Croata en Argentina”, en Studia Croatica, 1986. Resumen en www.klapaba.com. (ver apellidos en el original)
2. S/F: “9 de julio BEATA MARÍA DE JESÚS CRUCIFICADO PETKOVIC (1892-1966) Fundadora de las Hijas de la Misericordia”, en L´Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 13-VI-03, reproducido en www.franciscanos.org.
3. Lukač de Stier, Maja: op. cit.
4. ibídem
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“Está documentada la presencia de sacerdotes salesianos en la Tierra del Fuego, hacia 1850” (1).
En “Algunos aspectos de la historia de la emigración del Litoral esloveno hacia Sudamérica, especialmente a la Argentina”, encontramos información acerca de sacerdotes de ese origen:
“A comienzos de los años 30 había en Sudamérica casi 30.000 eslovenos. La mayor parte, unos 20.000, residían en Argentina. Se asentaron en su mayor parte en los alrededores de la ciudad de Buenos Aires, algunos grupos se dirigieron a Córdoba, Rosario y otros lugares del interior del país. (...) En 1933 llegó a la Argentina el primer sacerdote, Jože Kastelic. A fin de poder alcanzar al mayor número posible de compatriotas comenzó en abril del mismo año a publicar una rubrica en el Semanario Esloveno (Slovenski tednik, fundado en 1929), la cual posteriormente creció y se independizó, pasando a llamarse La Vida Espiritual (Duhovno življenje). (...). Antes de la trágica muerte del padre Kastelic en 1940 - durante un ascenso al Aconcagua -, llegaron otros dos sacerdotes eslovenos en 1936: Janez (Juan) Hladnik y David Doktorič. Ambos tuvieron un importante papel dentro de la comunidad, (...) La gran mayoría de los inmigrantes eslovenos apoyaban las fuerzas partisanas. El padre Juan Hladnik no compartía esta toma de posición; basándose en informes provenientes del gobierno yugoslavo residente en Londres y de diversas cartas y documentos personales, comprobó que las fuerzas partisanas no luchaban tan sólo contra los ocupantes sino que se esforzaban por llevar a cabo una revolución socialista. Se declaró en contra de la revolución y, a partir de ese momento, comenzó a hacer públicas sus opiniones con respecto al Frente de Liberación. Exponía sus puntos de vista en la revista La Vida Espiritual, la cual dirigía ya desde 1938. Entre el sacerdote y la mayoría de la comunidad se fue creando un clima de hostilidad cada vez mayor. (...) El sacerdote Juan Hladnik, poco tiempo luego de finalizada la guerra, supo de la existencia de refugiados eslovenos en los campos en Italia y Austria y de la tragedia de Kočevski Rog. Le comenzaron a llegar pedidos de ayuda para lograr el permiso de asentamiento de estos refugiados en territorio argentino o alguna otra nación sudamericana. Con la colaboración de amigos y conocidos, Hladnik pudo llegar hasta el más alto nivel del gobierno argentino, logrando así allanar el camino a un grupo grande de refugiados. Los primeros comenzaron a llegar a partir de julio de 1947. Hladnik supo solucionar las necesidades de alojamiento y de empleo de muchos de ellos. Con la colaboración de algunos sacerdotes y laicos fundaron hacia fines de 1947 el Club de refugiados eslovenos con una Oficina eslovena. En enero de 1948 fundaron la Asociación de Eslovenos, la cual tomó a su cargo la organización de ayuda a los inmigrantes políticos. Un amigo de Hladnik, el padre Figallo, párroco de Santa Julia en Caballito, puso a la disposición de la organización una amplia casa en la calle Víctor Martínez, la cual se convirtió en el primer centro de la nueva comunidad. Más de un miembro de la vieja comunidad ofreció su ayuda a los nuevos inmigrantes. A propuesta de Hladnik se formó un comité a tal efecto. Sin embargo es necesario destacar que, a raíz del hecho de que ambas comunidades sostenían puntos de vista completamente opuestos con respecto a los sucesos en Eslovenia durante la guerra y las relaciones con la nueva Yugoslavia, las comunidades desarrollaron sus actividades separadamente. Los recién llegados, entre los que se contaban por lo menos 60 sacerdotes y muchos intelectuales, desarrollaron en pocos años una actividad diversificada y sumamente rica. Los refugiados se asentaron en su mayoría en el Gran Buenos Aires, pero algunos grupos eligieron Mendoza, Río Negro (sobre todo San Carlos de Bariloche) y más tarde Tucumán” (2).
Notas
1 Grobovsek, Bojan: “La inmigración eslovena en la Argentina”, folleto de la muestra en el Hotel de Inmigrantes, Buenos Aires, septiembre de 2003.
2 S/F: “ANNALES 10/'97 Algunos aspectos de la historia de la emigración del Litoral esloveno hacia Sudamérica, especialmente a la Argentina”, en Annales: Annali di Studi istriani e mediterranei, 10, 1997, pp. 215-236, reproducido en zrs-kp.si.
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La investigadora Olga Weyne se refiere a un párroco de Hinojo: “el arzobispo de Buenos Aires nombró cura párroco de colonia Hinojo al padre Luis Servett. Este sacerdote se constituyó en guía y consejero de los habitantes no sólo en materia religiosa sino también en cuestiones prácticas. Si bien era español, hablaba alemán a la perfección y pronto logró comprender la psicología particular de sus feligreses. En 1885 fue construida, bajo su dirección, la nueva iglesia de la colonia. Igualmente, muchos descendientes actuales tienen un recuerdo agradecido para con el padre, que más de una vez socorrió monetariamente a algunos de sus antepasados y que ayudó también a formar la primera banda de música del pueblo. En el manuscrito histórico encontrado en la colonia puede leerse que Servett llegó a Hinojo en 1881 y que en apariencia pertenecía a una familia francesa acaudalada, por parte de madre. Esto le permitía financiar cualquier emergencia con fondos de su propio peculio. Animado por un severo sentido del deber, repartía sus esfuerzos entre las tres aldeas e incluso, cuando se inició la fundación de las colonias de Coronel Suárez, viajaba periódicamente también hasta allí. Según los relatos, con total regularidad se lo podía ver llegar a caballo por los caminos embarrados, temprano en la madrugada para dar sus misas, a despecho de los intensos fríos de la región. Su físico no resistió tantas exigencias y murió tuberculoso a los cuarenta y siete años de edad. La colonia de Hinojo lo venera actualmente como a uno de los suyos y conserva sus restos en la nave central de la iglesia, con una dedicatoria especial” (1).
Los claretianos “llegaron a la Argentina en 1901. Los primeros misioneros eran sacerdotes españoles que se ubicaron en la periferia de las grandes ciudades. En 1956, el presbítero Alfonso Milagro fundó la Editorial Claretiana, que desarrolla hasta la actualidad una intensa labor en el mundo del libro religioso. Hay comunidades claretianas en Buenos Aires, Florencio Varela, Mendoza, Rosario, Córdoba, Chascomús, Bahía Blanca, el Noroeste y la Patagonia” (2).
El sacerdote jesuita y escritor Ismael Quiles nació en Valencia en 1906 y falleció en Buenos Aires en 1993. “Se doctoró en filosofía en 1930 en el Colegio Máximo de San Ignacio, en Barcelona (España). Enfermo de tuberculosis, sus superiores lo enviaron en 1932 a la Argentina en búsqueda de un mejor clima. En 1936 se licenció en Teología en la Facultad de San Miguel de Tucumán, donde dictó la cátedra de Filosofía. Se desempeñó como director del seminario de Historia de la Filosofía y fue profesor, decano y vicerrector de la Facultad de Filosofía de la Universidad del Salvador. Se especializó en el estudio de la filosofía oriental y su vinculación con el cristianismo. Fundó y fue el director de la Escuela de Estudios Orientales de la Universidad del Salvador desde 1967 y director del Instituto Latinoamericano de Investigaciones Comparadas Oriente y Occidente (ILICOO) desde 1973. Ejerció el periodismo y dictó numerosos cursos en el país y el extranjero” (3).
El presbítero J.I. Ferro Terrén pronunció la “Homilía en el aniversario del nacimiento del Reverendo Padre Ismael Quiles Sacerdote Jesuita”, en la que dijo: “En un nuevo aniversario del nacimiento del querido Padre Quiles, nos reunimos hoy junto al altar del Señor para recordarlo con cariño. En este día cumpliría 95 años, ya que su nacimiento a la vida del cielo, su dies natalis, fue el 8 de febrero de 1993. Recordamos al sacerdote, nacido en Valencia, que vino de España a estas tierras como Santa Isabel de Portugal que, nacida en Aragón, vivió con su marido el rey de Portugal. Realizó un admirable apostolado en el ámbito universitario, con unción académica ad maiorem Dei gloriam como deseaba el insigne San Ignacio de Loyola. (...) Como sacerdote cultivó la amistad y el discernimiento espiritual, ya que fueron muchas la personas que concurrían a pedirle consejo, a lo cual respondía con sabiduría y paz. La Universidad del Salvador, de la cual fue cofundador y Rector Emérito, tiene por Patrono al Sagrado Corazón de Jesús, una de cuyas jaculatorias más célebres "Jesús manso y humilde de Corazón, haced mi corazón semejante al tuyo", sintetiza el testimonio que supo darnos a lo largo de su vida” (4).
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En la “Historia y vida de Fray Salvador Solá (Pedro Solá Vilalta)”, leemos:
“Tejía y destejía los blancos cordones franciscanos, de suave algodón, enhebraba las cuidadas semillas de "lágrimas de la Virgen", siempre con una anécdota a mano, buen humor y una gran paciencia, con una cualidad más aún: siempre feliz, contento con "practicar la obediencia, tal como aquél día que eligió su vocación".
“No le gustaba que le hicieran reconocer: es el hacedor o constructor del templo franciscano levantado sobre los escombros del derrumbe de 1951; y hasta no hace mucho tiempo tuvo la alegría de poder contarlo”.
“Fray Salvador Solá nació en Ripoll, España, el 4 de enero de 1911; su verdadero nombre es Pedro Solá Vilalta, pero al ingresar a la orden de San Francisco cambió su nombre por el que se lo conoció”.
“Realizó sus votos religiosos el 16 de febrero de 1928; doce años después, partía para América y recaló el 15 de marzo de 1936 en Río Cuarto; en un par de años, residió en Gral Levalle, luego en Ingeniero Luiggi, en La Pampa, en 1945 vuelve a Río Cuarto "porque necesitaban un organista" y lo hace con verdadera alegría, pero tres años después, sus superiores lo destinan a fundar la parroquia y la casa de El Palomar, en Bs As; cuando se derrumbó la Iglesia, le llamó el P. custodio para que ayudara en la construcción; llegó en esos mismos dias y desde entonces, salvo algunos viajes para visitar a su familia en España, ha permanecido en esta bien merecida y llamada "la Iglesia que construyó Fray Solá".
"No tenía ni un centavo, ni por dónde empezar; la primera decisión fue levantarla aquí mismo, sobre las ruinas". No conoció el cansancio ni el desaliento, tampoco hubo quien pudiera negarse, frente a tanto entusiasmo, a colaborar de alguna manera”.
“Atendía la portería del convento, en sus ratos libres, se dedicaba a la confección de rosarios. "Los hago para mantenerme todo el día ocupado, no puedo estar sin hacer nada", había dicho el religioso en un diálogo con un periodista”.
“Compartió con Fray Manuel Nierga, el humilde servidor que aquella mañana vio desplomarse el templo, el dedicarse a la casa de Dios, para juntar monedita tras monedita, la humildad y el amor hechos hoy cimientos”.
“Fray Salvador Solá " Ciudadano Ilustre " de Río Cuarto, y una de las figuras más preclaras del franciscanismo en el último medio siglo, ha ingresado con la fuerza de sus obras, en el capítulo de la historia Regional que cierra con el propio siglo que le tocó vivir, una de las páginas más edificantes por el propio testimonio de vida que desde la sencillez, la humildad, la alegría en el servicio, la fe que le hizo mover y de su entrega”.
“Si bien Fray Solá será siempre recordado por esta obra magnífica del templo, es cierto que mostró una personalidad que le hizo ganar la admiración de cuantos le trataron y conocieron. Dotes espirituales que le consagraron como legítimo " Ciudadano Ilustre ", reconocimiento que le fuera otorgado por el Honorable Concejo Deliberante el 27 de setiembre de 1995, por Ordenanza 816 / 94 ; también " por su ejemplo de honradez y sacrificio " fue distinguido el 22 de octubre de 1997 con el premio a la Excelencia, por el Instituto Argentino de la Excelencia”.
“Junto a estos públicos reconocimientos, está el de la gente. Que le recuerda enhebrando sus rosarios con cuentas de las propias plantas que él mismo cultivaba, su espíritu alegre y servicial, su fidelidad a la iglesia y al espíritu franciscano de pobreza y humildad, al entero servicio de los demás” (5).
En “DOS PALABRAS acerca del R. P. Fray Pedro Audet Fabré”, Inés I. Farías resume la biografía del fraile:
“Estos breves "Retazos de la vida y el ingenio de Fray Salvador Solá" tienen, al menos para quienes desde hace mucho tiempo, frecuentan en el convento y el templo San Francisco Solano las amenas reuniones y platicas o las orientaciones espirituales desde el confesionario, del Padre Fr. Pedro Audet Fabré, un sabor muy especial.
Es que este sencillo pero substancioso escrito suyo tiene el significado del testimonio, de lo que él mismo ha vivido y compartido con el recordado y muy querido Fray Solá: mas allá de lo que se narra, se intuyen vivencias que la memoria trae al papel y que a veces, el corazon ahonda en descripciones que lIeva al lector, hacia múltiples caminos de recuerdos y aventuras.
El Padre Pedro, como con respeto y cariño se Ie conoce -y que ya ha celebrado sus 85 años de vida- hace gala de buena memoria y con gracia revive en sus relatos, tiempos y personajes franciscanos, algunos muy queridos por nuestra comunidad, como las incontables andanzas de Fray Salvador Solá a quien dedica este trabajo. Con él compartió los juegos de la niñez y la vocación, ya que había nacido y vivía en la misma calle del convento Nuestra Señora de los Remedios, de la ciudad de Vic en el que Fray Sola era portero, a poco de haber hecho sus votos en la Orden. Con los años y ya en la Argentina, el destino y el carisma de San Francisco los volvio a reunir no sólo en el habito, sino tambien bajo un mismo techo, como el que compartieran en EI Palomar y luego, en Rio Cuarto.
Nacido en Vic (Barcelona) el 18 de agosto de 1921, Fr. Pedro Audet ingreso a la Orden de Frailes Menores el 19 de septiembre de 1939 e hizo sus votos perpetuos el 22 de noviembre de 1943; el 1º de julio del mismo año, fue ordenado sacerdote. Llegó a la Argentina en 1968 y durante veinte años fue párroco de Nuestra Señora de Loreto, en EI Palomar (Buenos Aires). Desempeñó diversos cargos, tales como los de Definidor Provincial, Custodio de la Comisaria de Rio Cuarto y La Pampa y Presidente de la Federacion Franciscana Argentina "Nuestra Señora de Lujan", entidad ésta que fue el paso previo a la actual Provincia San Francisco Solano, una de las tres Provincias Franciscanas de la Argentina. Llegó al convento de Rio Cuarto en 1988, siendo su Guardian hasta 1992; fue luego Guardian del Convento de San Salvador de Jujuy, en el periodo 1992-1995; desde entonces reside en el de Río Cuarto. Es asistente espiritual de la Fraternidad "Inmaculada Concepcion" de la Orden Franciscana Seglar; es miembro de la Renovacion Carismatica Catolica y asesor del Movimiento Familiar Cristiano. Una de sus facetas mas destacada es la de predicador y conferenciante, que Ie cuenta entre sus mas destacados exponentes; se destacan asimismo, sus homilías y panegíricos con motivo de celebraciones o festividad de santos franciscanos, siendo una de sus predilecciones, el celebrar la fiesta de N. S. de Montserrat, la Virgen Moreneta, descontando la de largas horas diarias en el confesionario y en la direccion espiritual.
EI P. Fr. Pedro Audet Fabré nos regala con este escrito unas hermosas páginas, sencillas pero de hondo significado testimonial. Son muy bienvenidas. Ojala pudiera entregamos otras similares de la etapa de la historia franciscana en la Argentina que Ie ha tocado vivir y en muchos casos, dirigir” (6).
"El padre Francisco Maldonado SJ nació el 15 de mayo de 1926 en Málaga, España. Estudió en un colegio religioso y a los 18 años ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús y el 15 de julio de 1958, un año antes de concluir sus estudios eclesiásticos, fue ordenado sacerdote. Al año siguiente concluyó sus estudios. Fue enviado como misionero a América; más precisamente a la República del Paraguay. Luego de un tiempo fue a la provincia argentina de Córdoba y retornó nuevamente al Paraguay, en San Juan Bautista de las Misiones. Posteriormente tuvo otra experiencia misionera por el Caribe: Puerto Rico y Santo Domingo, y luego Ecuador. Finalmente recaló en la localidad paraguaya de Alberdi, ubicada al frente de la ciudad de Formosa a la que se accede cruzando el río Paraguay mediante embarcaciones y a la que la unen fuertes lazos de amistad. En la comunidad alberdeña transcurrió 31 años de intensa labor pastoral y según comentarios de pobladores el Paí (voz guaraní que designa al sacerdote) Francisco, como lo llaman cariñosamente, bautizó a varias generaciones de hombres y mujeres de esta localidad. (...) Tras un breve paso por Ciudad del Este (Paraguay), el padre Maldonado se radicó en Formosa, donde permanece desde hace 12 años".
