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Indagar sobre la Inmigración en América es una cuestión nada sencilla, si se tiene en cuenta la multiplicidad de factores que afrontaron los inmigrantes del Viejo Mundo. Aunar, analizar, desentrañar los motivos que llevaron a esos viajeros a embarcarse hacia América, requiere un acopio de material diverso y una inserción teleológica por parte de María González Rouco que al lector le producirá asombro. Es que esta impresión es la que me ha acometido ya en las primeras páginas de esta sólida investigación. La autora, nieta de gallegos y bisnieta de lombardos, no ha escatimado esfuerzo al consustanciarse con una amplísima bibliografía, sobrepasando la Historia misma para entrar en el mundo de la ficción y de la poesía, como podrá apreciarse por la cantidad de notas al final de cada capítulo. Novelas, cuentos, poemarios, artículos de diarios y revistas, serán expuestos textualmente, y, al mismo tiempo, con una óptica objetiva, de los que el lector irá deduciendo conclusiones propias. Para darse una idea y sopesar la importancia de este trabajo, tras el primer capítulo, la bibliografía alcanzará a ochenta y dos notas. Judíos, gallegos, italianos, húngaros, rusos, irlandeses, estarán contemplados por el ojo avizor, sagaz y preciso en la contemplación, de María González Rouco, como viendo y comprendiendo el sentir de esos inmigrantes, indefensos, desprovistos de todo, que parecen estar entrando al puerto de Buenos Aires. Y digo “parecen” porque el tono admirativo de la autora implica, además de una vasta gama de contextos, una sensación de presencialidad: el dolor por el desarraigo de esos inmigrantes es uno de los motivos de esta investigación. Ver y comprender trasunta una identificación con las vicisitudes por las que irían a atravesar esos seres: marginaciones, explotación, enfermedades, muerte de niños. Es que me estoy refiriendo al sentir de María González Rouco, que se traduce en un homenaje a los inmigrantes que no tiene precedentes, ya que ha indagado en los escritores más representativos de la literatura argentina y ha puesto en escena secuencias narrativas y poemas emocionantes alusivos a la inmigración. No nos olvidemos que muchos de estos escritores fueron inmigrantes y otros, descendientes, herederos de esa epopeya, testigos insoslayables. María González Rouco ha saltado por el cerco inesquivable del ya clásico Los gauchos judíos de Alberto Gerchunoff –libro de “cabecera” de nuestra literatura argentina- y ha compendiado una cantidad apreciable de obras –muchas olvidadas-, estructurando una investigación abarcante. Así, motivos, viajes, costumbres y comidas, las primeras actitudes de asombro por parte de esos seres que se habían lanzado a una extraordinaria aventura, se irán presentando con una escritura grácil y un vuelo periodístico que agiliza la lectura. Otro mérito es el haber incorporado narradores recientes y a escritores de valía que están injustamente marginados de los circuitos comerciales de las editoriales de mayor marketing. La reproducción del Manual de inmigrantes italianos –al referirse la autora al Hotel de Inmigrantes- es conmovedora, como así también la travesía del húngaro judío Lajos Fehér, que consigue un pasaporte falso para embarcarse en el Augustus, o la dolorosa partida del asturiano Modesto Montoto que aborda el Alfonso XIII, quien escribe en su diario: “Con el corazón lanzo un adiós a los míos, a la Santina de Covadonga y a Asturias”. Otro testimonio que sacude los cimientos es el de José Wanza, un inmigrante que se establecerá en Tucumán: “En Buenos Ayres no he hallado ocupación y en el Hotel de Inmigrantes, una inmunda cueva sucia, los empleados nos trataron como si hubiésemos sido esclavos”. Esta inserción de María González Rouco excede los marcos de una investigación académica, precisa en la bibliografía y en los testimonios, va mucho más allá porque nos pone sobre el tapete cuestiones y problemáticas que ya traían esos inmigrantes, castigados en sus países de origen por las guerras y el hambre. Por esto, insisto en el tono de presencialidad que observan estas páginas de María González Rouco. De ahí que el término que he acuñado –inserción- implica una visión tan objetiva como de sentido homenaje a esos inmigrantes, entregados por el destino a la “buena de Dios” en las tierras de América. La reactualización de datos y cronologías, la nueva puesta en escena de títulos de obras de ficción a lo largo de un siglo y medio, como el relevamiento de artículos y ensayos, o de instituciones como The Jewish Inmigration Center, nos indican a las claras que este trabajo de María González Rouco significará un más que valioso aporte sobre el cruce de las culturas en general, y sobre la Inmigración, epopeya única e indivisible por su grandeza, en especial. Una investigación que debe ponernos orgullosos por su agudeza crítica y por la generosidad en la entrega, rasgos que ya han caracterizado la trayectoria curricular y periodística de María González Rouco.

Sebastián Jorgi
Buenos Aires, 2003

 

 
 

 

 
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