MUNDOS SUMERGIDOS, por Gabrielle Hoffmann. Buenos Aires, Sudamericana-Planeta, 1987. 275 páginas.
Rescatar las embarcaciones sumergidas en el fondo del mar es una labor que exige, además de una elevada suma de dinero, ser realizada por profesionales, dada la magnitud de los riesgos que presenta. En los primeros años de nuestro siglo no existía un equipo adecuado para efectuar la inmersión -recordemos que aún se buceaba con escafandra-; Jacques Cousteau dará gran impulso a la utilización de los tanques que conocemos, probándolos en sus propias exploraciones. Mientras se localiza y excava un barco, amenaza constantemente la enfermedad de los buceadores, que puede causar paralisis e inclusive la muerte; este mal está ocasionado por la presencia de nitrógeno en los tejidos, desde los cuales pasará a la sangre.
Cuando, después de años de paciente trabajo, el buque se halla en condiciones de ser izado a la superficie, comienza otro gran problema; si se lo extrae del mar, en el que ha permanecido varios siglos; el contacto con el aire resquebrajará la madera hasta convertirla en un montón de astillas. Para no destruirlos, los científicos han debido restaurar los barcos mientras se los rociaba continuamente con agua; una vez finalizada la tarea -que atenta contra la salud de los arqueologos- se exhibe la nave al publico en una especie de gigantesca piscina con ventanas. Hasta aquí ha llegado la tecnica en la actualidad.
Estos problemas y muchos otros, aplicados a la narración del rescate de varios buques europeos, son el tema del libro de Gabriele Hoffmann, doctora en historia y esposa de un conservador de embarcaciones antiguas. El ensayo, de neto corte periodístico, se apoya tanto en búsquedas personales de la investigadora -reportajes, visitas a los lugares, informacion grafica y televisiva- cuanto en detallada bibliografia, enumerada en las paginas finales.
Como libro de aventuras, es apasionante; como trabajo histórico, indudablemente serio.
(LA PRENSA, Buenos Aires, 27 de marzo de 1988)
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