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El padre Francisco José Robles Muñoz es monje y sacerdote benedictino de la Abadía del Niño Dios, en Victoria, Entre Ríos, Argentina. Nació el 1 de marzo de 1948 en la ciudad de Adra, provincia de Almería, España y desde los dos años está radicado en Argentina. La enseñanza primaria la comenzó en la Escuela Nacional Federico de la Barra, en Rosario, y la concluyó con los PP. Bayoneses en el Colegio del Sagrado Corazón de la misma ciudad. Egresado luego del Colegio Nacional Nº 1 de Rosario como Bachiller. En enero de 1970 ingresó al Monasterio del Niño Dios, cursó las materias correspondientes a la espiritualidad monástica benedictina y realizó los cursos de metodología, filosofía, lenguas, Sagrada Escritura y teología correspondientes para el sacerdocio. Luego realizó cursos superiores de teología, liturgia y espiritualidad en la Universidad de San Anselmo en Roma, obteniendo el grado de Licenciado en Teología Dogmática con Especialización en Sacramentología en 1978. Además es Diplomado por el Pontificium Institutum Archaeologiae Chistianae, de Roma. Ha participado de “Cours Universitaires D`été”, en el Institut Catholique de Paris. Desde el año 1978 es profesor de teología en la Abadía del Niño Dios y desde 1980 dirige retiros espirituales para sacerdotes, religiosas, religiosos, seminaristas y laicos. En el período 1980/81 se desenvolvió como Prior y Administrador de la Comunidad Benedictina del Monasterio de San Benito de LLiu LLiu, en Limache, Chile. Y desde 1997 se desempeña como Prior de la Abadía del Niño Dios de Victoria, Entre Ríos, Argentina.
Ha participado en carácter de expositor en el Encuentro de Poetas y Narradores, organizado por la Asociación Gente de Letras de Buenos Aires, auspiciado por la Agrupación Cultural Victoria, realizado en la Abadía del Niño Dios, los días 19, 20 y 21 de octubre de 1998. Su primera publicación: un poemario titulado Las Palabras del Silencio, Ediciones Martín del Pospós, Victoria, ER. (104 Pág.) Con motivo del año centenario de la Abadía del Niño Dios, marzo de 1999. En enero de 2000, Ediciones San Pablo; Buenos Aires, publicó la segunda edición del mismo (110 Pág.) Ampliándolo con la incorporación de otros poemas y un comentario exponiendo las motivaciones de su poesía. Ésta misma editora, San Pablo, lo ha reimpreso en diciembre de 2003. Nuevamente lo ha reeditado en enero del 2006. Participó como expositor en las Jornadas Literarias “Gaspar L. Benavento“, organizadas por la Asociación Americana de Poesía con auspicio del Gobierno de la Ciudad de Victoria y la Abadía del Niño Dios, mayo de 2000. Formó parte del jurado en el Certamen “Victoria una ciudad con historia”, auspiciado por la Municipalidad de Victoria, noviembre 2000. Es Colaborador del Diario LA MAÑANA, de Victoria, Entre Ríos. Con publicaciones periódicas. Participó como expositor en:”El Tesoro de la Memoria Victoriense” Primera Muestra Cultural realizada durante los meses de octubre y noviembre de 2003 en la ciudad de Victoria, Entre Ríos. Publicó un nuevo poemario titulado Universos Interiores, la vida en poemas, Ediciones Martín del Pospós, Victoria, ER. (112 Pág.) , marzo de 2004. Integró el Jurado en el Concurso de Cuentos “Nuestro Mundo”, organizado por el Centro Municipal de la Juventud de Victoria, Entre Ríos, septiembre de 2004.
Participó como disertante en La Novena edición de la Feria del Libro en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos, Buenos aires, octubre de 2004. Participó en Mesas de Lectura de Poema y de Cuento en el Primer Encuentro Nacional de las Artes y de la Poesía “La de las siete colinas” siempre en Noviembre; en la ciudad de Victoria, Entre Ríos. Del 4 al 7 de noviembre de 2004. Publicó un libro de Narrativa titulado “Entre cuentos y relatos”, que contiene diecisiete ficciones; Victoria, ER. (112 Pág.) Septiembre 2006. Integró el Jurado en el Concurso de Cuentos “Nuestro Mundo”, organizado por el Centro Municipal de la Juventud de Victoria, Entre Ríos, septiembre de 2006. Sus últimas publicaciones: Tu, en el arco iris, nos encontraremos (1ª Edición 2008) y Manitas de papel (1ª Edición 2008).
“La congregación de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor nació en el siglo pasado. Fue fundada por el Padre José María Serra, junto con Antonia María de Oviedo y Schönthal en 1864 en el barrio Ciempozuelos de Madrid, donde se abrió lo que se llama: "La primera casa acogida" (7). Llegó a la Argentina en 1934.
Acerca de las monjas dominicas, leemos: "El Monasterio Nuestra Señora del Rosario fue fundado el 25 de julio de 1888 en la localidad de Forcall, España. La comunidad llegó a Mendoza en 1972 siendo obispo monseñor Olimpo Santiago Maresma. Esta fue la primera comunidad de vida contemplativa en la región de Cuyo" (8).
En “Los Fernández invaden Argentina”, José Luis Entrala Fernández menciona a dos de sus antepasadas que fueron religiosas: Francisca Hidalgo Cisneros nació “en Gilena (Sevilla) en 1846. Francisca estaba en un convento francés cuando su hermana le dijo que se iban a tierras americanas. La monja no lo dudó ni un momento, dejó los hábitos y se embarcó también hacia el remoto San Carlos Centro. Vivió desde entonces con Gracia y Antonio hasta su muerte, acaecida el 29 de noviembre de 1923, cuando contaba 77 años de edad. Familiarmente fue conocida por tía Paca, muy querida por sus sobrinos y compañera entrañable de su hermana Gracia. (...) Rosario Fernández Hidalgo (...), nacida en 1866, tenía 22 años al emigrar. Estuvo en el colegio de las Esclavas de Santa Fe y profesó como monja de dicha Orden con el nombre de Sor Agustina lo que a veces ha llevado a una confusión sobre su nombre real. Era guapa, de expresión simpática (...). Pero la tuberculosis cambió esta saludable imagen y Sor Agustina fue trasladada a otro convento en la provincia de La Rioja argentina donde el clima era mejor para su deteriorada salud. Y parece ser que allí murió en fecha desconocida”.
"Estrella Sastre Campos nació el 20 agosto de 1923 en Cantillana (Sevilla). Motivada por el carisma vivo de la Beata Nazaria Ignacia March (que murió en Buenos Aires en 1943 y fue beatificada por Juan Pablo II en 1992), a quien conoció en persona y de la que contaba unas cuantas anécdotas, ingresó al Instituto de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia el 16 de noviembre de 1941 (tenía 18 años), y tras realizar su formación como novicia y profesa temporal, se consagró con los votos perpetuos el 15 agosto de 1949, en cuya oportunidad tomó el nombre religioso de “Kostka”, por su devoción a San Estanislao de Kostka, jesuita modelo de jóvenes, cuya fiesta se celebraba ese día.
En 1952 fue enviada como misionera a la Argentina y se instaló junto a su comunidad en la localidad bonaerense de Coronel Dorrego, donde atendía especialmente a los niños. En 1955 es trasladada a la Pequeña Obra, en Bahía Blanca, donde continuó abocada a la catequesis en el barrio, a las misiones y a los niños y jóvenes. La acuciaba el problema de la deserción y alejamiento de los niños después de la primera comunión. De esta inquietud surge su vínculo con el movimiento scout-guía.
Fue en un viaje a Buenos Aires donde se encontró por primera vez con un grupo de scouts que la pusieron al tanto del método. Más adelante organizò una salida con unos 30 chicos entre ocho y catorce años a los que les habló de un niño que vivía con lobos, de un lema: “Siempre Listos”, de unos muchachos que vestían uniforme con boina y pañuelo al cuello, que se decían lobatos y formaban una manada. Ese día quedó en su vida como una jornada inolvidable que agregó a su consagración religiosa una nueva consagración: la niñez y juventud en el escultismo.
El 21 de septiembre de 1961 la hermana Kostka presidió las primeras promesas scouts de un grupo de jovencitos. “Por mi honor, y con la gracia de Dios, prometo hacer todo lo posible para cumplir mis deberes para con Dios, la Iglesia y mi Patria, ayudar al prójimo en todas las circunstancias, y observar la Ley Scout”.
Un voto especial de la hermana Kostka convirtió la bandera papal en los colores del pañuelo amarillo y blanco del primer grupo scout católico de la ciudad de Bahía Blanca, al que también le asignó como patrono a San Pío X, el pontífice de la comunión frecuente.
Aquella primera promesa de Lobatos, el día de la primavera de 1961, contó con la presencia y bendición del entonces arzobispo de Bahía Blanca, monseñor Germiniano Esorto, que regaló a la flamante manada un tambor redoblante.
En 1962 la hermana Kostka con la Tropa Scout San Pío X viajó a Palermo para participar del Campamento Nacional organizado en el marco de los festejos de las Bodas de Plata de la USCA (Unión Scouts Católicos Argentinos). En ese campamento fueron totemnizados el Jefe de Tropa, Mario Serrano, como “Águila Roja” y la hermana Kostka como “Pelícano Alegre”.
La hermana Kostka eligió este totem, porque dice la leyenda que el pelícano se saca a sí mismo las plumas del pecho para armar el nido de sus pichones. Las plumas más suaves, las más cálidas, sin importarle el dolor, con tal que sus crías –sus hijos- estén protegidos, cómodos, abrigados. Es el sacrificio fecundo, es la entrega de la madre. La que da vida, la que apuesta a la Vida.
El escultismo de la región Bahía Blanca crecía y se consolidaba sostenidamente. El 4 de julio de 1964 la USCA crea el Distrito San Pío X con la hermana Kostka como Comisionada de Distrito.
Con la conducción de esta monjita, en octubre de 1964 se desarrolla un Campamento en el Parque de Mayo (Bahía Blanca), con la participación de varias agrupaciones de la Institución Nacional del Scoutismo Argentino (INSA), de los Exploradores de Don Bosco y de varios Grupos de USCA de Bahía Blanca (San Pío X, Nuestra Señora de la Merced y Nuestra Señora de Pompeya), de Coronel Suarez (Nuestra Señora del Carmen) y de General Roca (Río Negro).
El 14 de noviembre de 1964 la hermana Kostka, con los vicarios parroquiales, establecen oficialmente el Grupo Nuestra Señora del Carmen, de Coronel Suárez.
Consciente de la necesidad de contar con jefes y dirigentes preparados, se desarrolla el primer Curso para Akelas, pero al no concurrir adiestradores desde Buenos Aires, el curso lo dictó la hermana Kostka.
En diciembre de 1964 la hermana Kostka contribuye a la oficialización del Grupo San Francisco de Asís, de Villa Loreto (Bahía Blanca). Y así el movimiento se expandía bajo la firme y al mismo tiempo suave jefatura de la hermana Kostka.
En sólo cinco años fueron 14 los grupos scout fundados por la hermana Kostka o con su ayuda.
En Bahía Blanca: San Pío X, Villa Rosas, San José de Villa Mitre, Santa Cruz de Ingeniero White, Nuestra Señora de Pompeya, Nuestra Señora de la Merced (Catedral), San Francisco de Asís, San Martín de Porres del Patronato de la Infancia, San Roque, San Jorge, Nuestra Señora de Lourdes y Unidad Aislada San Francisco Javier.
Nuestra Señora del Carmen, de Coronel Suárez y Sagrado Corazón, de Médanos.
En un reportaje que se le realizó en 1996, la hermana Kostka dijo: “Si bien las monjas hacemos votos de castidad, no por eso somos infecundas y yo, junto con mi comunidad, gestamos esto que está por cumplir 35 años” (9).
"La hermana María Delgado Valero, de las hermanas Cruzadas de la Iglesia, recibió de manos de la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner, la distinción conferida a la 'Docente del Año' en un acto que se realizó esta mañana en la Casa de Gobierno, en ocasión de celebrarse el Día del Maestro y en el que fueron distinguidos además una veintena de docentes de todo el país.
La religiosa y docente se manifestó feliz por la distinción y al respecto dijo: 'no la esperaba. Yo tengo doble vocación: a la vida consagrada y a la docencia y nunca trabajé buscando premios ni reconocimientos sino por amor a la gente de Formosa'. Agregó además que este premio 'más que un reconocimiento a la labor educativa de formación permanente de jóvenes y adultos, es un homenaje a tantas mujeres de nuestra provincia quienes, como yo, trabajan por la vida y por la educación'.
Nació el 15 de octubre de 1942 en Mancha Real, provincia de Jaen, Andalucía (España); allí creció en un hogar campesino donde su padre, Manuel Delgado Cruz, se pasaba las jornadas cultivando hortalizas y olivos mientras su madre, Lourdes Valero Ruiz, cuidaba el hogar y de tres hijas mujeres.
Estudió teología y catequesis en Madrid y en 1968 pensaba viajar al África, pero le hablaron de la Argentina y por una cuestión de idioma decidió venir a nuestro país. Llegó a Buenos Aires, luego a Córdoba y finalmente a la ciudad de Bahía Blanca donde trabajó durante cinco años como misionera en una villa miseria, ayudando en la lucha contra el analfabetismo.
Se reconoce un ser humano feliz en esta doble función de predicadora de la palabra de Dios y de educadora, al respecto dice: 'Esa pasión por la enseñanza me acompañó muy fuerte desde que llegué a Formosa en 1974. Por eso me inscribí en la Escuela Normal ‘República del Paraguay’ y en 1977 ya había egresado como maestra de grado'. Ejerció primero en las colonias rurales, en las escuelas rancho del Nordeste y luego se dedicó a las jóvenes campesinas, a quienes llevó la casa que su congregación tiene en la ciudad.
En la actualidad, administra un comedor al que concurren diariamente 200 personas pobres y dirige una escuela de adultos en la periferia, a unos 10 kilómetros al norte de la ciudad, en barrios habitados por quienes abandonaron el campo por las crisis y los que fueron reubicados en las épocas de las inundaciones; allí concurren 700 personas de entre 14 y 70 años.
Al referirse a la situación actual de la educación, subrayó que 'los chicos están desorientados, no encuentran su lugar, creo que hay que darles protagonismo. La globalización los daña del mismo modo que los medios que le ofrecen propuestas ‘light’ y con la televisión basura que debería difundir valores'.
Sobre la juventud, sostuvo que 'una de las carencias de nuestra época es la falta de ejemplos. Antes nosotros los teníamos a los santos. Ahora carecen de referentes, no tienen en quien fijarse para imitarlos y, para peor, la familia está en riesgo de disolución (...) Los jóvenes son buenos y hay que aprovecharlos porque tienen potencial, tienen arte y capacidad, quieren ser algo y alguien en la vida pero la propuesta neoliberal no les permite crecer, no encuentran su lugar en la historia, no tienen modelos a seguir' ” (10).
Notas
1 Weyne, Olga: El último puerto. Del Rhin al Volga y del Volga al Plata. Buenos Aires, Editorial Tesis / Instituto Torcuato Di Tella, 1986.
2 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
3 ibídem
4 Ferro Terrén, José Ignacio Presbítero: “Homilía en el aniversario del nacimiento del R.P Ismael Quiles”, en Noticias de la USAL, www.salvador.edu.ar.
5 “Historia y vida de Fray Salvador Solá (Pedro Solá Vilalta)”. Idea y realización: Directora Archivo, Lic. Arch. Inés I. Farías. Fray Daniel Sánchez Grgona, sobre documentos y fotografías del archivo Convento San Francisco Solano Río Cuarto. Fuentes: Bodas de Plata de la congregación de la Iglesia San Francisco Solano 1969 - 1994 ( publicación Gentileza: Fray J Rafael Colomer Barber, Archivo Histórico "Fray José Luis Padrós" (Convento San Francisco Solano) Fotos exterior nueva Iglesia: Gentileza Fotógrafa Sra. Teresa Scherrer. Trabajo Recopilación de datos y fotos: Eduardo. M. Tyrrell.
6 Farías, Ines I.: “DOS PALABRAS acerca del R. P. Fray Pedro Audet Fabré”, contratapa de Fray Salvador Solá Vilalta ofm. Retazos de su vida y de su ingenio, por Fray Pedro Audet Fabré ofm. Río Cuarto, 2006.
S/F: AICA, 22 de julio de 2008.
7 S/F: “Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor”, en www.schonthal.esc.edu.ar.
8 AICA
9 AICA, 29 de febrero de 2008
10 AICA, 11 de septiembre de 2008
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“El 19 de marzo de 1858. Un sacerdote, Diego Barbé, un seminarista, Juan Magendie y un hermano, Joannés Arostegui, religiosos de una joven congregación francesa fundada por San Miguel Garicoïts, abren en el barrio de Balvanera el histórico Colegio San José. Los porteños los llamarán: Padres Bayoneses”.
“La ciudad es capital del Estado de Buenos Aires, separado de la Confederación Argentina. Es solamente una aldea alumbrada a kerosén, sin servicios sanitarios y con escasez de centros educativos”.
“El Colegio San José aplica ya la tradición francesa de formación integral con catequesis y culto, estudio intensivo y deportes. El General Mitre visita repetidas veces el colegio para conversar con el P. Barbé y en 1863, sobre la experiencia acumulada por el Colegio San José, creará los primeros colegios nacionales del país”.
“En 1880 el Colegio San José fue el primer instituto privado incorporado a la enseñanza oficial. A lo largo de los años el Colegio ha ido adaptando a la realidad cambiante del país y del mundo las instalaciones, los métodos y los planes de estudio, en un proceso de actualización permanente”.
“Muchos exalumnos se han destacado en los distintos campos del quehacer nacional. Entre ellos: los políticos Hipólito Yrigoyen, Benito Villanueva, y Ricardo Balbín. Los prelados Juan Nepomuceno Terrero y Santiago Luis Copello, primer cardenal argentino y latinoamericano. Los generales Mosconi y Riccieri. El perito Francisco P. Moreno. El jurista internacional Luis María Drago. Los historiadores Ernesto Quesada, Diego Luis Molinari, José María Rosa y Félix Luna. El novelista Ricardo Payró. Los destacados Pedro Luro, Patricio Peralta Ramos, Pedro Lagleize, el artista plástico Angel Della Valle” (1).
“La vida y obra del padre Salvaire es desde hace tiempo motivo de estudio de monseñor Dr. Juan Guillermo Durán. Apasionado y comprometido con el tema, ha emprendido una cuidadosa investigación recurriendo a archivos de distinta naturaleza para dar cuerpo a dos de los tres volúmenes dedicados a su figura”. El obispo se refirió en una entrevista a la personalidad que nos ocupa: "Salvaire llega en octubre en 1870, año de la fiebre amarilla. Viene destinado por la congregación de los padres lazaristas como docente al colegio San Luis Rey de Francia, en Buenos Aires, ubicado entonces en lo que es hoy Paraguay y Libertad, al lado de la Iglesia de las Victorias. Cuenta con 24 años y recién ordenado ha venido de Francia para comenzar sus tareas en el colegio como docente. En 1872, dos años después de llegar, cuando el arzobispo de Buenos Aires, monseñor León Federico Aneiros, le encarga a los padres lazaristas la atención del Santuario, el padre Salvaire pasa a Luján hacia fines de ese año. El primer párroco de los padres lazaristas es el padre Eusebio Fréret; entonces Salvaire ayuda a Fréret en la parroquia y comienza a desarrollar su actividad en Luján, en el Santuario, con la atención pastoral; repara también en la necesidad de restauración del antiguo templo de Lezica y Torrezuri, sobre todo la cúpula, y comienza a trabajar con el tema del hospital, la posibilidad de un colegio y demás. Un año y medio más o menos el padre está trabajando en Luján, hasta que en diciembre de 1873 recibe una carta del provincial de los padres lazaristas donde se le comunica que la congregación lo destina al trabajo misionero con los indios en Azul”.
“Se forma un primer equipo compuesto por el padre Juan Fernando Meister y Salvaire, dos lazaristas que en enero de 1874 se instalan en Azul para intentar evangelizar la tribu de Cipriano Catriel, acantonada desde hace muchos años entre Azul y Olavarría, en torno al Cerro Negro, en un campo de aproximadamente 60 mil hectáreas que había donado a la tribu Juan Manuel de Rosas”.
“Un grupo de indios vivía ya en Azul, más inculturados, que eran indios de Catriel y de dos caciques menores que son Cachul y Mayca, formando una especie de barrio indígena del otro lado del arroyo Azul, camino a Tapalqué, en lo que se llamó y hasta hoy conserva el nombre de Villa Fidelidad, que es un repartimiento de pequeñas chacras que hizo el general Escalada”.
“Entonces, los padres tienen en Azul a un grupito de indios que viven en Villa Fidelidad -incluso Catriel tiene casa en Azul-; así que cerquita de Villa Fidelidad instalan su escuelita para niños indígenas y la capilla. El padre Salvaire cada 15 días o a veces todas las semanas, visita los ranchos, los toldos del Cerro Negro”.
“Para comprender un poquito estos libros que yo he dedicado al padre Salvaire, es necesario tener en cuenta esto. El primer libro de la trilogía que voy a dedicar al padre, rescatando momentos fundamentales de su vida hasta su muerte, se editó en 1998 y lleva por titulo El padre Jorge María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva. Un episodio de cautivos en Leubucó y Salinas Grandes. Transcurre entre 1866, que es cuando el malón toma cautivos a doña Jacinta Rosales de Lazos y a sus cinco hijos en Villa Nueva, Córdoba, cerquita de Villa María, y son llevados a Leubucó por los ranqueles, hasta l875 cuando el padre Salvaire visita las tolderías de Namuncurá. El primer tomo es la relación entre Salvaire y esta familia, porque Jacinta Rosales es liberada con un hijo que tiene en las tolderías en 1874 por el padre Donati; ella vuelve a su pueblo, Villa Nueva y ahí comienza las gestiones para rescatar a sus cuatro hijos, dos mujeres y dos varones. Precisamente, doña Jacinta Rosales, sus hijos y el padre Salvaire son recordados en un placa colocada en la Basílica, con motivo del centenario del padre Salvaire”.
“Doña Jacinta, ayudada por vecinos de Villa Nueva viaja a Buenos Aires en busca de fondos para poder rescatar a sus hijos, y a través de una persona amiga de monseñor Aneiros, el vicentino José María Lozano, logra ponerse en comunicación con el padre Salvaire en Azul. Y entonces Aneiros le pide a Salvaire si alguno de los dos misioneros podría hacer el viaje a Salinas Grandes. Con él se podrían cumplir tres objetivos: rescatar los hijos de esta mujer y otros cautivos, en la medida que hubiese fondos: los indios no pedían dinero, sino trueque, objetos, por el valor equivalente a determinada cantidad de dinero, como platería, talabartería, yeguas, vacas, etc. Ese sería el primer objetivo por el cual se invita a los misioneros a ver si se animan a viajar a las tolderías de Namuncurá en Chilhué, ubicadas a 750 kilómetros de Azul, entre lo que es hoy la ciudad de Macachín y General Acha. Segundo, para que el misionero hablara con Namuncurá y lo aconsejara que firmara cuanto antes un tratado de paz, porque si no la solución armada -que es la que finalmente se llevó a cabo-, se iba a precipitar; y tercero, para que Namuncurá, como un modo de salvar un poco a la tribu, aceptara la presencia de un misionero en señal de protección”.
“Cuando llega la carta del arzobispo Aneiros, entre los dos misioneros deciden que irá Salvaire, que era más joven y hablaba mejor el castellano que el padre Meister, que era alemán y apenas lo hablaba. Además, Salvaire tenía interés y ya había aprendido a expresarse en araucano, así que es él quien realiza el viaje”.
“El primer tomo sería la radicación de los misioneros en Azul, el comienzo del trabajo con la tribu de Catriel y el viaje de octubre de 1875 a Salinas Grandes. El valor del libro reside además, en que por primera vez se publica su diario y apuntes sobre el viaje de Azul a Salinas Grandes. El libro está trabajado a partir del archivo del padre Salvaire”.
“El segundo tomo se inicia con el regreso del padre a Azul en noviembre, después de un viaje de aproximadamente 23 días, cuando logra traer a tres de los hijos -uno había escapado a Bahía Blanca y después se reencuentra en Villa Nueva con su madre- y otros seis cautivos más. Allí permanece trabajando con los indios de Catriel a la espera de que Namuncurá diga sí a la invitación del misionero, porque le dijo que lo iba a pensar. El segundo tomo se llama En los Toldos de Catriel y Railef. La obra misionera del Padre Jorge María Salvaire en Azul y Bragado, y es el estudio detallado de los dos años de misión del padre Salvaire y Meister en Azul y un viaje que hizo Salvaire para misionar en los meses de julio, agosto y parte de septiembre en Bragado, en la tribu, también acantonada, del cacique José María Railef”.
“Ellos, tristemente, tuvieron que dejar la misión de Azul en febrero l876 por haberse quedado sin indios: en la Navidad de diciembre de 1875, Azul es asolado por un malón que llega hasta Benito Juárez, Tapalqué, que se llama el Malón Grande por su magnitud. Los indios permanecen 12 o 13 días en la zona del Azul saqueando estancias, quemando y tomando cautivos, y Namuncurá logra que Juan José Catriel, que es el cacique porque a Cipriano lo asesinaron en noviembre del `74, se subleve contra el gobierno -en ese momento era presidente Avellaneda y ministro de Defensa Adolfo Alsina-, deje Azul con toda la tribu y se vaya al monte pampeano. Entonces los misioneros, de pronto se encuentran sin indios ya que Juan José Catriel no quiso tampoco que los misioneros siguieran a la tribu. Es así como los padres Meister y Salvaire en febrero dejan Azul. Salvaire pasa a Luján otra vez en 1876, y trae el propósito de cumplir el voto que le había hecho a la Virgen cuando su vida corrió peligro en las tolderías, en su viaje de octubre, noviembre de 1875. Ante un serio peligro de muerte, prometió que si la Virgen intercedía por su vida escribiría la historia, contribuiría a la difusión del culto e intentaría construir un nuevo santuario que reemplazaría al de Lezica y Torrezuri. Ahí comienza el tercer tomo que estoy tratando de construir y que llevaría el titulo El Padre Jorge Maria Salvaire en Luján. Cura y capellán del Santuario. Ahí reconstruiremos el momento en que escribe la historia de la Virgen de Luján que publica en 1884 en dos tomos, las gestiones del padre para comenzar la construcción del nuevo santuario, su viaje a Europa para lograr la coronación pontificia de la Imagen, la colocación de la piedra fundamental del Santuario, cuando es nombrado párroco hasta su fallecimiento, el 4 de febrero de 1899. Serían tres libros que abarcarían la vida de Salvaire en la Argentina, desde su llegada, como docente, misionero y luego cura y capellán de Luján”.
“Yo me propongo estudiar de manera científica su vida porque creo que se dan las características fundamentales en su personalidad sacerdotal como para introducir su causa de beatificación. Eso es lo que quiero demostrar, sobre todo en el tercer tomo; después habría que ver quién asumiría el proceso de iniciar la causa. Yo creo que sí. El padre tiene suficientes virtudes como para ser considerado santo. Pero todo tiene un proceso; primero es necesario que alguien asuma el estudio científico y serio de su vida. El perfil de su vida sacerdotal y sus virtudes hacen pensar de que vivió de tal manera la hondura del Evangelio, su compromiso, su gran amor a la Virgen. Eso posibilitaría intentar introducir el proceso de beatificación, que tiene diversas instancias: primero sería aquí en la Argentina y después una segunda instancia en Roma. Como ejemplo, le comento que una de las causas por las que está demorado el proceso de beatificación del cura Brochero es porque no había escrito una buena base histórica, hubo que rehacer todo. Para evitar eso, he tratado de presentar a quienes tienen que estudiar luego el caso, una panorámica de la vida de él, demostrando que existen posibilidades” (2).
En "El capitán don Rufino Solano", escribe Omar Alcántara:
"A propósito de esta máxima figura de la Iglesia Argentina, Arzobispo Federico León Aneiros, denominado “el Padre de los indios”, en varias oportunidades, el Capitán Rufino Solano ofició de enlace e intérprete con diversas embajadas de líderes indígenas, con quienes esta autoridad eclesiástica del país mantuvo varias reuniones en mencionado Hotel Hispano Argentino de Buenos Aires y en la sede del Arzobispado.
La Iglesia anteriormente había intentado un acercamiento al aborigen, fue así como en enero de 1859, el padre Guimón, asistido por los padres Harbustán y Larrouy, bayoneses, se internaron en Azul para entrevistarse con Cipriano Catriel, manteniendo tres encuentros con este cacique. El primero fue halagüeño, mostrándose Catriel solícito para atender los requerimientos. En el segundo, el P. Guimón expuso los proyectos de su acción evangelizadora, expresándole: “Somos extranjeros, hemos consentido el sacrificio de abandonar nuestro país, nuestros parientes y amigos, con el solo fin de dar a conocer la verdadera religión… ¿No tendría el cacique el deseo de ser instruido en ella?”. “-¿Por lo menos negaría el permiso de enseñarla a la gente de la tribu y especialmente a los niños?”.
Todo hacía suponer la afirmativa respuesta del cacique, sin embargo, después de consultar al adivino y a los demás jefes, el primero mostró su negativa. Durante la tercera entrevista, respondió Catriel: “No queremos recibirlo más en adelante, ni siquiera una vez, aunque fuera solo para satisfacción de su curiosidad”. Debido a esta manifiesta hostilidad demostrada por los indígenas, el misionero debió regresar a Buenos Aires, viendo totalmente frustrado su intento de acercamiento.
Catorce años mas tarde, el 25 de enero de 1874, llega al Azul el padre Jorge María Salvaire (lazarista) con idénticas intenciones de catequizar e impartir los sacramentos, pero esta vez contando el sacerdote y la Iglesia con la invalorable presencia intercesora del Capitán Solano. Es así como debiendo internarse en la pampa, en dirección a los toldos de Namuncurá, la prudencia y la cautela de este célebre sacerdote le aconsejaron la intervención de “…el capitán Rufino Solano, hombre experimentado en la vida de frontera, que en varias oportunidades y con el mismo fin había participado para Salinas Grandes, ganándose la confianza de los caciques y capitanejos, cuya lengua conocía a la perfección”.
Queda certificada la activa participación e influencia ejercida por Solano, por la existencia de tres cartas dirigidas al capitán; dos enviadas por el cacique Alvarito Reumay, fechadas el 15 de febrero y 13 de marzo de 1874, y la otra del cacique Bernardo Namuncurá, del 13 de marzo de 1874.
Son célebres los sucesos ocurridos en el transcurso de las mencionadas tratativas. La providencial intervención de Bernardo Namuncurá salvándole la vida al P. Salvaire, y las consiguientes promesas a la virgen efectuadas, que han dado origen a su proceso de beatificación, el cual se halla en trámite. El capitán Rufino Solano asistió y guió durante su travesía a este benemérito sacerdote.
Fue así como el Capitán Rufino Solano trató, colaboró y le allanó el camino en la misión, casi quince años postergada, al virtuoso y venerable Padre Jorge María Salvaire, llamado “El misionero del desierto y de la Virgen del Luján”, comenzando la iglesia a tener un contacto mucho más frecuente y fluido. Así lo testimonia la afectuosa correspondencia remitida por el Cacique Manuel Namuncurá a Aneiros, destacando este cacique la presencia del Capitán Solano guiando la delegación que iba a entrevistar al Arzobispo.
Fue el propio Padre Jorge María Salvaire quién, mas tarde, colocó la piedra fundamental de la gran Basílica de Luján, el 15 de mayo de 1887.Fue su Cura Párroco, y murió en la misma ciudad de Luján el 4 de febrero de 1899 a los 51 años de edad. Sus restos fueron depositados en el crucero derecho de la Gran Basílica de Nuestra Señora de Luján a los pies de la imagen de la Medalla Milagrosa , al lado del Altar Mayor, donde yacen hasta el día de hoy. Por su parte, los restos del Arzobispo Aneiros descansan en un mausoleo situado en el ala derecha de la Catedral de Buenos Aires, en la capilla consagrada a San Martín de Tours.
Es una verdadera injusticia que la derruida tumba de este notable militar se halle ubicada en el rincón más apartado, recóndito y olvidado del cementerio de la ciudad de Azul, sitio que, sin ayuda, difícilmente se la puede localizar" (3).
"La Abadía del Niño Dios fue fundada el 30 de agosto de 1899 por la Abadía de Belloc, Francia, y es el primer monasterio benedictino de Hispanoamérica.
El obispo de Paraná Mons. Rosendo de La Lastra y Gordillo deseaba una sólida y numerosa comunidad de religiosos para su vasta diócesis que abarcaba las actuales provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones. Acudió al santuario de Ntra. Sra. de Luján y allí pidió a la Virgen religiosos para su Diócesis. Al salir se encuentra con el P. Arbelbide, sacerdote francés, a quien le cuenta lo que acababa de solicitar a María, y es ese religioso el que pone al Obispo en el camino hacia la Abadía de Belloc. Es por esto que en su primera visita a la Comunidad naciente, un mes después de su radicación, Mons. De La Lastra les dice a los fundadores: "Sois los monjes de María Santísima".
Las autoridades civiles de entonces difícilmente habrían permitido la radicación en el país de una orden o congregación religiosa que no se dedicara a actividades educativas o sociales, de modo que los monjes se vieron urgidos a abrir muy rápidamente un Colegio Agrícola-Industrial. A todo esto se sumaban las expectativas y tratativas con la comunidad victoriense, que desde hacía tiempo deseaba una institución que ofreciera nuevos caminos al progreso a través de la educación cristiana de la juventud. En ese sentido, fueron decisivas las gestiones de la Sociedad Protectora de Enseñanza Cristiana, destacándose particularmente su presidente, don Abrahán Bartoloni.
El 27 de febrero de 1903 el monasterio es elevado a Priorato Conventual alcanzando así la independencia y en 1904 es nombrado como Prior el P. Ignacio Gracy, llegado el año anterior de Francia y que luego sería elegido Abad de Belloc. El 12 de febrero de 1929 es erigido en Abadía y el primer Abad fue el Rmo. P. Salvador Laborde, francés, llegado también en 1903.
En cuanto a las actividades que la Comunidad desarrolló en estos años, tenemos que mencionar la atención pastoral de la ciudad y de todo el departamento de Victoria, desde 1899 hasta 1988, año en que se entregó al Obispo de la diócesis de Gualeguaychú. La Parroquia, cuya patrona es Nuestra Señora de Aránzazu, cuenta, además, con una amplia zona rural e islas, con numerosas capillas y centros religiosos, exclusivamente atendidos en esos años por los monjes sacerdotes de la Comunidad que llevaban una vida comunitaria y monástica adaptada a la situación" (4).
Juan Bréthes nació en 1871; falleció en Buenos Aires en 1928. “Llegó al país a los diecinueve años, dedicándose a la entomología. Fue miembro de las Escuelas Cristianas del Colegio La Salle y corresponsal de Fabre en la Argentina, manteniendo contactos con otros científicos de renombre, como Lynch Arribálzaga, quien lo convenció para abandonar los hábitos a fin de dedicarse por entero a los insectos. Fue encargado de la sección entomológica del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, profesor de Zoología Aplicada en La Plata y, además, dictó cátedra en el Colegio del Salvador. Sus actividades no le impidieron escribir unos doscientos trabajos, algunos de divulgación” (5).
"Agustín Gabriel Bonney Elizalde, nació el 2 de junio de 1901, en la ciudad de Biarritz (Francia). Sus padres fueron Francisca Elizalde y Pierre Bonney. Ellos, tuvieron un amor, una fe y una piedad muy sólidos que supieron transmitir a sus hijos.
Descubrió a Dios que lo amaba, para algo más… Le exigía una respuesta a la edad en que todo era pregunta. Su mirada de niño empezó a descubrir, en la profundidad del mar, las maravillas de la creación. Dios lo llamaba como llamó a los grandes hombres de la historia: en el silencio de la naturaleza, en la suavidad de las playas.
Entre ese cielo y ese mar, estaba él parado frente a Dios, para dar su sí e introducirse en la inmensidad del Creador. En ese ambiente casi místico en 1912 hizo su primera comunión. En 1913, ingresó en el colegio-seminario menor San José de Hasperren para iniciar sus estudios eclesiásticos. Ese mismo año, su familia se trasladó a Lourdes. Allí, su padre comenzó la construcción del Hotel L’Europe.
Poco después se desató, en 1914, la Primera Guerra Mundial.
El 20 de diciembre de 1924 en la majestuosa catedral Santa Cecilia de Albi fue ordenado sacerdote.
Sus superiores lo destinaron al orfanato San José de la ciudad de Tarbes.
Se hizo eco de los sin palabras, de los más pequeños, de los más humildes, para acercarlos a Dios con valentía y con dulzura.
Gran número de jóvenes vascos, emigraron a la Argentina en procura de nuevos horizontes.
Algunos mantenían correspondencia con el padre Agustín a quien le transmitían la necesidad de sacerdotes.
Entre ellos figuraba el padre Ramón Elgart quien insistía en la necesidad de misionar... misionar... en la Argentina, instándolo a emprender su viaje a estas tierras, para desarrollar su apostolado.
El 22 de marzo de 1928 el Padre Elgart lo recibe en Buenos Aires y lo lleva de inmediato a Concordia, Entre Ríos, a la parroquia de San Antonio donde Monseñor Julián Martínez, lo nombra Vicario Parroquial. Es aquí donde decide adoptar el apellido Elizalde para facilitar la pronunciación.
En ocasión de la visita a Concordia de monseñor Alberti, arzobispo de La Plata, se estableció inmediatamente una corriente afectiva entre los dos sacerdotes y el obispo; a tal punto que les ofrece radicarse en esa ciudad y servir el padre Elgart, en el recientemente creado seminario San José, y el padre Elizalde como secretario privado de monseñor Chimento, quien era su obispo auxiliar.
Desde 1929 hasta 1931, año de su llegada a Ciudadela, vivió intensamente su ideal misionero; ya fuera acompañando en sus giras al obispo, o predicando retiros en las parroquias y comunidades religiosas, manifestando cada día su capacidad de organizador y sus cualidades de eximio orador sagrado
Al mismo tiempo, se desempeñó como confesor en varias casas religiosas; fue capellán de un coro y maestro de ceremonias en la catedral.
Solía desempeñar su propia «misión», ya que aprovechaba, para ejercitar la caridad fraterna con sus hermanos sacerdotes que se hallaban en pueblos alejados de los centros urbanos y, en consecuencia, estaban más expuestos a los peligros de la soledad y el aislamiento.
Él les acercaba su palabra de aliento y los instaba a redoblar los esfuerzos en su tarea evangelizadora.
El 2 de agosto de 1931 el padre Elizalde tomó posesión como párroco de Ciudadela
Con la humildad que lo caracterizaba en su discurso-homilía dijo: ... a cada uno de los sacerdotes, dice el apóstol san Pablo: «soporta el trabajo y la fatiga…» Pidan, cristianos, en sus oraciones, que mi vida entre ustedes sea el viviente comentario del consejo del apóstol... Pidan que no traicione jamás la solemne promesa que hago de ser de ustedes, incondicionalmente de ustedes.
En 1938 se inauguró Santa Juana de Arco El padre Elizalde decía a sus colaboradores:
La Iglesia, casa de Dios y casa vuestra, para ser más querida debe ser algo así como el producto de vuestros sacrificios, porque a vuestros ojos, las cosas valen lo que cuestan.
Es necesario que podáis decir a vuestros hijos y a los hijos de vuestros hijos «¿ven esa iglesia? nosotros éramos muy pobres cuando se edificó, sin embargo, dimos algo para que fuese más nuestra y vuestra».
Algunos hitos de su acción pastoral: 19 de marzo de 1936: Funda el “Hogar San José” bajo la dirección de las Hermanas Azules; Comienzan a crearse las diferentes capillas y centros pastorales: San Antonio de Padua, Santo Cura de Ars (hoy parroquia Santa Sinforosa), Nuestra Señora. de Fátima, Santo Cristo, Nuestra Señora de Lourdes y Monte Carmelo; Diciembre de 1941: “Primera Asamblea Arquidiocesana de la J.O.C.”. Se reúnen 5000 jóvenes aclamando a Cristo Obrero; Por esos años nace en Ciudadela la “Escuela de Dirigentes Obreros”, elogiada por el fundador de la J.O.C., card. Cardijm, y considerada “Cenáculo de la Juventud Obrera Católica en América Latina”; Se funda la A.C.A.; Se crea el Seminario Catequístico “San Agustín”; Se realiza la Primera Semana Social para Obreros; En Octubre de 1940 se lleva a cabo la Primera Semana Litúrgica de Ciudadela; En 1946 tuvo lugar el “Congreso Vocacional Arquidiocesano”; Fruto de todo su ardor pastoral y amor y preocupación por la Iglesia funda el 15 de agosto de 1951 a los Oblatos Diocesanos y en 1956, un 11 de febrero, a las Oblatas Diocesanas.
El 2 de agosto de 1956 cumplía sus bodas de oro como párroco de Ciudadela y la ciudad se preparaba a festejarlo con el júbilo y la alegría que inspiraba su presencia.
El 31 de julio, en el salón parroquial, se iniciaba el programa. El sábado 4 de agosto a las 23.30 horas, en ese mismo salón que había sido testigo de grandes acontecimientos, el Padre Agustín reclinó imprevistamente su cabeza. Gran conmoción. El Santísimo Sacramento fue expuesto las 24 horas. El domingo 5 se le administró la Unción de los enfermos a la una y Mons. Antonio Plaza, Arzobispo de la Plata, le dio la bendición papal.
El 15 se agravó notablemente y el 17 de agosto de 1956 falleció en el Sanatorio de la Pequeña Compañía de María.
Su muerte prematura fue también un testimonio de su confianza en Dios, porque demostró que lo hecho por él no era de él, sino de Dios y para Dios.
La Iglesia fue su madre amorosa, su parroquia su desvelo y su fundación, su continuación…" (6).
Nestor Tirri, el autor de La piedra madre, recuerda a religiosos franceses afincados en Tandil: “Fui tandilense por adopción en la infancia y la adolescencia. Muchas de las peripecias que se narran en el texto son vivencias personales (magnificadas y reelaboradas para la ficción narrativa) de mis años tandilenses; sin querer, quedan así documentadas cosas cotidianas de otros tiempos, la mayoría de las cuales ya no existen o apenas si se recuerdan: las veladas de debate en la Biblioteca Rivadavia, la confitería Rex, el recorrido de la línea Uno (los amarillos) de la Estación al cerro del Parque Independencia (así como la línea de "los blancos", de la Movediza al Calvario), el Colegio de la congregación francesa de Los Frères Jacques (ficcionalización irónica de la Congregation des Frères de la Sacré Famille, donde yo hice la secundaria), el mítico Teatro Apolo (del que yo eché las raíces y siguió funcionando después que yo me fui para iniciar una carrera universitaria en otra ciudad), el rodaje de una película argentina famosa, La pasión desnuda, de Luis César Amadori, con María Félix y Carlos Thompson, que se filmó en el Calvario a principios de los años cincuenta... y algunas cosas más…” (7).
Escribe María Rosa Lojo: “Veo a mi abuela materna pasar una a una las cuentas del rosario, mientras augura la condenación eterna de papá, ese ateo que osa desafiar la Voluntad Divina, sin cuya anuencia no se movería ni la hoja de un árbol. El ateo pierde una batalla cuando mamá logra enviarme al Sagrado Corazón (el Sacre Coeur de Magdalena Barat, las monjas con las que ella había estudiado)” (8).
Notas
1 S/F: “Nuestra historia”, en www.colegiosanjose.edu.ar.
2 S/F: “Para acercarse al mundo de Salvaire”, en www.elcivismo.com.
3 Alcántara, Omar: "El capitán don Rufino Solano", en http://www.hemerotecadeazul.org.ar/Programas/Solano/SolanoII.htm.
4 S/F: "Nuestra centenaria historia", en http://www.abadiadelniniodios.com.ar/historia.php.
5 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
6 S/F: "AGUSTÍN B. ELIZALDE (1901-1956)", en www.oblatosdiocesanos.org.ar
7 Tirri, Néstor: en http://www.tandil.gov.ar/cultura/news.php?newsid=1960
8 Lojo, María Rosa: “Mínima autobiografía de una ‘exiliada hija’ “, en Sitio al margen. Buenos Aires, noviembre de 2002.
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El sacerdote dominico Antonio D. Fahy nació en 1805; falleció en Buenos Aires en 1871. Arribó “a Buenos Aires en 1844 para actuar como capellán de la comunidad irlandesa en el país. En 1848 fundó el Sanatorio de Inmigrantes Irlandeses e impulsó la llegada de sacerdotes de ese origen a la Argentina. En 1864, Antonio Fahy fue designado en el cargo de canónigo honorario de la Catedral de Buenos Aires” (1).
“Los primeros inmigrantes irlandeses llegan al Río de la Plata a fines del siglo XVIII y principios del XIX. La reunión de una Sociedad Católica Irlandesa aparece por primera vez e el año 1830. A partir de 1844, no se cuenta con documentación alguna que certifique la existencia de una institución irlandesa organizada. Es en ese año que llega desde Irlanda el padre Antonio Fahy, figura que cobra singular importancia para la colectividad irlandesa no sólo por su inagotable y férrea tarea evangelizadora, sino por su preocupación y acciones en beneficio de niños, enfermos, ancianos y huérfanos”.
“Por su iniciativa surgen una Enfermería para inmigrantes irlandeses, que luego se convertirá en hospital, un colegio orfanatorio para niñas y un convento para las Hermanas de la Misericordia irlandesas. Durante su vida el Padre Fahy se preocupó en forma personal por el sustento de estas obras, en las que colaboraron generosamente los irlandeses más pudientes. El 20 de febrero de 1871 fallece víctima de la fiebre amarilla. Su desaparición dejó un vacío de liderazgo que afectó profundamente toda la vida de la Comunidad irlandesa, de la cual era alma, motor y aliento. Aparecen entonces dentro de la colectividad intentos de organización institucional, que preserven las obras iniciadas y consolidadas por el Padre Fahy” (2).
Ema Wolf y Cristina Patriarca transcriben, en La gran inmigración (3), el testimonio de un irlandés, acerca del Padre Fahy: “La vida de estos inmigrantes se desarrolló únicamente dentro de la comunidad, fieles al principio de que para ayudar a un irlandés nada mejor que otro irlandés. Y por encima de todos ellos como abrazando amorosamente el redil para que no se dispersaran, actuaron los sacerdotes católicos. Entre ellos, el legendario Padre Fahy. Un compatriota lo evocó así: ‘Benditos sean aquellos tiempos cuando el padre Fahy partía de (la ciudad de) Buenos Aires a caballo para visitar a su rebaño de fieles desperdigados. Frecuentemente galopaba de cuarenta a sesenta millas por día, cambiando caballos cuando se le presentaba la oportunidad. Muchas noches dormía en su recado envuelto con su poncho, con el techo de paja de algún rancho sobre su cabeza y a veces nada más que el estrellado cielo de la pampa. Muchas de sus comidas las comía (en lugares) donde el huésped debía tomar la carne con los dedos y usar su propio cuchillo de campo como mejor le pareciese”.
“Go west! -relata Teresa Deane- Esa era la consigna del padre Antonio Fahy, uno de los personajes más emblemáticos de la comunidad irlandesa en el país. ‘Entre 1840 y 1850, Fahy recibía a los irlandeses en el puerto de Buenos Aires y los convencía de que se fueran al campo, al Oeste, a criar ovejas. Después los visitaba y los iba casando entre ellos’ “ (4).
En 1889 arribó el SS City of Dresden, con alrededor de dos mil pasajeros irlandeses. Ellos se dirigieron a Napostá, cerca de Bahía Blanca, desde donde, en 1891, quinientos veinte colonos regresaron a Buenos Aires, “broken in spirit, uterly destituted”. Los adultos quedaron librados a su suerte. Las niñas fueron enviadas al orfanato irlandés y los varones a la primera Fahy School (5).
El Dean Patricio Dillon ocupó, “entre otros cargos el de diputado por la Provincia de Buenos Aires y presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, cargo desde el cual propuso y defendió la conveniencia de que la provincia de Buenos Aires se desprendiera de la Capital”.
El 16 de enero de 1875, Dillon fundó The Southern Cross, “primera publicación católica (en ese entonces íntegramente en inglés) que circulara en el Buenos Aires del 1875 y aún lo continúa haciendo. Es la voz de una comunidad fuerte, pionera, que llegó al país cuarenta o cincuenta años antes que las inmigraciones masivas, para anclarse definitivamente en su nuevo destino. En sus ciento veinticinco años de vida, sigue viendo la luz todos los meses. Uno de sus secretos radica, precisamente, en que este periódico (por haber sido sus integrantes desplazados de su propia patria, buscaron afanosamente otra) supo asumir su condición de ser Plenamente argentino y el otro, en el de sostener a lo largo de los años uno de los tesoros más comunes a la cultura irlandesa y a la argentina, que es indiscutiblemente la religión católica. Como tal, este mensuario la ha defendido y difundido y lo sigue haciendo, consciente de su misión”.
“Durante todos estos años de generación en generación, se transmitieron los lineamientos e ideales de los iniciadores, haciendo posible que continúe vivo, representando a la comunidad argentino-irlandesa y a todos sus amigos, y nos enorgullece que las séptimas generaciones, están comenzando a tomar la posta para continuar con su misión de formación e información, manteniendo nuestras tradiciones, siendo éstas las bases de nuestra identidad y dignidad”.
“El periódico cubre tanto la parte de actualidad como la cultural, social y es la voz de los integrantes de esta comunidad, vivan en la Capital Federal, en el interior de nuestro país o en el exterior, priorizando lo argentino sin desmedro de lo que ocurre en la patria de nuestros ancestros, como así en el resto del mundo. Esta es pues nuestra tarea como católicos, como argentinos y como herederos de la cultura irlandesa” (6).
“En 1879, surge, por primera vez el nombre de Irish Catholic Asociation ("The Irish in Argentina" - Tomás Murray). En esa fecha el Arzobispo de Bs. As. Monseñor León Aneiro, realiza una Asamblea que será el antecedente inmediato de la futura Asociación Católica Irlandesa, finalmente fundada el 5 de junio de 1883, por los auspicios del Dean Monseñor Patricio J. Dillon, capellán de la ciudad de Buenos Aires”.
“Esta institución tendrá el poder de administrar no sólo el Orfanatorio Irlandés y el hospital sino toda donación o legado que en el curso del tiempo llegase a ser propiedad de la comunidad Irlandesa. La A.C.I., la más antigua de lacios católicos de Bs. As., desde entonces, estará presente en todas las actividades e iniciativas de la comunidad irlandesa y se constituirá en la entidad lider de los irlandeses y sus descendientes en Argentina. Ingresa en el siglo XXI, celosamente guardiana de las traducciones, fe y patrimonio heredados de sus antepasados e históricamente integrada a la Comunidad Argentina. En las aulas de sus Colegios, Santa Brígida y Monseñor Dillon, se educan cientos de niños y jóvenes, sin distinción de origen. A través de ambos, cumple su alta y actualizada función educativa” (7).
Los Palotinos son una “orden religiosa católica fundada por San Vicente Pallotti en Roma (Italia), en 1835. Entre 1870 y 1900 llegaron a la Argentina unos 10.000 irlandeses, la mayoría de los cuales se instaló en el interior. Junto a esta colectividad arribaron los palotinos, que instalaron sus misiones y colegios en pueblos de la región pampeana. En el barrio porteño de Belgrano R tienen la parroquia San Patricio” (8).
“ ‘Ya en los años 50 el padre Fidelius Rush y el asturiano Manolo del Campo organizaban festivales de música y baile celta, pero en el 85 se hizo el Primer Encuentro Pan Celta en el Club Fahy’, recuerda Susana Shanahan, periodista y conductora del Plum Pudding (por el budín de ciruela con whisky, plato típico irlandés), un programa de radio que gira, obviamente, alrededor de la cultura celta. ‘Este auge era un eco de lo que pasaba en el mundo, donde The Chieftains, U2, Clannad o Enya ganaban grandes audiencias’ “ (9).
El Colegio Santa Brígida “tiene en nuestra capital una historia ininterrumpida de cien años. Fue fundado y sostenido, en sus comienzos por familias irlandesas radicadas en la campaña, a fin de ayudar a niñas pobres para que adquieran una verdadera educación. El Padre Anthony Fahy, luego de 27 años de esforzado trabajo, fundó un hogar de niñas que funcionó en Riobamba y Tucumán, donde se halla el Colegio La Salle de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. (...) Como la casa de la calle Tucumán con el andar del tiempo resultó insuficiente, la Asociación levantó en 1899, el actual imponente edificio en la calle Gaona 2068. La inauguración fue bendecida por el Arzobispo Monseñor Castellano. La institución solía albergar, mantener y educar doscientas treinta niñas argentinas pupilas de familias modestas, en su totalidad residentes en el interior del país. El Colegio fue dirigido y administrado por las Hermanas de la Misericordia (Sisters of Mercy -fundación irlandesa) hasta el año 1979” (10).
Graciela Montes recuerda a las monjas irlandesas con las que se educó un tiempo, en el Gran Buenos Aires: “Lo oral ocupaba en ese entonces mucho espacio, y no estaba depositado exclusiva ni fundamentalmente, como ahora, en los medios de comunicación masiva (de la radio se escuchaba en mi casa alguna novela, música y los partidos el domingo, y la televisión llegó a casa cuando yo ya tenía ocho años). Me acuerdo de lo que contaban y cantaban mi abuela y mi tía Elvira, como la historia del asno cagador de monedas o el Mariasantanaporquelloraelniño (con esa perdurable imagen de las dos manzanas consoladoras, ‘una para el niño y otra para vos’ ), de las conversaciones en la mesa y de los tangos (mi madre y sus hermanos cantaban y tarareaban tangos en cualquier momento, y los bailaban cuando había fiesta). Sumo a esto la imaginería cristiana, que entró en mi vida más bien tarde, en tercer grado, cuando me cambiaron a una escuela de monjas irlandesas, pero que me impresionó vivamente (a menudo teníamos que dibujar escenas de la Biblia o del martirio de los santos en los cuadernos y se hablaba mucho, y como de algo muy concreto, del infierno y del purgatorio, que se me volvieron visualizables)” (11).
Notas
1 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
2 S/F: “Historia de la Asociación Católica Irlandesa”, en www.santabrigidaesc.edu.ar
3 Incluido en Wolf, Ema (texto) y Patriarca, Cristina (investigación): La gran inmigración. Ilustraciones de Daniel Rabanal. Buenos Aires, Sudamericana, 1997. Sexta edición. 226 páginas. (Sudamericana Joven Ensayo).
4 Guyot, Héctor M.: “Sociedad. Irlandeses en la Argentina. Una verde pasión”, en La Nación Revista, Buenos Aires, 13 de marzo de 2005. Fotos de Daniel Pessah.
5 Geraghty, Michael John: “Land, lambs, churches... and schools”, en Buenos Aires Herald, 15 de septiembre de 1998.
6 S/F: en www.TheSouthernCross.com.ar.
7 S/F: “Historia de la Asociación Católica Irlandesa”, en www.santabrigidaesc.edu.ar
8 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
9 Guyot, Héctor M.: “Sociedad. Irlandeses en la Argentina. Una verde pasión”, en La Nación Revista, Buenos Aires, 13 de marzo de 2005. Fotos de Daniel Pessah.
10 S/F: “Cómo nace Santa Brígida”, en www.santabrigida.esc.edu.ar.
11 Montes, Graciela: en www.gracielamontes.com.
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Lorenzo Cot fue un “sacerdote venido de Chambons de Fenestrelles, Piemonte. Ejerció su apostolado durante la Presidencia de Urquiza en la Capilla San José de su residencia. Desde este lugar concurría asiduamente a la Colonia San José para visitar a los colonos, muchos de los cuales fueron traídos por él desde su patria. En 1859 fue enviado a Europa para traer más inmigrantes. Luego fue designado sacerdote en la Colonia y Villa de Colón. Siempre tuvo mucho aprecio de los compoblanos europeos pues veían en él a su defensor y protector de los derechos que les correspondían por contrato. Pero esta defensa le valió grandes enemigos en la esfera política de Colón, quienes lo persiguieron en forma incansable. Un cúmulo de acusaciones no hacían impacto en su fuerte personalidad, y si bien tenía el apoyo de las altas autoridades eclesiásticas, llegó un momento muy difícil para su tranquilidad de parte de algunos hombres colonenses. Falleció asesinado el 27 de septiembre de 1868. Este crimen quedó sin aclarar hasta el día de hoy ya que no ha sido estudiado aún en su profundidad” (1).
Pablo Lantelme “nació en Piamonte en 1814 y llegó a San José en 1860. Era pariente del padre Cot. Ejerció varios cargos públicos, y en especial, fue maestro de escuela. Mucho mérito ha tenido por sus diplomas de pedagogo, pero más, por haber escrito un libro en italiano para la enseñanza primaria. Las autoridades locales consideraron su traducción al castellano. Todo esto hizo de él un hombre muy especial en el seno de la Colonia. Cuando enviudó se trasladó a Santa Fe donde cursó estudios eclesiásticos en el seminario de dicha ciudad, ordenándose de sacerdote a los sesenta años de edad. En 1875 fue nombrado Capellán efectivo en Colón, y luego fue Cura Vicario de dicha parroquia. Entre sus actividades, aparte de su apostolado, figuran: el enfrentamiento con los sacerdotes de San José por los problemas de jurisdicción, y la construcción de una de las torres de su iglesia. En 1885 renunció a sus funciones trasladándose a Concepción del Uruguay desde donde siguió atentamente el desarrollo de los acontecimientos de Colón y San José. Sus escritos sobre el uso del castellano en las escuelas explican en parte por qué los hijos de inmigrantes no conservaron el idioma de sus padres” (2).
Luis Giorgi, nacido en 1821, “Fue el arquitecto de la orden Franciscana caracterizado por su sentido escenográfico. En Salta hizo las reformas del interior de la Iglesia de San Francisco y luego de la fachada, en 1870; allí como escultor plasmó las imágenes de ‘San Severo’, en cera; ‘La Purísima’ ubicada en el altar mayor, realizada con pasta y tela encolada; y ‘San Diego de Alcalá’, confeccionada en madera tallada y tela encolada”. Falleció en Catamarca en 1905 (3).
La Catedral Basílica de Salta, que fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1947, es un testimonio de su talento: “A partir de 1858 se construye reemplazando a la antigua Catedral dañada por un incendio, quedando finalizada en 1882. (...) La fachada se enmarca en un estilo italiano clásico, con frisos y cornisas muy trabajadas sobre las que se asientan dos campanarios con arcos que rematan en una cruz de hierro forjado. Es uno de los ámbitos religiosos de mayor fastuosidad en el país. Se veneran las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro, patronos tutelares de Salta desde 1692, y cada quince de septiembre esta Catedral es testigo de la procesión multitudinaria de la Virgen Coronada de las Lágrimas y de la Cruz Primitiva del Señor del Milagro. Se destacan dos pinturas americanas entre varias de gran valor: ‘La Asunción de María Santísima’ y ‘Nuestra Señora de los Dolores’. En ella, ubicado a la izquierda de la entrada, también se erige el ‘Panteón de las Glorias del Norte de la República’, que guarda las urnas funerarias del General Martín Miguel de Güemes, entre otros importantes héroes salteños, como así también de Antonio Alvarez de Arenales, Rudecindo Alvarado, y además el de una mujer llamada Doña Martina de Gurruchaga quien organizó con sus propios recursos un escuadrón que entregó al Gral Belgrano y obsequió al Ejercito del Norte una bandera que ella misma había tejido. Este Panteón fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1947”.
“La Catedral, en su interior, posee tres naves y un crucero con cúpula, destacándose por su ornamentación en colores ocre, verde y azul, además del dorado que resalta al observar el llamativo altar mayor, que es una manifestación del barroco tardío obra del arquitecto franciscano Luis Giorgi”..
Trabajó asimismo en la construcción de la iglesia salteña de San Francisco: “Esta Iglesia perteneciente a la orden franciscana tuvo varias reconstrucciones. Concluyó la primera etapa en 1625, y posteriormente se construyó un segundo templo en 1674, que fue destruido por un incendio a mediados del siglo XVIII. Luego se comenzó a erigir la actual iglesia bajo la dirección del español Fray Vicente Muñoz, nacido en Sevilla, quien construyó además la Iglesia de San Francisco de Buenos Aires y la magnífica cúpula de la Catedral de Córdoba. Como la Catedral anteriormente nombrada fue también decorada por el arquitecto italiano Luis Giorgi en otra reforma que presentó en 1870, donde se levantó la esbelta torre que acompaña al templo. Con su campanil separado de la nave central de cincuenta y tres metros de altura, la convierten en la más alta de Sudamérica. La campana de la torre del campanil llamada ‘Campana de la Patria’, fue realizada mediante la fundición de los bronces de los cañones utilizados en la batalla de Salta, donde venció el Ejercito del Norte a las tropas realistas. El mismo Gral. Manuel Belgrano asistió iniciado el siglo XIX a la misa fúnebre oficiada en memoria de los vencedores y vencidos en la mencionada batalla de Salta en 1813. (...) La iglesia San Francisco fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941” (4).
Juan Cagliero nació en Italia en 1838 y falleció en su tierra natal en 1926. “Dirigió la primera expedición de la orden de los salesianos al Río de la Plata, en 1875, enviada desde Italia por Don Bosco, fundador de esa congregación religiosa. En 1884 fue nombrado primer obispo-vicario apostólico en la Argentina, cargo que ejerció hasta 1904. Ese año se trasladó a Italia como arzobispo y allí fue ordenado cardenal, en 1915. En 1964, sus restos fueron trasladados a la ciudad de Viedma, en honor a su labor en el país y en gran parte de América del Sur” (5).
Monseñor Cagliero supo apreciar las virtudes de Ceferino Namuncurá. El padre del joven “se presenta ante el ex presidente Sáenz Peña. Éste, gran amigo de los aborígenes, le aconseja que lo inscriba en el colegio de los salesianos donde seguramente sería muy bien recibido. Allí lo recibió Monseñor Juan Cagliero, vicario apostólico de la Patagonia, enviado del mismo Juan Bosco, hoy santo. (...) En el cuarto año de su estadía en Buenos Aires, Ceferino comenzó a experimentar una tos insistente y rebelde a todo cuidado que le atacaba los pulmones. Monseñor Cagliero pensó en llevarlo a un ambiente más natural y saludable. Monseñor tenía su sede en Viedma, distante a 900 Km. de Buenos Aires, cerca de la desembocadura del Río Negro. Allí también había un colegio salesiano, donde Ceferino gozaría de un clima más parecido al de Chimpay, donde naciera. Monseñor Cagliero y Ceferino llegaron a Viedma a fines de 1901. (...) En abril de 1904, monseñor Cagliero es nombrado arzobispo, y llamado a Roma por el Papa. Ceferino le pide que lo lleve con él. En agosto de 1904 desembarcan en Génova, y suben a Turín, donde lo recibe Don Rúa, hoy beato y primer sucesor de Don Bosco. En septiembre del mismo año, Monseñor va a Roma, y presenta a Ceferino al Papa. Pío X se siente por unos instantes conmovido ante aquel joven araucano. Luego hace pasar a los misioneros a su despacho, y conversa larga y afectuosamente con ellos como un viejo amigo” (6).
Juan Bautista Scalabrini nació en Lombardía en 1839 “ (...) Los dos hermanos mayores, Antonio y José, en sus peripecias financieras y familiares, tuvieron siempre el consejo y el apoyo del hermano Obispo. El primero había asumido la administración del negocio paterno, pero, aventurándose en operaciones riesgosas, terminó por endeudarse al extremo de correr el riesgo de ir a la cárcel. Mientras que José, también desafortunado, intentó la aventura de la emigración (Scalabrini conoció el drama de la emigración, ante todo, en el seno de su propio hogar) y luego de varias contingencias terminó víctima fatal de un naufragio frente a las costas peruanas. Fue a causa de las tristes vicisitudes del hermano José que Juan Bautista vio llorar a su padre por primera vez. (...) Beato Juan Bautista Scalabrini fue ordenado sacerdote el 30 de Mayo de 1863, cuando aún no había cumplido los 24 años, por lo cual fue necesario pedir la dispensa por falta de edad. Durante los primeros cuatro meses después de la ordenación, ejerció suplencias en algunas parroquias. Motivado quizá al constatar el restringido horizonte de su futuro ministerio sacerdotal, o mejor aún, por el entusiasmo hacia el nuevo instituto misionero del PIME (Pontificio Instituto de las Misiones para el Exterior), tuvo la idea de hacerse misionero. De eso hablará él mismo, veinte años después, al presidir la ceremonia de la entrega del crucifijo a cinco misioneros que partían: recordará como se había arrodillado delante de su madre y ella le había otorgado el consentimiento entre lágrimas. Empero, su destino tenía que ser otro, el de llevar la cruz pectoral de Obispo, en lugar de la cruz de madera del misionero. En realidad aquel proyecto misionero no se concretó por la rápida intervención de su Obispo que le dijo terminantemente: "Tu India es Italia". (...) Nos remontan a los tiempos del seminario algunas de las hermosas amistades de Scalabrini. Fue gran amigo del Beato L. Guanella, el "siervo de la caridad" que en 1912, siguiendo la huella de las hazañas misioneras del gran amigo y maestro desaparecido, irá hacia América para organizar la asistencia religiosa de los emigrados. (...) Los diversos Papas que lo conocieron y lo trataron, admirados por la obra benemérita y multiforme del Obispo de Piacenza, le atribuyeron diferentes títulos como: Apóstol del Catecismo, Príncipe de la Caridad, Obispo Misionero, Padre de los Emigrantes.(...) Se sentía responsable de su Iglesia "local" y al mismo tiempo, como sucesor de los Apóstoles, responsable también de la Iglesia "Universal". Él no se consideraba limitado a su ya extensa diócesis, ni se sentía ajeno a las vicisitudes de tierras lejanas más allá de los Alpes o del océano. He aquí porqué consideró de su competencia la institución de la Obra de los Mondadores de arrozales; aunque trasponía los límites de su diócesis. He aquí porqué extendió de este lado y del otro lado del océano su grandiosa obra de asistencia en favor de los emigrados italianos. He aquí porqué, hasta pocos días antes de su muerte, él instó a la Santa Sede a interesarse por los emigrados de todas las nacionalidades. (...) Por lo tanto, las fronteras de Scalabrini eran las fronteras del mundo. Signos de este universalismo, además de las diversas iniciativas ministeriales y caritativas, que iban más allá de todo límite geográfico o ideológico, estaban sus inspiradas y clarividentes visiones históricas. (...) Aún antes de instalarse en Piacenza, el mismo día de su consagración episcopal, Scalabrini envió a la Diócesis su primera Carta Pastoral. En ella, se presentó con gran humildad, todavía confundido por la altísima responsabilidad que se le había asignado; mas con igual determinación de querer entregarse con todas sus fuerzas a la causa del Reino de Dios. Presentando su programa, se declaró dispuesto a hacerse "siervo de todos", pero sobre todo de los pobres y de los enfermos. a los que él se comprometía a socorrer y a evangelizar. Y, como se verá, en los treinta años de su ministerio episcopal, él trabajará con el pensamiento y con la acción dirigida hacia aquella gran masa humana formada por indigentes, enfermos, desocupados, huérfanos, ciegos, sordomudos, encarcelados y además, la de los emigrados. (...) se han abierto nuevos frentes y nuevos desafíos para el carisma de los Misioneros Scalabrinianos” (7).
El Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos (Cemla) es “una entidad que promueve estudios sobre las corrientes que poblaron el país y las nuevas migraciones. Además, organiza congresos para ahondar sobre algunos problemas derivados, como discriminación o adaptabilidad. Pero podría decirse que el ‘plato fuerte’ del Cemla es el banco de datos de inmigrantes. Al respecto, el director de la entidad, el padre Mario Santillo, explicó a La Prensa: “Se recopilaron los nombres de 3 millones de personas que ingresaron al país entre 1882 y 1926. La información fue rescatada de los antiguos libros de entrada al país. La base de datos fue encarada en sucesivas etapas mediante microfilmación, grabado de imágenes y digitalización. ‘Lamentablemente no todo pudo ser salvado, muchos libros estaban en muy mal estado; se perdió casi un millón de datos’, explicó el sacerdote. (...) El Cemla es una institución que depende de la Congregación de los Padres Scalabrinianos- El creador de la orden religiosa –que nació en Italia- fue Juan Bautista Scalabrini, tío de Raúl Scalabrini Ortiz. ‘La congregación scalabriniana siempre tuvo preocupación por la situación de los inmigrantes que se han diseminado por todo el mundo, por eso cuenta con centros para estudiar esta problemática’, señaló Santillo” (8).
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En “Las fronteras históricas del legalismo”, Mariano Gutierrez reproduce una carta, fechada en Villa Merced en septiembre de 1879, en la que el fraile Donati “le advertía a su compañero de las trampas en que el gobierno pretendía hacer caer a los indios”. Donati escribe al M.R.P. Moysés Alavez: “Mi querido padre Prefecto: Recibí la apreciable de V.P.M.R. fecha 28 de presente. Con respecto á Ramón, consideratis considerandis, nosotros me parece que no debríamos más que aconsejarle á que se reduciese entre Cristianos á una vida civil para que despues consiguiésemos su conversión. Por ahora no usan otros términos que se entendiese con los Gefes o con el Gobierno, en cuanto á las propuestas que se hiciesen que después no se hubiesen de cumplir caeriamos en su desgracia. Según la carta de V.P. me confirmo siempre más que los actuales gobernantes no quieren reducciones, pero si la sumisión de los indios por medio de dispersiones de ellos. En una palabra reducirlos en un estado como se halla en los tiempos presentes la nación hebrea que no forma población reunida. Es de dura necesidad mostrarse indiferente con ello, que haga expontáneamente lo que les parezca mejor. Por el contrario se nos sublevaría si viniesen con propuestas que probablemente no serán fielmente realizadas. Me buscan que vaya para hablar ellos conmigo, por que gracias a Dios me creen; pero yo no tengo datos seguros que el futuro Presidente quiera favorecer á nosotros y á los indios. Ygnoro los proyectos de él y las instrucciones que tienen los Gefes. Yvanoski me ha comunicado que Sarmiento no quería pagarle este último trimestre. Es más fácil evitar el pantano que salir caído en el. Muéstrese neutral con Ramón dígale que se entienda con el Coronel Roca. Me es doloroso usar estos términos (...). también V.P. tenga la advertencia de reflexionar bien sobre el racionamiento de Nicolás, no sea que este pobre caiga en la red como han quedado estampados aquí una cuadrilla de cautivos que comenzaron á racionarles con el título de Vaqueanos prestando servicios. A poco á poco, de vez en cuando los mandaban a descubrir el campo, en seguidos que estuviesen vestidos de paisanos reunidos en tal Fortín, la conclusión fue que ahora están gobernados por un oficial como militares veteranos. Nicolás debería pensarlo bien y determinar si él mismo quiere carne de la Patria. Se me han desaparecido un par de botas; Marquito me asegura que las ha visto en mi celda puede ser que alguno de los Padres las haya ocupado para ir a cazar; me parecía que no estuviesen allí; pregunté de ellas, son botas casi nuevas. Entró el Padre Luis, algo ha de haber sucedido. En lo que tengo encargado que no me dejen la llave a nadie. Saludo con toda la expansión de mi corazón á los compañeros, en particular á V.P. Fray Marcos Donati” (9).
En 1993, la Asociación Dante Alighieri publicó El padre Marcos Donati y los franciscanos italianos en la Misión de Río Cuarto , un trabajo de Inés Isabel Farías distinguido en el certamen “Los grandes Italo-argentinos”, organizado por la entidad entre los actos conmemorativos del V Centenario del Descubrimiento de América. En esa obra, la investigadora señala que en 1856 llegaron, a instancias del Padre Bonfiglioli, los Padres Eugenio Nardoni, Romualdo Ferrando, Cirilo Ostilo, Daniel Urbani, Juan B. Raineri, Marcos Donati, Plácido Sargenti, Luis Soli, Isidoro Anselmi y Federico Da Genova y los frailes Félix Perino y Leonardo Benacci.
En 1867, el Padre Marcos Donati regresa de Italia, acompañado por los padres Constantino Longo, Guillermo Zelli, Quírico Porreca, Mario Dal Negro, Ludovico Quaranta, Antonino Caldarelli, Benito Fessitori y Pío Bentivoglio, y los frailes F. Benvenuto y Domngo Bedinni.
“Cabe destacar en este punto –afirma Farías-, la preocupación del Padre José Luis Padrós, archivero del Convento, en rescatar el nombre de todos ellos, a la espera de que, alguna vez, la comunidad de Río Cuarto rinda a estos pioneros, la recordación que realmente merecen. Dice así:
“Lista de religiosos misioneros franciscanos de este Colegio de San Francisco Solano de Río Cuarto, fallecidos en el mismo, para ser incluidos en la placa dedicada a los fundadores del Colegio Misionero:
P. Eugenio Nardoni + 5 de abril de 1861
P. Juan B. Raineri, + 17 de noviembre de 1867
Fr. Benvenuto (lego),+ 29 de junio de 1868
P. Guillermo Zelli,+ 3 de marzo de 1874 (cólera)
Fr Venancio ( lego) + 4 de marzo de 1874 (cólera)
P. Luis Soli,+ 11 de marzo de 1878
Fr Félix Perino (lego),+ 19 de febrero de 1878
P. Mario Dal Negro, + 5 de mayo 1882
P. Moisés Alvarez, + 16 de junio de 1882
Fr. Fernando Salvatori, + 14 de mayo de 1886
P. Francisco Luchini, + 11 de febrero de 1887
Fr. Daniel Palacios (corista), + 21 de marzo de 1888
P. Plácido Sargenti, + 1 de marzo de 1889
Fr Angélico Ruggi, + 20 de enero de 1890
P. Rufino Cagliari + 21 de setiembre de 1890
P. Marcos Donati, + 8 de abril de 1895
P. Quirico Porreca, + 25 de abril de 1896
Fr Onofrio Carlomusti, + 6 de agosto de 1896
P. Constantino Longo, + 26 de enero de 1906
Fr. Francisco Baldini, + 16 de enero de 1906
P. Antonio Cardarelli, + 13 de febrero de 1915
R.I.P. Amén" (10).
El misionero salesiano José Fagnano nació en 1844 y falleció en Chile en 1916. “Luchó en Italia junto a Garibaldi y, tras abrazar la vida religiosa, llegó al país en 1875 con la primera expedición enviada por el fundador de la orden salesiana, Don Bosco. En 1876 asumió como director del colegio de esa congregación en San Nicolás de los Arroyos. En 1883 fue nombrado prefecto apostólico de la Patagonia meridional, y desarrolló una importante labor como protector de los indios. En 1893 fundó la misión de Nuestra Señora de la Candelaria, en el área que hoy ocupa Río Grande, Tierra del Fuego, donde se afincaron numerosas familias de indios onas. Incansable explorador de la Patagonia, estableció la ubicación del lago fueguino que lleva su nombre” (11).
En “El cura y el cowboy” se recuerda, entre otros sacerdotes, a monseñor Fagnano: “La Patagonia tuvo en aquellos lejanos tiempos muchos aventureros. ¡Hasta los misioneros que recorrían leguas a caballo, como el padre Mascardi, el padre Quiroga, el padre Falkner y otros tantos aventureros de la Cruz! ¿Por qué no recordar también a Monseñor Fagnano, cuando cruzaba Tierra del Fuego en 1886 a lomo de mula? ... o al padre Angel Savio, remontando en 1885 el río Santa Cruz, rumbo al lago Argentino pasando por las chozas de los tehuelches. Y no olvidemos al padre Bonacina quien en 1892, en pleno invierno cruzó con un baqueano y una tropilla de Viedma a Rawson para fundar allí una iglesia salesiana” (12).
En "Lo que el cine no se llevó", escribe Magdalena Ruiz Guiñazú: "El padre Fagnano (cuyo nombre lleva hoy uno de los lagos mas hermosos de la zona) era, obviamente, un hombre decidido y energico pero cuya personalidad multiple le permitía realizar ademas una actividad prodigiosa. Durante los años que paso en Patagones intervino activamente en cuanto acontecimiento se desarrollo en esta ciudad. Construyo la iglesia, fundo la Sociedad ItaIiana de Socorros Mutuos, de la que fue su primer presidente. Se desempeñó como concejal. Luego, como intendente. Establecio un observatorio meteorologico, creo la primera banda de musica y encontro el tiempo suficiente como para efectuar largas giras misioneras durante las cuales busco la forma mas expeditiva para que la labor de los misioneros resultara eficaz y constructiva. Fue el primer salesiano que llego a la region del lago Nahuel Huapi donde en 1670 un jesuita, el padre Mascardi, fundaba una misión donde resulto ultimado a flechazos por los indios que deseaba evangelizar. Tampoco Fagnano se vio libre de los riesgos que afrontaron sus predecesores. En 1881, después de la rendición del cacique Namuncurá, las tropas expedicionarias del general Villegas comenzaron a retirarse de la region de Nahuel Huapi, pero Fagnano decidio justamente permanecer allí para visitar a las tribus aborigenes acampadas en las inmediaciones. Los indios, heridos en su orgullo por la derrota y los abusos cometidos contra ellos, no estaban de animo como para recibir visitas, y aun cuando el salesiano intento hacerles comprender que venia con intenciones distintas, decidieron apresarlo y lo encerraron en un toldo bajo la constante vigilancia de un indio bravio.
Como queda dicho, Fagnano era un hombre de accion. Mientras escuchaba los siniestros preparativos para su muerte, intento ganarse la confianza del guardian y en un momento de la conversacion logro que este lo desatara con la promesa de hacerle beber guachacay, un licor que fascinaba a los indios y que el italiano guardaba entre sus pertenencias. Los efectos no se hicieron esperar. Cuando el indio cayo vencido por el sueño, Fagnano, en el mejor estilo John Wayne, salto sobre un caballo y logro huir a todo galope hacia la guarnicion mas cercana perseguido por la indiada, que no logro darle alcance, salvando asi su vida.
Años despues, ya como prefecto apostolico de la Patagonia Austral, Fagnano recordaba el incidente con buen humor y lo sumaba a las multiples anecdotas que protagonizo mientras actuo como protector o mediador de pampas, tehuelches, araucanos, onas y alcalufes ... Como los restantes misioneros, tambien Fagnano tuvo que luchar desesperadamente contra la falta de medios economicos, ya que los escasos subsidios de gobierno llegaban tarde, mal y nunca, desde Buenos Aires" (13).
El sacerdote y arquitecto Ernesto Vespignani nació en 1861; falleció en Buenos Aires en 1925. “Realizó numerosas obras religiosas en su país. En la capital de Argentina, inició las obras del Santísimo Sacramento y se destacan la iglesia de San Carlos y el Santuario de Nuestra Señora de Buenos Aires, el Santuario de Nuestra Señora de Itatí (Corrientes), la iglesia del Rodeo (Mendoza), la iglesia de Viedma (Río Negro), el colegio San José (Santa Fe), la iglesia de Nuestra Señora de la Merced (Tucumán), la iglesia de María Auxiliadora (Córdoba) y numerosos colegios y parroquias de la congregación salesiana en el país” (14).
Rafael Gobelli nació en Casalcermelli en 1862; falleció en Salta en 1944. Historiador y religioso franciscano, “llegó al país en 1874 y, cuatro años después, tomó los hábitos en el convento de San Diego, Salta. Se ordenó sacerdote en Córdoba, en 1885 y, en 1890, fue designado definidor general de la orden. Dictó cátedra de materias como Teología y Derecho Canónico y fue misionero en las provincias del norte y en el Chaco. Publicó trabajos como Los indios tobas y asistió al Primer Congreso de Historia Nacional (Jujuy, 1924). Colaboró en la formación del Museo Provincial de Salta” (15).
En su trabajo “Caza de subsistencia en la provincia de Salta: su importancia en la economía de aborígenes y criollos del Chaco semiárido”, Francisco Ramón Barbarán y Carlos Javier Saravia Toledo se refieren a este sacerdote: “A fines del siglo XIX, la aparición del ferrocarril y la iniciación de la industria azucarera, determinaron el aprovechamiento de los aborígenes como mano de obra, llegando a trasladarse tribus enteras con la colaboración del ejército, a los ingenios de Tucumán. Posteriormente la actividad azucarera se expande a las Provincias de Salta y Jujuy, que atraen grupos aborígenes mediante el sistema de contratistas de indios. Los indígenas también se empleaban en los ingenios voluntariamente, al recibir en pago cuchillos, hachas e incluso escopetas, que los hacían mas eficientes en la caza y la recolección. Las armas de fuego fueron artículos codiciados porque las usaban además en los continuos enfrentamientos que mantenían con unidades del ejército, lo cual es corroborado por diversos autores. Gobelli (1912) manifestaba que "hasta ahora las armas que los ingenios y obrajes han dado a los indios les han servido para matar a los oficiales y soldados del ejército’ " (16)
Olga Weyne transcribe el testimonio de José Brendel acerca de un sacerdote: “(En 1913): ‘El tiempo de la ausencia del padre Kotulla (uno de los más recordados sacerdotes del Verbo Divino, en colonia San Miguel), fue cubierto provisoriamente por un sacerdote italiano, recién llegado, que no hablaba ni el alemán ni el castellano, pero que con su bondad y sus expresivos ademanes italianos, se hizo querer, ya que no entender, por la población. Se llamaba Juan Sciortino. Sus seromnes eran un acopio pintoresco de varias lenguas, pues también hacía sus ensayos en alemán, que le enseñaban los monaguillos y que él mismo repetía después en el altar, con abundante transpiración aunque con vano intento. Los niños eran sus predilectos y para ellos siempre tenía golosinas; (...) San Miguel guarda un recuerdo cariñoso del Padre Juan y quiere que estas líneas sean un homenaje a su vocinglera bondad” (17).
Don Orione nació en Pontecurone en 1872; falleció en San Remo en 1940. “En 1885 ingresó al convento franciscano de Voghera y, luego a los salesianos de Turín, donde conoció a Don Bosco. Ordenado sacerdote en 1895, fundó la obra de los Primeros Ermitaños de la Divina Providencia. En 1921 vino a la Argentina y, al año siguiente, inauguró en Victoria (Buenos Aires) la primera casa de la obra. Volvió a Italia y regresó en 1934 en ocasión del Congreso Eucarístico Internacional. En 1935 colocó la piedra fundamental del Pequeño Cottolengo Argentino en Claypole (Buenos Aires). Luego fundó hogares para discapacitados, centros para niños abandonados, escuelas y parroquias. Regresó a Italia, falleciendo en 1940. Beatificado en 1980 por Juan Pablo II, en 1984 su corazón fue traido en un relicario que, tras recorrer las comunidades, en 2000 fue depositado en el Cottolengo de Claypole. En la actualidad hay centros asistenciales (hogares o cottolengos) de las Obras de Don Orione en Córdoba, Corrientes, Mendoza, Chaco y Provincia de Buenos Aires” (18).
“Don Orione fue un sacerdote todo de Dios y todo de los hombres. Dedicó su vida entera a amar y servir al Señor en los más humildes, en los más pobres y desposeídos. ‘Sólo la caridad salvará al mundo’ fue la convicción que marcó su vida; una caridad necesaria y urgente para ‘llenar los surcos que el odio y el egoísmo han abierto en la tierra’. Hoy, Don Orione, sus obras y sus opciones siguen teniendo vigencia y son un testimonio claro de que la vida sólo es tal cuando se comparte solidariamente con el prójimo, especialmente con aquel más necesitado y abandonado, pues en él ‘brilla la imagen de Dios’ ” (19).
José Zaninetti nació en Novara en 1874 y falleció en Paraná, Entre Ríos, en 1941. “Llegó a Paraná en 1886 e ingresó al Seminario de Santa Fe, ordenándose sacerdote en 1897. Cultor de la música sacra, en 1908 viajó a Roma donde estudió con el abate Perosi. Profundizó sus estudios en Francia y España, en los centros benedictinos de Solesmes y Silos, respectivamente. De regreso al país en 1911, fue inspector de parroquias y capellán de hospitales en la diócesis de Paraná, en la que llegó a alcanzar la dignidad de deán de la Catedral. Compuso la Misa en honor de San José, Te Deum, Tantum ergo, Tu est Petrus, la misa Mater Misericordiae, Sacratissimi Cordi Jesu, una colección inédita de Salmos y también su inédita misa In hon, beata Mariae Virginis. Autor, también, de composiciones folklóricas inspiradas en el cancionero argentino” (20).
Artémides Zatti nació en Boretto en 1880 y falleció en Viedma en 1951. Fue laico de la Sociedad Salesiana. “Legó a la Argentina como parte de una familia de inmigrantes y se instaló en Bahía Blanca en 1897. Ingresó al seminario salesiano de Bernal (Buenos Aires) y enfermó de tuberculosis. Trasladado a Viedma, pidió a la Virgen su curación y prometió dedicarse a los enfermos. Cumplió su promesa cuidando convalecientes en el Hospital San José (entre otros a Ceferino Namuncurá), donde murió en 1951. Llamado ‘El enfermero Santo de la Patagonia’, fue beatificado en 2002 por Juan Pablo II” (21).
José Sobrero sdb resume la vida del beato: “El Hno. Artémides Zatti es un salesiano coadjutor de la Congregación Salesiana que desplegó un trabajo de promoción entre los enfermos de la ciudad de Viedma y cuya vida consagrada ha sido propuesta para el estudio de sus virtudes en la causa de beatificación y canonización”.
“Italiano, nació el 12 de octubre de 1880 en Boretto. Su familia trabajaba en el campo: trabajadores que conocen del sudor para arrancarle los frutos a la tierra. Son ocho hermanos junto a papá Luis y mamá Albina. Artémides Joaquín Desiderio María ocupa el puesto 3. De Boretto emigraron hacia la República Argentina invitados por un tío para largarse a la aventura de América. En 1887 se establecieron en la ciudad de Bahía Blanca. Y continuaron trabajando. Artémides tuvo varios empleos al estilo de ‘changas’ hasta que aterrizó en una fábrica de baldosas. Comenzó a frecuentar la Parroquia salesiana ‘Nuestra Sra. de las Mercedes. Participaba de la Misa y de las actividades comunitarias. Allí nació su vocación: codo a codo con los salesianos”.
“Con 19 años ingresa al Aspirantado salesiano en Bernal, provincia de Buenos Aires. Quiere ser sacerdote. Sus padres le ayudan mucho. En Bernal, por su edad y por su contextura física, lo invitan a realizar todo tipo de trabajos domésticos. Digamos que es un verdadero factótum. Así en enero de 1902 le proponen cuidar a un sacerdote enfermo de tuberculosis. El final de esta tarea es trágico: fallece el sacerdote y Artémides contrae la tan temible enfermedad. Con esa dificultad a cuestas lo envían a Junín de los Andes para curar o morir. En Bahía Blanca cambia Junín de los Andes por Viedma. Con esta circunstancia se quiebra la ilusión de aspirar al sacerdocio”.
“En Viedma se encuentra con el P. Evasio Garrone, conocido como el ‘Padre Dotor’, quien lo invita a realizar una promesa a María Auxiliadora: pedirle la gracia de la salud y ofrecerle como respuesta el cuidado de los enfermos para toda la vida. Y el milagro se dió. Soportó la grave enfermedad con la sonrisa en los labios y al final quedó totalmente curado. Entonces le tocó cumplir la promesa: Creí, Prometí, Sané. Allí mismo, en el Hospital ‘San José’ de la ciudad de Viedma, comenzó a trabajar por los enfermos. En 1904 se incorpora a la botica ‘San Francisco de Sales’ anexa al Hospital”.
“Su camino salesiano continúa. El ‘noviciado’ fue un poco largo. Hasta 1910 aparece en los registros como ‘ascritto’. Con 27 años hace sus votos trienales el 11/1/1908.En 1911 fallece el P. Garrone y ese mismo año hace los votos perpetuos. En 1913 se hace cargo del Hospital realizando diversas tareas. Artémides no se santificó solamente por su infatigable trabajo. Su vida de oración, la vivencia de los votos, su inserción comunitaria, ha sido tan rica como su labor apostólica en bien de los enfermos”.
“Lo podemos imaginar rodeado de jóvenes, rezando con sus hermanos, compartiendo la mesa, en los Ejercicios Espirituales...”.
“La vida de estos santos nos ayudan a caminar con esperanza precisamente por la vida escondida, en silencio, desde lo cotidiano, en lo concreto y con los pies sobre la tierra”.
“Y así Artémides nos dejó un 15 de marzo de 1951.Tenía 70 años y la convicción que debía morirse para seguir viviendo. El pueblo lo lloró y lo proclamó santo antes de tiempo porque en la memoria de ese pueblo estaban todas las gauchadas que le prodigó el ‘enfermero santo de la Patagonia’ " (22).
“El 14 de abril de 2002, en Roma, el Papa Juan Pablo II declara Beato a Don Artémides Zatti, el enfermero de Viedma” (23).
En un libro publicado recientemente por la Editorial Polo Rossi, se habla de la importancia de los sacerdotes en la producción de vino en Mendoza.
“ ‘Il vino si fa così’. Lo taxativo del título no limita a la obra. Apenas es una síntesis que advierte sobre cómo la herencia itálica fue guiando la labor mendocina en materia vitivinícola. “El vino se hace así”, es en consecuencia una coproducción literaria entre la Escuela de Enología de Don Bosco (Mendoza), la Escuela de Conegliano (en Italia) el consulado y la Universidad de Turín. (...) “Recuperamos las apreciaciones de Giovanni Dalmazzo, un precursor italiano para nuestra historia en el vino. También contamos cómo los primeros técnicos de las escuelas mendocinas fueron insertándose en las bodegas”, comentó Borzi de la congregación de los salesianos. Toda la documentación está ilustrada con fotos históricas sobre los pioneros del vino. De las transferencias culturales entre ambos países se ocupó Julieta Gargiulo. A los dos autores, la elaboración de estas 120 páginas del volumen les demandó tres años de investigaciones de uno y otro lado del Atlántico, según comentaron” (24).
“Para entender el desarrollo vitivinícola mendocino, nada mejor que Il vino si fa cosí..., de Julieta Gargiulo y Agustín Borzi. El libro muestra la influencia que tuvieron los intercambios entre Italia y la Argentina para el gran despegue de nuestros vinos, tanto de escuelas italianas de enología –Conegliano y Alba, por ejemplo-, como de los sacerdotes llegados a la provincia, especialmente el padre Oneglia, clave en la formación de los enólogos mendocinos” (25).
“Alberto María De Agostini nació en Pollone, pequeño pueblo de Piamonte, en las cercanías de Biella, el 2 de noviembre de 1883. Fue ciertamente la feliz ubicación de la región natal, al pie de los Alpes, y la vecindad de Biella, cuna del alpinismo italiano, las que influyeron, desde la juventud, en el ánimo y las preferencias de De Agostini. La pasión por la montaña, por los grandes espacios y las zonas inexploradas creció con él, y ya sobre los Alpes supo destacarse como experto alpinista que acompañaba, junto a la acción, la investigación, los escritos y la documentación fotográfica”.
“En 1909, a los veintiséis años, consagrado sacerdote en la orden salesiana, abandonó inmediatamente Italia y partió como misionero hacia una de las regiones menos conocidas y más inhóspitas del globo: la Tierra del Fuego. ¿Qué era lo que lo impulsaba hacia allá? Ciertamente, la vocación sacerdotal y las exigencias de su orden, pero también, sin duda, ese espíritu de exploración en el cual apenas se ha mencionado la influencia de su hermano Juan, fundador del Instituto Geográfico que lleva su apellido”.
“Ya Don Bosco, fundador de la orden de los salesianos, hablaba de aquellas lejanas tierras con conocimientos superiores a los comunes. En sueños había tenido la visión de las riquezas y bellezas naturales aún ocultas en las regiones interiores de la Patagonia y de la Tierra del Fuego. En la obra de exploración de De Agostini podemos entrever por cierto también una voluntad permanente que tendía al propósito de demostrar en forma cabal que el sueño de Don Bosco era verídico, lo que, ante la magnitud del material reunido puede considerarse logrado”.
“Fue con estos antecedentes que inició una de las más completas obras misioneras que se conozcan: el eclesiástico se conjugó con el antropólogo, con el fotógrafo, con el geólogo, con el etnólogo y con el montañista, y todos estos aspectos, actuando como fuerzas conjuntas, permitieron a De Agostini alcanzar aquella estatura humana y espiritual que todos le reconocen”.
“El joven sacerdote llegó a Punta Arenas en 1910 y halló a sus hermanos de orden empeñados en la tentativa de sustraer de la declinación y de la destrucción a los últimos núcleos de los indios fueguinos. Desde varios anos atrás esa obra era llevada adelante con tesón por el prefecto apostólico de los territorios magallánicos, monseñor José Fagnano. Con gran habilidad diplomática, Fagnano logró obtener el apoyo de las más importantes familias de colonos, los Menéndez y los Braun, pero la situación era ya comprometida y se precipitaría muy pronto. La introducción de la cría de ganado desencadenó la caza del indio y dio definitivamente el golpe de gracia a la cultura indígena. Los salesianos se empeñaron esforzadamente en preservar de la invasión de la cultura occidental a los indios, agrupándolos en misiones adecuadamente construidas, pero la empresa no era fácil, dado que se debía también mantener una buena convivencia con los colonos y con los ricos propietarios que habitaban en los grandes centros”.
“En este cuadro De Agostini inició su obra, enseñando en las misiones y en los centros salesianos. Tan solo en el tiempo libre se dedicaba a las exploraciones que lo hicieron tan famoso. No obstante, ese escaso tiempo fue suficiente para permitirle documentar de manera completa todos los territorios magallánicos”.
“Punta Arenas fue la base de partida para las primeras exploraciones de Alberto De Agostini, quien no por casualidad mostró muy pronto su interés por la cordillera fueguina conocida como Cordillera Darwin” (26).
El sacerdote italiano es el protagonista de una biografía escrita por Amalia del Pino, publicada por la Asociación Dante Alighieri en 1976. En esa obra, la autora evoca un suceso que tuvo lugar en 1909: “El arzobispo de Turín, Cardenal Richelmy, bendice en el imponente santuario de María Auxiliadora la expedición que sale el 28 de octubre de ese mismo año rumbo a Punta Arenas. Integra ese grupo misional el flamante sacerdote De Agostini, pleno de juventud y de buenos propósitos, dispuesto a ser instrumento dócil de la Providencia para hacer realidad el sueño de Don Bosco, fiel a sus votos generosamente hechos y voluntariamente aceptados. Diez años le vio la Tierra del Fuego desplegar con singular celo su actividad misional, atrayendo al corazón de la Iglesia a tantos seres a quienes supo conquistar con su ejemplo y su acción incansable, que no detuvo el clima hostil, la natural desconfianza del aborigen ni la indiferencia de los colonizadores, que se convertían en acicate para su espíritu fuerte” (27).
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Eduardo Tyrrell se refiere al Reverendo Padre Geniale Silvi, "sacerdote italiano que llegó a la Argentina cuando lo llamó Don Orione, don Geniale se destacó y fue un luchador incansable por los desvalidos”. Tyrrell afirma: “Hace ya tiempo que estoy haciendo una recopilación de datos y fotos de este sacerdote que es digno de destacar”. Entre el material que Tyrrell reunió, se cuenta la biografía escrita por Juan P. Mariani en 1987 “De Don Orione al Padre Silvi, El inicio de la obra benéfica de uno de sus servidores y continuadores, Reverendo Geniale Silvi, el Padre de La Divina Providencia. Fundador de los Cottolengos de Rosario, Córdoba y Río Cuarto” y el trabajo que, cinco años después, Marcos J. Barbero presentó en la Cátedra de Metodología Histórica de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad de Río Cuarto, titulado “Las huellas del Rvdo. Padre Geniale. Pequeño Cottolengo Don Orione”.
Transcribo la historia de vida escrita por Mariani:
“En Italia, en la provincia de Ancona existe un pueblo llamado Stáffolo distante aproximadamente 30 km. del Puerto de Ancona sobre el mar Adriático. Esta a 400 metros sobre el nivel del mar flanqueado por colinas. Como algunos otros pueblos de esta Provincia, fue una fortaleza medieval y sus 5000 habitantes dedican sus afanes a la agricultura y al cuidado de viñedos”.
“Allí vivía un " bracciante " ( jornalero ) llamado Pedro Silvi junto a su señora María Marquegiani. este matrimonio modesto, trabajador devoto tuvo cinco hijos : Enrique, Oreste, Alfonso, Ana María y Geniale. El niño que bautizaron con el nombre de Geniale nació en 20 febrero de 1910”.
“En 1911 Pedro Silvi junto a su familia emigran a la Argentina estableciéndose en la zona de Marcos Juárez en la provincia de Córdoba, Transcurren tres años y en 1914 al entrar Italia en Guerra, Don Pedro, padre de Geniale, es llamado a incorporarse en las filas de su ejército, para cumplir con su patria, vuelve a Italia con toda su familia y deja a todos en Stáffolo y va al frente donde encuentra la muerte”.
“El pequeño Geniale Silvi, con sólo cinco años ya no tiene padre. En tierna mente se fijan momentos de espanto de la cruel lucha, como el bombardeo aéreo enemigo a los hangares de la muy cercana Ciudad de Iesi. Siempre recordará " un resplandor como si hubiese estallado el sol’. A los siete años era un chico amante de jugar y corretear todo el día con niños de su edad por las calles del pueblo. Estar con ellos junto a las fábricas de queso, esperando que al rodar las grandes hormas se rompiese alguna y deleitarse comiendo los pedacitos que pudieran "rapiñar’. Sobre todo gustaba de la independencia y la libertad de su sano albedrío por eso no le gustaba la idea de ir al colegio, pese a los esfuerzos del cura Párroco ( un santo varón ) y de mucha gente bien intencionada del pueblo. El domingo hacía de Monaguillo para que le regalaran algunas monedas...”
“Geniale, sentía cierta vocación religiosa frenada por tantos deseos de corretear, jugar y sobre todo por su espíritu independiente. A los 11 años pierde a su madre y va a vivir a la casa de los abuelos. Un año después sufre una seria enfermedad: la descalcificación de los huesos de la cadera, afección que paliada le originará sufrimientos para siempre. Mientras se encuentra en tratamiento el cura Párroco y el farmacéutico del pueblo escriben al colegio DON ORIONE para que reciban y cuiden al pequeño Geniale. Aceptado llega con su pequeña bolsita y unas pocas prendas personales a Roma e ingresa en la colonia Agrícola de Monte Mario, de la que fue primer alumno en la escuela primaria. Al tiempo su director le aconseja insistentemente para que continúe los estudios secundarios, pero el niño le contesta siempre que quiere aprender un oficio. En conocimiento de ello, será personalmente quien hoy es SAN ORIONE quien lo envíe a la escuela de artes y oficios de Venecia y el que le haga confeccionar una media especial de lana para su piernita enferma. El clima fuertemente húmedo de Venecia es perjudicial para las dolencias de pequeño y obliga a su regreso”.
“En esta época, después de haber tomado la comunión en la Santa Misa, el pequeño Geniale siente en su interior un " llamado sensible " y se despierta en todo su ser una vehemente vocación Religiosa. Este fue el momento que marcaría el inicio de su destino y la preparación para una futura vida dedicada por intermedio del sacerdocio a propagar la maravillosa obra de Don Orione”.
“Consecuentemente con su nuevo anhelo inicia los estudios secundarios en el flamante Colegio Apostolario de Roma, del que también fue su primer alumno. Luego pasa a la Ciudad de Bra en la Provincia de Cúneo para realizar el primer año de noviciado y por último en Tortona sigue los estudios de filosofía y teología”.
“Recuerda que siendo más joven aún no clérico, para la fiesta de la Virgen, en premio de su devoción al estudio se lo había distinguido para vestir la sotana. Llegó la noche del día anterior y el trajecito no llegaba... Con mucha tristeza paseaba por los jardines del colegio y se encuentra a DON ORIONE, que enterado lo palmea en el hombro y le dice "no tengas cuidado Geniale, en último caso mañana enviamos todo el día a la cama a otro chico de tu estatura". ( Su profesión temporaria se realizó en 1930 y la perpetua en 1933 )”.
“En su estadía en Tortona, Silvi trabaja de " peón " para levantar el maravilloso Santuario de la Virgen. Corre el año 1935 y Geniale recibe el llamado de DON ORIONE, que se encuentra en la Argentina para que lo alcance a los fines de trabajar en la construcción del Cottolengo de Claypole ( Cottolengo Argentino). El joven clérico se embarca en el vapor Augustus rumbo a Buenos Aires. A su llegada se aloja en el Colegio San Vicente de Paúl, por Vicentinas, donde aprende nuestro idioma. En 1936 acompaña a DON ORIONE ayudándole en sus obras en Itatí, de donde se traslada a Mar del Plata para permanecer un año”.
“Desde 1938 a 1945 se desempeña como maestro el la localidad de Victoria, (Provincia de Buenos Aires), y luego como maestro y Sacerdote en San Fernando ( Provincia de Buenos Aires ), habiéndose ordenado de Sacerdote en la Iglesia de San José de Mar del Plata en 1942. Posteriormente se trasladó a Rosario, y allí permaneció algunos años donde fundo el cottolengo en esta ciudad”.
“Hacia 1950 se encontraba en Córdoba, a los efectos de que el clima de las sierras mejorara su estado de salud, siempre precaria. Al recorrer los suburbios de la Ciudad Capital mediterránea observó las condiciones de urgencia de sus habitantes y un gran número de desvalidos, lo que le sugirió la idea de crear un Cottolengo que los amparase. La idea se le volvió una obsesión, y emprendió largas y fatigosas caminatas a veces bajo el sol ardiente Serrano, pero su fe es inmensa e inquebrantable. una tarde su rostro se ilumina de contento, ha encontrado un lugar ideal para el futuro Cottolengo y en su ilusión ya ve construidos y funcionando los pabellones que darán albergue y amparo a tantos despojos humanos que todo lo espera de la 'Divina Providencia' ".
“Recordando entonces como hacía DON ORIONE, corre a buscar medallas de la Virgen Milagrosa, se llena los bolsillos y regresa al lugar elegido. pide la ayuda de un humilde anciano Italiano dueño de un pequeño y escuálido carro tirado por un flaco y poco vistoso caballo. así mientras el sol se ponía, el cielo de Córdoba ve un pobre carro que despaciosamente recorre poco a poco el perímetro de un bello terreno, y sobre él haciendo equilibrio un fatigado y sudoroso Padre que va tirando medallas de su inmensa Fe, para que se haga un milagro en bien de los pobres y necesitados”.
“El hermoso terreno está en Santa Isabel a la vera del camino que une la Ciudad de Córdoba y Alta Gracia y muy cercano de la Capital Cordobesa. La " Divina Providencia " no le falló al Padre. El Reverendo Geniale Silvi lleno de Fe entrevistó a su propietario, un benefactor, un hombre que sabía de la necesidad hacer la caridad que lo donó para la construcción del Cottolengo”.
“Siguieron años de lucha de muchos esfuerzos, pero eso sí sin ningún desmayo. colaboró mucha gente de buen corazón y empezó a levantarse el primer edificio. Siguieron otros pabellones, escuelas, capillas y así surgió el actual Cottolengo de Córdoba que sobre una extensión de 15 hectáreas cuenta con varios pabellones y hasta una escuela de discapacitados y aloja a mas de un centenar de internados”.
“En el año 1970, llega a Río Cuarto, su ultimo destino donde funda el actual cottolengo, falleció el 14 de abril de 1988, sus restos descansan en el mausoleo erigido en el jardín del cottolengo de Río Cuarto”.
El sacerdote Mario Pantaleo nació en Pistoia en 1915 y falleció en Buenos Aires en 1992. “Debido a la crisis provocada por la Primera Guerra Mundial, la familia de Mario Pantaleo emigró a la Argentina, radicándose en Córdoba. Mario estudió en un colegio salesiano y, luego, junto a su familia, volvió a su país natal. Allí concurrió al seminario de Arezzo y fue ordenado sacerdote en la catedral de Mattera en 1944. Volvió al país en 1948, afincándose en González Catán. En esa localidad, en 1975, inauguró la iglesia Cristo Caminante. Era el núcleo de una obra que incluye un área educativa y otra dedicada a la discapacidad, centros de día, un policlínico y un museo. La Obra del Padre Mario, integrada por dos fundaciones, tiene su sede en González Catán e instalaciones en Capital Federal, La Rioja y Santa Fe” (28).
“Además de su obra benéfica para la gente carencia de su barrio, lo que dio fama al padre Mario fueron las largas ‘filas de la esperanza’ como se llamó a la gran cantidad de gente que desde la madrugada se juntaba en González Catán y dos veces por semana en los fondos de una panadería del barrio de Floresta para buscar alivio a sus enfermedades y problemas, porque como ya dijimos, el Padre Mario era un Cura Sanador. Se calcula que atendió en los últimos treinta años un promedio de 2.000 personas por semana. Sus seguidores eran principalmente los humildes, pero también muchos famosos y de renombre, como el pintor Raúl Soldi, Amalia Lacroze de Fortabat, el escritor Ernesto Sábato, el ex-Presidente Arturo Frondizi, el empresario Francisco Macri (padre del Presidente del Club Boca Juniors), e incluso el propio Ex-Presidente de la República, Carlos Menem” (29).
“Monseñor Eduardo Gloazzo, párroco durante 35 años de Nuestra Señora de la Merced de Caseros (...) Había nacido el 17 de agosto de 1923 en Castions di Strada, provincia de Udine, Friuli (Italia) y niño aún viajó con su padre a la Argentina, donde hizo todos sus estudios. Los estudios sacerdotales los inició en el seminario de los padres salesianos de Bernal, donde cursó los cinco años de humanidades. Posteriormente fue recibido en el Seminario Mayor San José, de La Plata. Ordenado sacerdote, celebró su primera Misa en Santa Juana de Arco, de Ciudadela, cuyo párroco era el casi legendario padre Agustín B. Elizalde, quien ofició de orador sagrado. El 8 de diciembre de 1956, el Arzobispo de La Plata, Mons. Antonio José Plaza, lo nombró párroco de la Merced. El 17 de marzo fundó el Instituto Secundario Nuestra Señora de la Merced, del que fue rector hasta 1984. Creada la diócesis de San Martín, fue su primer presidente del Colegio de párrocos, miembro consultor, miembro del Consejo presbiteral y primer decano de la zona de Caseros. Entre 1971 y 1973, asesor de los Jóvenes de la Acción Católica y profesor del Seminario Catequístico de San Martín. El 13 de octubre de1979, fiesta de San Eduardo, Juan Pablo II lo designó Prelado de Honor. El 15 de agosto de 1989, Asunción de la Santísima Virgen, puso en el aire la radio Regina Coeli, de transmisión ininterrumpida las 24 horas. Según la Agencia Católica Argentina (AICA) "estas son unas muestras de su celo apostólico, que tuvo otras muchas expresiones también, no siendo de las menores el brillo que año tras año supo imprimir a las fiestas patronales, como una ocasión de ampliar el Reino de Dios" (30).
Lucio Gera nació en Treviso en 1924. Se ordenó sacerdote “en Buenos Aires en 1947 y profesor emérito en Teología en el Seminario de Buenos Aires. Fue prelado de honor del papa Juan Pablo II en 1998. Se doctoró en Teología en la Universidad de Bonn (Alemania). En las décadas de 1960 y 1970, sus escritos inspiraron al movimiento de los Sacerdotes para el Tercer Mundo. Entre otros textos, es autor de Pueblo, religión del pueblo e Iglesia, compilación de documentos de reflexión teológica sobre la evangelización y la acción social de los sacerdotes” (31).
Antonio Quarracino nació en Pollica en 1924 y falleció en Buenos Aires en 1998. “Radicado junto a su familia en la Argentina, fue ordenado en 1945. Fue elegido obispo de 9 de julio en 1962, desempeñándose en esa localidad hasta 1968, cuando fue trasladado para ejercer como obispo de Avellaneda y secretario general (1978-1982) y presidente (1983-1987) del Consejo Episcopal Latinoamericano, con sede en Colombia. De regreso al país en 1985, fue promovido a arzobispo de La Plata, tomando posesión de esa sede el 5 de abril de 1986. En 1990 fue designado arzobispo de Buenos Aires y, un año más tarde, fue ordenado cardenal por Juan Pablo II. Fue presidente de la Conferencia Epsicopal Argentina entre 1990 y 1996” (32).
El 5 de marzo de 1998, se publicó esta noticia: “Con la presencia de obispos, sacerdotes y fieles argentinos, el día de ayer el Obispo-Coadjutor de Buenos Aires, Mons. Jorge Mario Bergoglio, presidió la misa exequial y posteriormente el entierro del Cardenal Antonio Quarracino. Luego de la celebración eucarística, que empezó a las 11 de la mañana, el cuerpo del Cardenal Quarracino fue sepultado en la Catedral a los pies del altar de la Virgen de Luján, sobre una nave lateral opuesta a aquella donde se encuentra el mausoleo de San Martín. En esta misma Catedral descansan varios obispos de Buenos Aires, entre ellos Mons. Juan Carlos Caggiano, que falleció el 23 de octubre de 1979, a los 90 años, así como los restos del Arzobispo Fermín Emilio Lafitte” (33).
La Congregación de la Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia fue fundada por Santa María Josefa Rossello, el 10 de agosto de 1837. La Madre Rossello, con las primeras compañeras, confía el naciente Instituto a la protección de María Santísima de la Misericordia, inspiradora y Madre de la nueva Misión, a la que se dedicarían las Hermanas con el significativo nombre de Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, nombre que encierra todo un programa: Difundir en el mundo la Misericordia de Dios; Ser, como María, instrumento de salvación. Desde la terraza de la Casa Madre del Instituto, en Savona, Italia, Santa María Josefa Rossello vio, que el barco que llevaba a las primeras Hermanas hacia América cruzaba ante sus ojos y dijo que su corazón también se iba con la nave hasta la tierra nueva que esperaba a sus hijas. Desde entonces su corazón creció y palpitó con fuerza misericordiosa en el Río de la Plata y se multiplicó más allá de esas márgenes, se instaló junto a la cordillera, subió hacia el Litoral, pasó fronteras argentinas para estar en otros países americanos y se quedó donde hubiese infancia que educar, juventud que guiar, enfermedad que aliviar, vejez que proteger. Hoy sentimos que al Instituto de las Hijas de la Misericordia ... ¡Dios lo fundó! ...lo creó para que hubiese menos hambre de Dios y menos frío de soledad y de cultura. Y es como el árbol, la encina de nuestro escudo que se extiende, da fruto y sostiene en sus ramas los nidos de nuestras vidas. Nuestra identidad esta constituida por: Una cosmovisión CRISTOCÉNTRICA Un carisma: LA MISERICORDIA Como respuesta a este llamado nuestro colegio abrió sus puertas en 1903, cumpliendo así con el mandato de la Madre Rossello: "Las envío a las escuelas para instruir a los niños, háganlo bien; no olviden que las envío para salvar almas; que nuestra misión sea un medio para inducir a los jóvenes a la práctica de la virtud" (34).
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"Hoy será un día muy especial para los argentinos –escribe desde Italia Elisabetta Piqué-, pero sobre todo para los platenses. Juan Pablo II beatificará a sor María Ludovica De Angelis (1880-1962), religiosa de las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia que, si bien nació en Italia, pasó casi toda su vida en la Argentina, dedicándose con cuerpo y alma al Hospital de Niños de La Plata, que administró durante 54 años y hoy lleva su nombre. (...) Antonina ingresó en 1904 en el noviciado de las Hijas de la Misericordia, en la ciudad de Savona. Un año más tarde, vistió el anhelado hábito de esa congregación; le fue impuesto el nombre de Ludovica y a fines de 1907 partió hacia la Argentina. A principios de 1908, Ludovica recibió la orden de ir al Hospital de Niños de La Plata, que en esa época no era más que ‘una alambrada, un portón y dos salas de madera bajas y chatas para sesenta camas’, según las crónicas. Pese a que su destino era la cocina y la despensa (...) tiempo después fue designada administradora y luego también superiora, cargo que mantuvo hasta que murió, en 1962. Gracias a su gigantesca tarea, el hospital se convirtió en un verdadero orgullo nacional por su estructura edilicia, su moderno equipamiento técnico, su expansión y su alta profesionalidad. Además, gracias a su tenacidad, sor Ludovica había hecho realidad una capilla y una granja en City Bell, de la cual obtenía comida sana para el hospital pediátrico y evitaba el abandono religioso en que se encontraban los chacareros, y un solarium en Punta Mogotes, Mar del Plata, para la rehabilitación de niños débiles, raquíticos y atacados por problemas óseos” (35).
En el Instituto Nuestra Señora de la Misericordia de Devoto -del que soy exalumna- se le rindió homenaje.
“Antonio Gianelli nace en tierra Ligur, en Cereta, pequeña fracción de Carro, en una famila pobrísima que cultiva tierras arrendadas. (...) En la Catedral de San Lorenzo, en Génova, Antonio María es consagrado Obispo el 6 de mayo de 1838 por S. Excia. el Cardenal Tadini. Aquella tarde un amigo suyo, rector del Seminario de Génova, confiaba a sus seminaristas: "Hoy he asistido a la consagración episcopal de un santo". El 8 de julio, Monseñor Gianelli inicia su ministerio de Padre de la Fe en la Diócesis de Bobbio. Consumido por las fatigas apostólicas vive pocos años y el 7 de junio de 1846 muere en Placencia. La Iglesia lo cuenta entre sus Santos desde el 21 de octubre de 1951” (36).
El 23 de abril de 2005 apareció en La Capital de Rosario, una nota que se titulaba “Aniversario del Colegio del Huerto”, en la que se anunció: “El miércoles 27 de abril el Colegio Nuestra Señora del Huerto festejará su 142º aniversario. La tradicional institución rosarina fue fundada en 1863, por las hermanas de la congregación Hijas de María Santísima del Huerto. La congregación fue creada por San Antonio María Giannelli el 12 de enero de 1829. (...)” (37).
Notas
1 Vernaz, Celia: La Colonia San José. Santa Fe, Colmegna,
2 ibídem
3 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
4 S/F: “Argentina Salta. Paseos por la ciudad”.
5 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
6 S/F: “Ceferino Namuncurá”, en www.cunadeceferino.com.ar.
7 S/F: en www.scalabrini.org.
8 Limiroski, Sergio: “Existe un lugar donde buscar las raíces”, en La Prensa, Buenos Aires, 8 de noviembre de 1998.
9 Gutiérrez, Mariano: “Las fronteras históricas del legalismo”, en derechopenalonline.com.
10 Farías, Inés: El padre Marcos Donati y los franciscanos italianos en la misión de Río Cuarto. Buenos Aires, Editorial Asociación Dante Alighieri, 1993.
11 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
12 S/F: “El cura y el cowboy”, en www.misionrg.com.ar.
13 Ruiz Guiñazú, Magdalena:"Lo que el cine no se llevó", en Había una vez... la vida. Buenos Aires, Editorial Planeta, 1995. 223 pp.
14 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
15 ibídem
16 Barbarán, Francisco Ramón y Saravia Toledo, Carlos Javier: “Caza de subsistencia en la provincia de Salta”. Theomai. Universidad Nacional de Quilmes.
17 Weyne, Olga: op. cit.
18 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
19 S/F: “Aprobación del milagro”, en www.donorione.org.ar.
20 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
21 ibídem
22 Sobrero, Jose sdb: “Beato Artémides Zatti sdb”, en sapweb.tripod.com.ar, Instituto San Antonio de Padua. Barrio San Vicente de Córdoba Capital.
23 S/F: “Breve historia de la diócesis de Viedma”.
24 S.L. “Libro sobre la herencia de los vinos de la provincia”, en Los Andes, Mendoza, 10 de noviembre de 2004.
25 CMR (Carmen María Ramos?): “VINOS Herencia italiana”, en La Nación Revista, 17 de julio de 2005.
26 S/F: Cuadernos Patagónicos – 2 El padre De Agostini y la Patagonia, en www.tecpetrol.com
27 Pino, Amalia del: Alberto M. De Agostini SDB. Buenos Aires, Editorial Asociación Dante Alighieri, 1976. 57 pp. Pág. 6.
28 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
29 S/F: “José Mario Pantaleo”, en www.losenigmas.gov.ar.
30 S/F: “Noticias del 02.12.01. Una revista católica revela milagro en la vida de recordado sacerdote”, en “ACI digital”, www.aciprensa. com.
31 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.
32 ibídem
33 S/F: “Ultimo adiós a Cardenal Quarracino”, 5 de marzo de 98, en www.aciprensa.com.
34 S/F: “Nuestra identidad”, en www.misericordiaonline, 2003
35 Piqué, Elisabetta: “Sor María Ludovica De Angelis llega a los altares Una beata que llena de orgullo a los platenses”, en La Nación, Buenos Aires, 3 de octubre de 2004.
36 Pardini, G. B., Mons.: “Antonio María Gianelli”, en www.huerto.yocreo.com, 2001.
37 S/F: “Aniversario del Colegio del Huerto”, en La Capital, Rosario, 23 de abril de 2005.
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En la provincia de Santa Cruz, “En el año 1904 el padre Ludovico Dabrowski, polaco de nacionalidad y salesiano de religión comenzó sus correrías apostólicas. Con su valentía, sus chifladuras y con conocimientos de medicina se dirigió hacia el Sur. Anduvo por las comarcas tehuelches, recorriendo siempre a lomo de caballo los toldos de los aborígenes y los ranchos de los puesteros para llevar a todos la luz del Evangelio.
Él no se manejaba con armas, aunque siempre le habían advertido que la zona era peligrosa porque andaban muchos bandoleros... pero solo decidió llevar consigo un crucifijo bendecido porque no le preocupaban esta clase de hombres. Tampoco le preocupaban las inclemencias del tiempo... al curita no lo detenía nada.
Por la zona había un malvado y muy conocido bandolero... era "El Norteamericano", el cual hablaba inglés y un poco de castellano bastante mal, por cierto. Este era de esos que donde ponía el ojo ponía la bala y hasta la policía le tenía terror a enfrentársele. Era "yankee" en serio. Era común que cuando eran buscados por la justicia del país del norte y ya no había muchas chances por allá; se subían a algún barco en la zona de California para bajar en Punta Arenas... y seguir "ejerciendo" en la Patagonia. Tal era el caso de este auténtico cowboy.
En el mes de noviembre el padre Dabrowski andaba misionando por el pedregoso camino que iba de Colonia Sarmiento a Lago Buenos Aires. Cada vez que llegaba a un lugar, golpeaba y nadie le abría las puertas... debía dormir afuera porque la gente estaba asustada y pensaba que podía ser "El Norteamericano" que andaba merodeando por ahí.
Por la tarde el padre llegó al boliche del turco Sarum, ató su caballo picazo en el palenque y dejó allí su caballo carguero. Cuando ingresó al boliche y saludó, Sarum con cara de felicidad lo recibió amablemente y el padre se dió cuenta al observar a unos de una mesa de atrás, que había llegado en el momento justo:
- Buenas tardes señores- dijo el cura.
- Güenas, pagrecito.
Su presentimiento fue cierto porque cuando al rato entró un mocito saludando con sombrero, un rubio de los de aquella mesa le dijo:
- ¡Cuando se saluda se saca la sombrero! Sino la sacamos nosotros.
Y eso mas que para el que entraba recién iba dirigido al padre, que también llevaba su sombrero sobre la cabeza. Fue entonces cuando no le quedaron dudas de que quien se encontraba allí sentado era "El Norteamericano"
El misionero lo miró indiferente como si no lo conociera. Fue entonces cuando el yanqui lo empezó a interrogar:
- Diga, señor Padre; ¿Usted nunca sentir olor a pólvora?
- Y usted -replicó el sacerdote sin inmutarse- ¿nunca sintió el olor al rapé? Aquí tiene sírvase. – Y le ofreció.
El hombre tomó una pieza y aspiró un poquito y luego le dijo:
- Usted seguro no me conoce. ¿Usted no sabe que yo pude matar a usted?
- Si, puede, pero no debe, porque desde allá arriba hay uno que después nos va a pedir cuentas por todo lo que hagamos.
- Usted quiere asustar a mi? - echó a reír: Esas son todas macanas que ustedes inventaron para ganar plata.
- Si fuera para ganar plata, yo haría como hace usted - replicó el padre Ludovico.
-¿ Qué hace yo?
- ... Y ... ¡trabaja! - concluyó el cura... todos rieron.
La charla continuó hasta que los bandoleros decidieron retirarse. Sarum asustado, le pidió al padre que no se fuera porque temía que el bandolero regresara. El misionero decidió descansar allí y prevenido con una winchester pasó la noche.
Por el contrario "El Norteamericano" esa noche no durmió. Con sus compañeros habían quedado en que esa noche asaltarían a Sarum. Él iba a dar la señal de partir en la madrugada hacia el boliche. Pero llegó la aurora, el día... y nada... Los demás bandidos lo miraban pero la orden de encarar hacia el boliche no llegaba. Claro el yanqui no quería matar al cura. No sé como, pero de pronto le había brotado un poco de respeto de entre tanta tiranía o quizás tendría temor de perder la partida al medirse con un sacerdote.
El lunes a la tarde, cuando el misionero llegó a otro boliche todos le preguntaban si habían matado al turco y él respondió:
- No que va a matar. La hora de Sarum todavía no ha llegado y nadie se muere hasta que Dios no lo dispone.
Con la tranquilidad de su crucifijo, su rapé (por las dudas un winchester) y su Fé; supo despertar un rayo de humanidad en el corazón de un verdadero pistolero huído de la justicia norteamericana... un cowboy en tierras patagónicas” (1).
Notas
1 S/F: “El cura y el cowboy”, en www.misionrg.com.ar.
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Formados en la Argentina y en el extranjero, los sacerdotes, frailes y religiosas inmigrantes brindaron su aporte a la tierra que los recibió, dedicándose no sólo a la religión, la caridad y la defensa de los desprotegidos, sino también al periodismo, la educación, las ciencias y las artes.
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Imágenes:
Fray Salvador Solá (Envío de E. Tyrrel)
Padre Francisco Robles Muñoz
Recordatorio publicado en 2006, para conmemorar el 150º Aniversario de la llegada de los franciscanos a Río Cuarto. (Envío de E. Tyrrel)
Padre Geniale Silvi(Envío de E. Tyrrel)
Homenaje a la Beata Ludovica en el Instituto Nuestra Señora de la Misericordia de Devoto
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